25 oct 2008

26/10/2008, reflexión del evangelio del domingo

El Segundo mandamiento es semejante al Primero (por Luis Tamayo)

En la lectura de la Palabra de hoy vemos como le hacen una pregunta a Jesús: ¿Cuál es el mandamiento principal de la Ley de Dios? 

Quizás fue para ponerlo a prueba, ellos querían ver que respondía. Jesús no sólo fue fiel a la lo que la Ley decía, sino que añade algo más par su total comprensión. Esta fue la novedad que Jesús trajo. 

Jesús responde haciendo mención a la Ley: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu ser. Y luego, siendo fiel a la Ley de Moisés, recalca: Este mandamiento es el principal y primero.

Jesús responde dentro de las expectativas de los fariseos. Jesús acierta, esto es el primer mandamiento de la Ley de Moises (lo podemos ver en el Antiguo Testamento, en el libro del Deuteronomio 6, 4). 

Pero Jesús da un paso más en la comprensión del mandato principal de Dios. Jesús viene a revelar un segundo mandato. Acto seguido, nada mas contestar sobre el primero y casi sin darles tiempo a respirar añade: El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 

¿Qué significa cuando Jesús dice que el segundo es semejante al primero? Con esto Jesús viene a hacernos entender que el amor al hermano lo equipara al amor a Dios. Cuántas veces hemos oído: ¿Cómo puedes amar a Dios a quien no ves si no amas a tu hermano a quien ves? La semejanza es porque Jesús viene a equiparar el amor a Dios y el amor al hermano. 

Imaginaos si esto es importante que Jesús acaba diciendo en el Evangelio: Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y todo lo que los profetas dijeron. 

Es verdad que vemos estos dos mandatos en un orden: primero el amor a Dios y luego el amor al hermano, pero Jesús al decir que son semejantes los quiere poner a los dos como el sostén de toda la vida cristiana. San Pablo nos lo recuerda en la carta a los Romanos (Rm 13, 8-10) El que ama al prójimo ha cumplido la Ley. En efecto, lo de: no adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás y todo los demás preceptos se resumen en esta fórmula: amarás a tu prójimo como a ti mismo. La caridad no hace mal al prójimo. 

Por lo tanto, Jesús hoy nos recuerda que no existe otro mandamiento mayor a estos dos: el amor a Dios y el amor al prójimo. Y sobre estos dos se entienden los demás.

La pregunta que me surge ahora es: ¿Por qué entonces el resto de los mandamientos? A todos nos gusta esa parte del amor a Dios y al hermano… pero quien no ha tenido mala experiencia con eso del NO… no matarás, no robarás, no codiciarás, no desearás, no, no, no… Al final nos hemos quedado con un cristianismo del NO, una religión de la prohibición donde todo es malo… “no hagas esto, no hagas lo otro”… y al final lo que ha provocado en muchos y sobre todo en las generaciones jóvenes de hoy es el rechazo a la religión y todo lo que tenga que ver con una forma autoritaria de entender la fe. 

Esto es fácil de entender con un ejemplo. Es verdad que los mandamientos tienen ese aspecto impositivo que suena negativo; es parecido a las señales de tráfico que tienen un aspecto impositivo pero con una función clara la de salvaguardar la vida de los conductores y de los peatones. Y estamos hablando de la vida meramente física.

¿Cómo salvaguardar la vida espiritual? ¿Cómo cuidar que el Amor de Dios en el corazón del hombre no se corrompa? ¿Cómo cuidar que cuando necesito de un amor extraordinario en una situación de conflicto tenga esa fuerza interior? Para eso están los mandamientos. Como la vida interior es algo que nos cuesta ver con los ojos y por tanto cuidarlo, Jesús nos enseñó una serie de principios que nos llevan a una vida plena. 

Los mandamientos tienen un sentido muy positivo, pues son el camino de Dios para cuidar nuestra salud espiritual. Dios mismo con los mandamientos nos está diciendo: “Es que quiero que estés fuerte y robusto; es que quiero que tengas una gran capacidad para amar; ;es que no te quiero triste ni desanimado, te quiero servicial y disponible para los demás. Pero para ello necesitas seguir unos principios en la vida.” Para ello están los mandamientos.

Si no los quieres ver en negativo “dale la vuelta a al tortilla”. En ved de leer no matarás, no robarás, no codiciarás, no adulterarás… míralo del lado positivo: seamos honestos y respetemos las cosas de los otros, seamos generosos con los demás, seamos dignos y virtuosos con las personas del otro sexo, amemos la vida y no la destruyamos. 

En definitiva, lo que hoy aprendemos es que el segundo mandato de la caridad al prójimo es tan importante como el amor a Dios. Estos dos principios sostienen toda nuestra vida espiritual.

No hay comentarios: