24 feb 2013

II Cuaresma, ciclo C. REFLEXION Evangelio Semanal


Para mi la vida es Cristo
(P. Luis J. Tamayo) 

Entramos en la segunda semana de Cuaresma. Recordaros que el eje de estas 5 reflexiones de Cuaresma gira en torno al segundo domingo (II), la Transfiguración del Señor, este hecho nos invita a poner como horizonte de nuestra vida cristiana la “transformación” en Cristo. Puesto el horizonte nos encontramos con dos tipos de retos: el primero son las tentaciones a vencer, y el segundo es la colaboración a mi transformación en Cristo. El domingo pasado (I) hablamos de las tentaciones, aquellas que vienen de fuera a desanimarme y a obstaculizar la búsqueda de la meta última a la que ha de tender nuestra vida: reproducir la vida y el amor de Cristo. Los tres próximos domingos: oración (III), ayuno (IV) y la limosna o caridad (V) son el ejercicio espiritual que supone mi colaboración con este proyecto de Dios sobre mi vida.
El evangelio de hoy (Lc 9, 28-36) es la Transfiguración de Cristo en el Monte Tabor. Dice la Escritura: “Jesús, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos… Una voz desde la nube decía: -este es mi Hijo amado, el escogido, escuchadle-.”
La Escritura nos relata con este hecho que hubo un momento en la vida histórica de Jesús en la que Él mismo quiso revelar y dejar ver a los discípulos su identidad divina en su humanidad. Jesús quiso hacerles ver la grandeza y la belleza, la meta última a la cual todo hombre está destinado a vivir. Cuando el Evangelio de Juan dice que “Jesús es el camino, la verdad y la vida”, quiere afirmar que en Jesús se revela la grandeza, la altura del destino y el fin último de todo hombre.
La plenitud de todo hombre se alcanza en una vida orientada al servicio de los demás, en la grandeza de un amor desinteresado, en la belleza de la entrega de la vida por amor, en la humildad para saberse dependiente de Dios. ¿Quién no conoce a alguien que intenta vivir de esta forma? Cuando te topas con personas que viven así, ves reflejado en su rostro que irradia una luz especial. Son personas que nos hablan de plenitud.
Por otro lado, es una pena cuando ves a personas que no le dan ningún sentido a la vida, una vida sin una meta definida se vive dando vueltas, en el peligro de vivir sólo en la superficialidad. Una vida sin una meta definida se escapa fácilmente de las manos, es como querer coger agua con las manos… no puedes. 
Hablando con una psicóloga que acompaña a un matrimonio con problemas y me decía que le preguntaba al joven: “Cuando te casaste, ¿qué es lo que te atrajo de ella?”. “La belleza”, le contesta.  “Si, ¿pero que más?”, insiste la psicóloga. El chico responde: “no se”. La psicóloga le da pistas: “¿su generosidad? ¿ su servicialidad? ¿su responsabilidad?”.  Ella se da cuenta que el joven no capta el fondo de sus palabras. Le vuelve a preguntar al joven: ¿qué entiendes por generosidad, servicio a los demás, responsabilidad por el hogar o el matrimonio?... la psicóloga me dijo que sus definiciones estaban vacías de contenido… Ella tuvo que explicárselo… entonces el respondió: esto no lo he visto nunca en ella.
Cuando hablamos de la plenitud de vida ¿qué entendemos? La respuesta sólo la encontramos en Cristo. La meta última y la altura de la grandeza de todo hombre está en Cristo. Si yo pongo mi propia definición tenderé a rebajar el listón. Por eso sólo es Cristo quien nos abre la respuesta.  Cristo con su vida marca la altura de la grandeza del amor.  Le podemos preguntar: ¿Qué es para ti el amor? El evangelio de Juan dice que Jesús amó hasta el extremo.  Jesús llevó hasta el extremo todas las grandes cualidades del hombre, elevó la dignidad del hombre a su máxima altura. ¿Qué es para ti la humildad? La Escritura dice que siendo Dios todopoderoso, no se adueñó de su grandeza sino que se abajó lavando los pies de quien le acusó. ¿Qué es para ti el perdón? Jesús después de ser calumniado y ser reo de muerte dijo: Padre perdónalos.
Cuando nosotros rebajamos el listón es como la imagen del bonsái.  Un árbol con un potencial enorme, sin embargo se le cortan las ramas… y al final queda un arbolito… muy mono, pero sin llegar a cumplir la grandeza para la que fue creado. La medida humana es ojo por ojo, diente por diente… la medida de Dios es ora por tus enemigos, no critiques, pide a Dios bendiga a aquellos que más te cuestan. Realmente es una tensión entre mi pereza por quedarme en una vida cómoda, y el reto de seguir creciendo a pesar de la tensión.  Madre Teresa de Calcuta decía: “ama, ama y ama… y cuando te canses de amar, continúa amando”.  La Madre nos deja ver como la medida no está en mí, está en el amor extremo de Cristo.
¿Quién no tiene la experiencia de querer crear ámbitos de diálogo sereno… y, de repente, verse alterado y queriendo saltar con palabras duras… entonces te das cuenta que así no es como quieres vivir; uno se rompe por dentro.  Sólo reconociéndolo como error y pidiendo la gracia a Dios para cambiar y transformar estas actitudes, es como uno va configurándose más a la medida de Dios, dejando las medidas humanas.
La meta de todo hombre es su transformación en Cristo, el camino de la vida cristiana es ir transformando mis criterios, mis hábitos, mi forma de pensar a la altura de Cristo. Él es el único camino para encontrar la plenitud de la vida. 

2nd Sunday of Lent, Year C


A time to change...
(Fr. James McTavish)

Gen 15:5-12, 17-18 Ps 27:1, 7-8a, 8b-9, 13-14 Phil 3:17–4:1 Luke 9:28b-36

Today I was talking to an elderly man and he said to me “This world is not as it should be. Something needs to change.” Have you ever felt like that? Looking at the world around you feel a desire to improve things, to change things. When I was 19 years old, I was travelling on a train in Czechoslovakia. In our carriage a man asked me what I wanted to do in life. I told him I wanted to change the world, make it a better place. He said, “Do you know your problem?” I didn’t realize I had a problem! What was it? “You are too young,” he said, “When you grow older you will realize there is nothing you can do.” To my surprise I reacted and answered him back. I said with so much conviction, “I believe it is possible!” Even then I knew that it was not me speaking but the voice of the Spirit in me.

Sometimes it is tempting to believe it is not possible. To think that nothing can be done. But today’s gospel of the transfiguration gives us hope. Why? Because transfiguration is about change. In fact the Greek word for transfiguration is metamorphosis. Now anyone who has done biology will know that a caterpillar becomes a butterfly through the process of metamorphosis, through a change of form. It is a process, a slow one at times, from egg to lava to pupa but finally what emerges is a beautiful butterfly. Our whole life is called to be a metamorphosis, a process of constant conversion. How is this possible? Let us learn from Jesus himself by looking at the gospel of today (Luke 9:28-36).

Jesus takes the three musketeers – Peter, James and John, up the mountain. He takes them to strengthen their faith. St Leo the Great comments, “By changing his appearance in this way he chiefly wished to prevent his disciples from feeling scandalized in their hearts by the cross. He did not want the disgrace of the passion to break their faith.” Jesus is praying and he is transformed. Without prayer there is no transformation! St Paul says, “He will transform our lowly body to conform with his glorified body by the power that enables him also to bring all things into subjection to himself.” (Philippians 3:21). Wow! But this is one of the privileges of our union with the Lord, that he will transform us. Jesus is talking to Moses and Elijah who represent the Law and the Prophets respectively. One old lady I know always prays to Moses when she needs anything. I asked her why and she told me because he is not so busy as no one prays to him so he is a good person to ask for help! But do you know that sometimes we really need to change from a Christianity of mere rules and regulations (the Laws) and seeking visions and apparitions (the Prophets) to the person of Christ. For example going to mass on Sunday for fear of breaking the Law that you must go, or going because I love Christ and have a dinner date with him! Or even for us priests and religious. Many times here in the Philippines people ask, “You don’t have a wife because it is forbidden?” I always say, “I don’t have a wife not because it is forbidden but I freely choose not to have one.” Anyway I remind them, I have a beautiful girlfriend and a nice photo of her. They usually looked surprised and in that moment I say I will show them the “photo” and then pull out my rosary beads! Yes, the most beautiful woman in the world – Mother Mary!!!

The event of the transfiguration takes place “8 days later.” It took place eight days after Jesus told them about his Passion and death but the number 8 is significant. Some baptismal fonts in Rome have 8 sides. Why? Because number 8 is 7+1. Obvious you say! One week (7 days) plus the first day of a new week. It is the first day of the new creation. But there is no newness without transformation or transfiguration. What would you like to change? Are there things in us we would like to change? Sometimes we become discouraged and think that we can do nothing. But change starts in each one of us. Like the man who came up to Mother Teresa and asked her what he could do for world peace. She told him to go home and love his family!

There are some great figures who inspire us that change is possible: William Wilberforce, who fought for the abolition of slavery in England and Sophie Scholl, the young German woman who spoke out against the Nazis. A concerned citizen is someone who believes in their country. But we are not mere earthly citizens, of England or Germany or the Philippines. In the letter to the Philippians, St Paul reminds us of our true “nationality” – “Our citizenship is in heaven” (Philippians 3:20). You and I are citizens of heaven. Now a citizen has certain privileges and rights. The right to speak the truth, the right to travel freely in certain countries, the right to pay too much to renew their passport! But a citizen of heaven also has other rights and privileges, one of which is the right to work for a better world, to build the Kingdom of heaven here on earth. It is not only a right or a privilege but a responsibility.

We cannot spend time only enjoying the glory of the mountain. Perhaps Peter wanted to stay on the mountain because he did not want to touch the lepers anymore, or try to heal the sick or he got stressed out trying to affront and cast out the demons. But now is not the time for glory and honour but for sweat and hardship said St John Chrysostom. As citizens of heaven we believe in eternity. There is plenty of time to relax and retire upstairs but down here there is work to be done. Today we heard the sad news of another teenage suicide. How many people in our world of today are hopeless? We need to ask for a transfiguration, a conversion every day, to reach out to more and more people while there is still time. Just meditate on the fact that millions and millions of people in our world of today, especially here in Asia, have never even heard of Christ, never had the Eucharist or had the chance to discover the wonderful transfiguration that occurs with the sacrament of Confession. Of course, if we never make any effort to share our faith and our love, many may still go to heaven but I doubt we will.

What is the secret of the transformation? What do we need to change? Sometimes we don’t know as our vision is clouded. Even we can feel anxiety about where to invest our efforts as the harvest is big and the labourers are few. On the mountaintop a cloud covered the disciples. Their vision too was often clouded and they experienced fear. But in that moment comes the voice of the Father – “This is my beloved Son. Listen to him.” This is the secret, listen to Jesus! This will change your life from a BC to an AD. Lord, transfigure us, change us. Teach us how to pray, to listen to your voice. I need to be transfigured. I don’t want to remain a caterpillar all my life. And the Lord may tell us “I made you to be a butterfly. It is time for change…”

18 feb 2013

I Cuaresma, REFLEXION Evangelio Semanal


Nunca desestimes a tu oponente
P. Luis J. Tamayo

(Lucas 4, 1-13)
Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: - «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti", y también: "Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras".»
Jesús le contestó:
- «Está mandado: "No tentarás al Señor, tu Dios".»
El eje de las 5 reflexiones de Cuaresma gira en torno al segundo domingo (II), la Transfiguración, es decir, es la invitación a poner un horizonte claro a nuestra vida cristiana; ¿la meta? transformación en Cristo. Puesta la meta nos encontramos con dos tipos de retos: uno que viene de fuera, las tentaciones; y tres que son mi colaboración con el proyecto de colaborar en la tarea de Dios de mi transformación en Cristo. El domingo (I) hablamos de las tentaciones, aquellas que vienen a desanimarme y a obstaculizar la meta última al que ha de tender nuestra vida: reproducir la vida y el amor de Cristo. El domingo (II) es la meta: La transformación en Cristo. Los tres últimos domingos: tres ejercicios de colaboración para esta transformación: oración (III), ayuno (IV) y limosna o caridad (V).
Hablar de las tentaciones no tiene público. No interesa hablar de ellas. Es un tema que no vende. Pero ignorarlo es ya una de las trampas favoritas del tentador.  Un buen entrenador siempre te dirá una cosa: no desestimes a tu oponente. La astucia del oponente muchas veces es mayor que la nuestra. Por eso Jesús dirá en el Evangelio: Mateo 10:16 He aquí, yo os envío como á ovejas en medio de lobos: sed pues astutos como serpientes, y sencillos como palomas.
Las tentaciones pierden todo interés si no es en el horizonte de un proyecto de vida.  Si uno no tiene un ideal de vida que le proyecte hacia a delante, entonces estar dando vueltas es lo normal. Uno queda atrapado en todo tipo de tentaciones cuando no tiene bien marcado el horizonte en la vida, el proyecto del cristiano es Cristo, y de ahí nace la ilusión por la lucha y superación de obstáculos.
Teniendo Jesús la meta de su vida bien clara, entonces surge el tentador para desviarle del camino. El padre de la mentira quiere desviarle del verdadero proyecto de Dios y, bajo apariencia de bien, le hace unas propuestas que son confusas.
Según la Tradición de la Iglesia las tentaciones que se le presentan a Jesús son tres:
1) Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.» Jesús le contestó: «Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre".» La Tradición de la Iglesia ha incluido aquí lo que son los “placeres”.
2) Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mi me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mi, todo será tuyo.» Jesús le contestó: «Está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto".» La Tradición de la Iglesia ha incluido aquí lo que es el “poder”.
3) Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: - «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti", y también: "Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras".» Jesús le contestó: «Está mandado: "No tentarás al Señor, tu Dios".» La Tradición de la Iglesia ha incluido aquí lo que serían las “riquezas”.
Hay que dejar claro que son tentaciones para  desviar a Jesús del gran proyecto de Dios para con su vida.
Los Placeres pueden presentarse como tentación: O ¿a caso el placer de una vida llena de caprichos no tiene su atractivo? Pero el exceso de placer te deja atrapado en la incapacidad lucha y esfuerzo para llevar a delante la edificación de tu vida.
El Poder puede presentarse como tentación: O ¿a caso el poder y la gloria humana no tiene buen sabor? Pero te aleja de la verdadera humildad  y al final te hace creer que con tu sola fuerza lo puedes todo sin necesitar de Dios en la vida.
Finalmente, las Riquezas también pueden presentarse como tentación: O ¿a caso acumular de todo (ropa, bisutería, electrónicos, etc.) lo que se me antoja no da una grata sensación de seguridad y de glamour? Pero la adquisición sin pensar si de verdad lo necesitas te atrapa en la compulsividad y al final acabas por perder el domino de ti mismo.
Alimentar estas tentaciones acaban por dejarnos sin la fuerza de Dios, sin la capacidad de esfuerzo y sin dominio de si, de esta forma ¿crees que puedes construir el proyecto de Dios para tu vida?
Lo grandes santos siempre se han dejado guiar por un “director espiritual” o un “acompañante espiritual”. Ellos sabían bien de la necesidad de contrastar el camino de la vida para no dejarse distraer por tantas cosas que nos quitan fuerza del objetivo final, identificarnos con Cristo.
Jesús nos invita, como él hizo, a alimentar el horizonte y la meta de la vida, (oración, caridad y esfuerzo) pues sólo teniendo claro hacia donde vamos es cuando sacamos conciencia para darnos cuenta si estamos enredados en otros caminos que no nos conducen a la meta.

10 feb 2013

V del T.O. REFLEXION Evangelio Semanal,


No hay mayor alegría que vivir una vida para los demás 
P. Luis J. Tamayo

Lucas 5, 1 -11
En aquel tiempo, Jesús (…) subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: - «Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.» Simón contestó: - «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.» Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red... Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: - «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.» Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: - «No temas; desde ahora serás pescador de hombres.» Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

En el inicio del Evangelio de hoy hay dos momentos en la relación de Simón Pedro con Jesús. Uno primero en el que “Jesús subió a la barca de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra”. Este es ese momento en el que hay un primer encuentro entre Simon y Jesús. Jesús entra por primera vez en la barca de Pedro. Pedro era pescador, la barca era su medio de vida. Un pescador tiene en la barca su mayor tesoro. La barca era la vida de Pedro, así pues la Escritura nos deja entrever que Jesús entra plenamente en todo lo que es la vida de Pedro. Luego le pide que aparte la barca un poco de tierra. Que se mueva un poco de tierra.
Es un primer momento en el que dejo entrar a Jesús en mi vida. Debe de ser un acto consciente de dejarle entrar en todo lo que es mi vida: mis ilusiones, mis sueños, mis alegrías y tristezas, mis proyectos de futuro, mis errores del pasado, etc. Siempre que dejo a Jesús entrar, siempre hay un pequeño descoloque. Ese “apartarse un poco de tierra” son esos momentos en los que uno siente salir de su “zona de confort” y se produce un conflicto de conciencia con cosas que no llegan a dar felicidad, y uno empieza a ver que apartarse de ello le ayuda, va encontrando otro sentido. (Cambiar la idea de ir primero a por la búsqueda de la felicidad mediata y dejar el esfuerzo para el final, cuando en Jesús aprendemos que el esfuerzo primero es la mayor recompensa; o cuando uno tiene un momento triste Jesús te cambia la idea de que quedarse tirado en frente del TV horas y horas te va a resolver los sentimientos revueltos, Jesús nos enseña que es la acción y ponerse en marcha lo único que nos levanta).
Luego hay un segundo momento en el diálogo de Jesús con Pedro:dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.» No me basta con que estés un poquito distante de tus seguridades, ahí aún eres tu quien controlas. Rema mar a dentro, donde no haces pie, donde no tienes la seguridad de la orilla, donde no controlas. No es sólo un pequeño descoloque, es el gran descoloque de una nueva orientación de la vida: una vida al servicio de los demás: “tú serás pescador de hombres”.
Jesús, con esta invitación le está diciendo: ‘déjame sacarte de lo que tu piensas que es la felicidad y llevarte a un terreno que desconoces’. Este segundo momento en la vida del cristiano se tiene que producir en algún momento de la vida. es cuando Jesús le pide a Pedro vivir al servicio de los demás.
Pedro, ya tenía razones para resistirse: Simón contestó: - «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.» Si trabajo un montón y la vida no me da para más, si es que no tengo tiempo… hay tiempo para lo que queremos. Hay personas que organizan su ritmos de vida en torno a los deportes de los niños. Otra gente que busca poner como eje a Jesús y actividades familiares. Hay quien todo es vida social.
Antes de entender mi vocación, ya entonces, Jesús me rompió los esquemas… yo tenía toda la semana ocupada con trabajo, deporte, cine, amigos… y al llegar el fin de semana seguía buscando como llenar el tiempo: si era primavera tenis, si era otoño a comer a los pueblos de la sierra, si era verano piscina... Tristemente todo era llenar el tiempo y todo giraba en torno a mi. Entonces recuerdo, estaba detrás de una chica, y ella me invitó ir los sábados a mediodía a servir comidas a los vagabundos en el comedor de las Misioneras de la Caridad.  ¿Un sábado a mediodía?!!! Y ¿¿mi aperitivo?? Recuerdo que pensé así. Pero es esa voz de Jesús que te dice “rema mar a dentro”, deja atrás el terrenos que ya conoces y haz algo nuevo, deja de planificar lo que “tu” crees que te llena y haz un nuevo camino de servir a otros que te necesitan.
Pedro se fió, sólo por que venía de Jesús, dice la Escritura: “por tu palabra, echaré las redes. Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red...” Lo que descubrió fue la abundancia de la alegría que encontró en los nuevos caminos que Jesús le fue marcando. Fue entonces cuando Jesús le hizo entender la verdadera orientación de su vida: “Serás pescador de hombres”. No hay mayor gozo que orientar la vida hacia los demás, hacia el servicio de los otros. Esto supone una restructuración de las prioridades de la vida, una organización de horarios que ya no gira todo en torno a mi, sino en torno a las necesidades de los demás, de la familia, de los empleados, de la comunidad parroquial, de cáritas, de tantas opciones que hay para poder ayudar a otros.
¿Qué supone para mi estas palabras de Jesús: “rema mar a dentro”?

5th Sunday of Ordinary Time, Year C


The Lord is calling you!
fr. James McTavish

Isa 6:1-2a, 3-8 Ps 138:1-2a, 2b-3, 4-5, 7-8 1 Cor 15:1-11  Luke 5:1-11

What do you think the call of God is like? Today Jesus calls Peter the fisherman to leave his nets behind and follow him. St Paul tells us of his calling too and the Lord calls Isaiah asking, “Who will go? Who will tell them?” Do you know that actually God calls EVERY ONE OF US! The most important thing you can do in this short life (and hurry because there is not much time) is to discover the call for you. How old are you now? Have you discovered it yet? St Thérèse of the Child Jesus discovered it at only 15. Sometimes we think we have all the time in the world but she died at 24. By then she had not only understood her calling but lived it to the full. So much so that when she was canonized she was called “the greatest of modern Saints.”

We are only on earth for one reason and no other. To answer the call of Christ. Everything else is secondary. When I say secondary, I mean it is not so important. What is happening in your favourite TV show, the headlines in the newspaper, the things you have to do...don’t get side-tracked. Stay focussed. Why are you so easily distracted? If you had all the time in the world then you can dilly dally but you don’t. I remember when I was 29, my birthday, and listening to a song by U2 called “I still haven’t found what I’m looking for.” Do you know what I realised right then, in a moment of grace? That I didn’t know what my life was for and if I didn’t wake up I would be listening to the same song when I was 69. Realise this and you will save a lot of wasted energy – God is calling you. Period. Now try to discover what the calling is.

The biggest misconception is the idea that the calling is to be only a priest or a nun. Wrong! I can even be a priest (and I am!) but it does not mean that I am responding to God’s call. A priest is the state of life that God calls one to but as a priest, one has to try to be faithful to that calling each day. That is why we have to pray! If I don’t pray how can I listen to what God wants? If your cell phone is switched off you cannot receive calls. If our hearts are switched off then we cannot listen to the call of God either.

What is the call of God like? Recently we had a first mass of a newly ordained priest. He talked of the need to share our talents and gifts especially with those most in need. One man listening to the homily came up and asked how he could help our mission. He was the owner of a pharmaceutical company and wanted to give some medicines to the poor. Now this is the calling of God! Later he was asking me about my vocation story. He was surprised that I was a Doctor before and now a missionary priest. When he told me that I was answering the call he didn’t realize that God was calling him too! Here in the Philippines there would be less poor if the many rich were prompter to respond to God’s call to reach out and share. As my father always reminded me “If we do not love the poor we will never enter the Kingdom.” How easy to ignore this calling of God! God still calls but many times we do not want to listen. Often we believe the Lord will take something away but as Jesus himself told us “I have not come to steal, kill or destroy. I have come to give you life, life in all its fullness.”

I remember meeting a doctor who had given up a very lucrative speciality in medicine to take care of those who are dying. When I asked the Doctor why, it was because they felt it was a calling from God. How beautiful the testimony of those Christians who are sensitive to the calling of God, those for whom God’s word does not fall on deaf ears but on good soil. We should not remain hard hearted in front of the Lord’s pleading to build up a more just world. It is good to see how the young still desire to do great things and help build a better world. This summer a group of young people will come on a mission trip to visit the Philippines. Well done to those young people who still believe it is possible to make a difference in the world of today! They are answering God’s call to push out a little from the shore, to put out into deep water.

Sometimes we can be hesitant to follow what God wants. We know but we doubt, we feel timid. But the Lord is very patient with us. He does not push us, or violate our freedom. In the gospel of today Jesus enters the boat of the fishermen and asks them to put out a short distance from the shore. They follow and then Jesus asks, “Put out into deep water and lower your nets for a catch.” What is the deep water that Christ is asking you to enter? Often it involves a risk, a leap of faith. Peter tells Jesus, “Master, we have worked hard all night and have caught nothing, but at your command I will lower the nets.” Peter responds to the call of Jesus and catches such a great number of fish that the nets were tearing. What a dream come true for the fishermen. Responding to his call is the best way to enjoy this short life. What are you waiting for? Follow him! Don’t miss the boat! Respond while you still have time. Amen.

3 feb 2013

IV T.O. - REFLEXION Evangelio Semanal


¿Quien soy yo para juzgar a los demás?
P. Luis Jose Tamayo

Es impresionante ver como Jesús se mete en líos. Realmente Jesús debió de ser de una personalidad fascinante. Qué pasaría en esa mañana en la sinagoga? mira como acaba el relato de este Evangelio: “Todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, empujaron a Jesús fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo.” Lo querían despeñar… debió de despertar en ellos una rabia tremenda. Se puso a toda la asamblea de la sinagoga en contra. (Me sale decirle a Jesús: que ganas de meterte en líos!!)
Pero es que Jesús en ese momento les habló clarito... y cuando se dice la verdad… esta duele… o como dirían otros: la verdad escuece!
Este Evangelio es continuación de la lectura del domingo pasado. Al principio dice la Escritura: todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios”. Sin embargo al final dice: “Todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, empujaron a Jesús fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo.” La pregunta es: ¿qué pasó? ¿qué dijo? ¿qué les ofendió tanto para cambiar de una opinión a otra? La actitud de la asamblea cambia como de la noche a la mañana, de un polo a otro. No se… pero una reacción muy equilibrada no parece. Jesús les recriminó su orgullo por creerse merecedores de Dios sólo por el hecho de ser israelitas y no recibir a Dios desde un corazón necesitado.
Es muy fácil de entender. ¿Cuantas veces me siento con el derecho de juzgar al otro por que no es de mi condición? Hace unas semanas un católico me hablaba de un homosexual y de forma despectiva me decía que estaría en el infierno; ¿quién soy yo para juzgar a nadie?
En este relato Jesús está en la sinagoga, entre israelitas, entre aquellos que se sentían el “pueblo elegido” y por lo tanto se creían con el derecho exclusivo de Dios y de su salvación. Su arrogancia les hacía juzgar a que aquellos no israelitas no merecían la gracia de Dios. Entonces, estos mismos israelitas, le reclaman a Jesús los milagros de sanación y curación como hizo en otras tierras paganas. Jesús mismo les lee el pensamiento y les recrimina: «Sin duda me recitaréis aquel refrán: "haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.”  Es decir, ellos lo que le dicen es: “a ver, si has hecho esas curaciones por allí, entre tierras paganas, pues hazlo aquí también, entre nosotros, nosotros si que lo merecemos, puesto que nosotros somos el pueblo elegido. En el fondo ellos piden desde la arrogancia y la exigencia, juzgando a los que no son de su condición.
Jesús les echa en cara su arrogancia para creerse merecedores de Dios. La salvación es un don de Dios, no es algo que tu puedes apropiarte, es un regalo que se recibe desde la humildad, no es un derecho adquirido. Jesús les habla de las viudas y leprosos de Israel, que aún siendo gente en necesidad, por el hecho de pertenecer al pueblo judío no recibieron la curación, por que se creían ya con el derecho de salvación. Sin embargo, la salvación llegó a aquellos que no pertenecían al pueblo judío, al pueblo elegido, pero les llegó por la humildad y su necesidad de Dios: una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón (norte de Galilea) y Naamán, el sirio. Ellos eran paganos, ellos estaban fuera del pueblo elegido, y ellos son los que fueron curados.
Los israelitas de la sinagoga montaron en cólera, puesto que Jesús solapadamente les estaba llamando engreídos y arrogantes, más aún, no merecedores de Dios por su actitud de juzgarse mejores que los otros, y por ello con más derecho.
Esto nos ayuda a entender como es nuestra actitud frente a los demás. Cuantas veces e pongo por encima de los otros por que no viven lo que yo vivo, por que no están dentro de mis esquemas. Me creo yo más merecedor de Dios, de su gracia, más merecedor de un honor… por que no soy como los demás. Cuantas veces nos sale el juicio frente a los adultos: “es que ese va a misa y mira como vive…”; a los niños: “Como te portes así de mal no haces la Primera comunión”; o alguna le he oído a decir a su marido: “No se por que comulgas, acabas de comulgar y mira lo que haces”. Como si nosotros fuéramos superiores, con capacidad de decidir quien merece o no a Dios. Es que eso no lo puedo juzgar yo.
La gracia de Dios, la experiencia de Dios, la vivencia de Dios se recibe desde la pura gratuidad. Yo no me gano a Dios por mis meritos. Como yo soy mejor que los otros… O por que los otros son peores… Mirad, eso es lo que les echa en cara Jesús a los israelitas: la viuda de Sarepta y Naamán, el sirio fueron salvados por su humildad, por su necesidad de Dios, no por ningún mérito. La pregunta clave está en el corazón: ¿quién soy yo para juzgar el corazón del otro? Aunque vea sus actos, muchas veces nunca sabré que hay en el corazón de la gente.
Y yo que me siento tan cristiano me pregunto: ¿Cómo está mi corazón? ¿Es el mío un corazón necesitado de Dios? ¿de verdad necesito de Dios? ¿Lo busco con agradecimiento? ¿Lo recibo como un gran regalo? La viuda de Sarepta y Naamán el sirio no esperaban la salvación de Dios, y sin embargo por su humildad la recibieron. Las viudas y leprosos de Israel eran necesitados y del pueblo de Israel, pero sin embargo creyendo que tenían derecho, no la recibieron. La vivencia de Dios se juega dentro del corazón.

4th Sunday of Ordinary Time, Year C


We need an anchor!
 Fr, James McTavish

Jer 1:4-5, 17-19 Ps 71:1-2, 3-4, 5-6, 15+17 1 Cor 12:31—13:13  Luke 4:21-30

Life has many highs and lows. One of my friends was complaining about his job and wanted to resign. The very next day he secured a big deal and was so happy. One day he was sad and dejected and the next day he was so happy. Life has high points and low points. In one moment we can be healthy and even taking our health for granted and the next day we fall sick. I was doing some sports recently and now I have back ache and have to rest. Life has ups and downs. In one moment you can be the hero of your work, receiving accolades then the next thing that happens is you get fired as happened to one man I know. Even in our spiritual life we have periods of consolation, when all seems clear and we seem to be running towards holiness. Then comes a dark tunnel, we wonder where we are going and we feel desolation. How can we live these various moments?

Jesus himself experienced highs and lows. When he spoke in the synagogue in his home town at first the people were amazed - “And all spoke highly of him and were amazed at the gracious words that came from his mouth.” (Luke 4:21-30). How easy to enjoy praise! But it can become a trap, a kind of drug that is very addictive – the desire to be praised and the concomitant allergy to criticism. St John Chrysostom commented “I know not whether any man ever succeeded in the effort not to be pleased when he is praised, and the man who is pleased at this is likely also to desire to enjoy it, and the man who desires to enjoy it will, of necessity, be altogether vexed and beside himself whenever he misses it… they who long for applause, not only when they are blamed without a cause, but when they are not constantly being praised, become, as by some famine, wasted in soul, particularly when they happen themselves to have been used to praise, or if they hear others being praised.” (Treatise Concerning the Christian Priesthood, Book V,4).

Jesus shows his freedom from human praise because afterwards he speaks the truth directly to those in the synagogue. He reminds them that the prophets Elijah and Elisha went to serve the non-Israelites and this enraged the crowd so much so that they were “filled with fury.” They wanted to throw him off a cliff! Jesus is stable in the praise and in the criticism. He can bear the intense heat of criticism and the cold shoulder of rejection, he is a man who is constant in all seasons. His example reminds us that we will experience challenges, sometimes our emotions are up, sometimes they are down, sometimes we don’t know where they are but in all this let us keep our eyes fixed on Jesus. Even in front of the cross he did not give up, he persevered. The letter to the Hebrews tells us: For the sake of the joy that lay before him he endured the cross, despising its shame, and has taken his seat at the right of the throne of God” (Hebrews 12:2).

We need to learn from Jesus how to live with praise and criticism. One huge problem with our faith is that we try to be people pleasers. We seek the glory of man and not the glory of God. As Christians we have each been baptized into the prophetic mission of the Church. To speak out for justice and truth like the many brave journalists around the world who have given their lives in the quest to announce the truth.

How can we be more stable in the middle of life’s challenges? How can we weather life’s storms? Any good ship’s captain knows the importance of an anchor, which gives stability in the storm. Thanks be to God in Jesus Christ that we have a solid anchor – Christ himself (cf. Hebrews 6:19). In early Christian art, in the catacombs of Rome, the anchor was used to depict Christ. He is our steady anchor and gives us much stability in the storms of life. We have a great anchor, Christ himself. Let us hold onto him tightly! Let us learn from him how to handle various emotions, to live with praise and offer it to the Father – “all glory and honour is yours Almighty Father” and when we are criticized to give it all to Jesus.

Only when we are firmly rooted in this relationship with the Lord will we be able to persevere and endure what comes our way. And in the middle of the battle we can imitate Christ – “They tried to throw him off the cliff but he passed through the midst of them and went away.” Water off a duck’s back! Jesus, teach us how to live all life’s situations with you, the highs and the lows, and to be more constant in our loving response to you. May you be our anchor in the highs and lows of life. Amen.