30 sept 2012

XXVI Domingo del T.O., REFLEXION Evangelio Semanal,


Llevamos grabados el nombre de Cristo
P. Luis J. Tamayo

Marcos 9, 38-43. 45. 47-48: En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.» Jesús respondió: «No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar.

Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.»
En el Evangelio de hoy, Jesús, claramente defiende a alguien que se supone que no es de los de su ‘grupo’ de creyentes. En una lectura atenta vemos como Juan le dice a Jesús: “mira hay uno que usa tu nombre para echar demonios, pero no es de los nuestros”; y Jesús le contesta: “Mira, si echa demonios en mi nombre, déjalo!,  al menos está contribuyendo a la construcción del Reino. Mejor eso que escandalizar.
Escandalizar, podía ser ese "utilizar el nombre de Dios en vano"*, que no es sólo jurar en nombre de Dios, sino que teniendo el nombre de cristiano por el bautismo, más que contribuir a la construcción del Reino, muchas veces con mis obras y mis palabras, escandalizo. 
(*El segundo mandamiento de Dios es: “No tomar el nombre de Dios en vano”. ¿Que significa? Dios no prohíbe usar su nombre, pero lo que le ofende es que lo tomemos en vano, es decir, no debemos usar su nombre de una manera irreverente u ofensiva. Profanamos el nombre de Dios cuando lo usamos en una manera frívola, y esta clase de uso le roba al nombre de Dios lo sacro y lo reverente que se merece. Pero no es sólo de palabra, sino que también con las obras uno puede tomar el nombre de Dios en vano.)
Esto es como si hoy, un ateo o un no creyente, pero un hombre de buena fe  en el nombre del ‘amor’ y de la ‘paz’ quisiera resolver un conflicto, es decir, expulsar algún demonio. Jesús les diría a aquellos que le pudieran criticar: “Mira, aunque no sea un cristiano de los nuestros, si está resolviendo conflictos en nombre del amor y de la paz, déjalo! Al menos está contribuyendo a la construcción de un mundo mejor. Pues cuanta otra gente hay que si son de los nuestros y escandalizan y utilizan mi nombre en vano”.
Os voy a poner un ejemplo: el otro día hablaba con una persona que en su lugar de trabajo sintió que se había cometido una injusticia, habían promocionado a un chaval junior sin los suficientes conocimientos frente a esa persona senior con los conocimientos necesarios. La persona fue a expresar a su jefe su descontento. El jefe abiertamente cristiano, con un crucifijo en la mesa de su despacho, le contestó con arrogancia, y le dijo: “esto es lo que hay, y si no te gusta ahí tienes la puerta”. Claro esta persona salió escandalizada. Y tiene toda la razón: Las formas, el testimonio, las palabras…
Tomar el nombre de Dios en vano, no es sólo porque utilizo frívolamente el nombre de Dios, sino porque llevando el nombre de cristiano en mi persona, NO doy testimonio de la caridad que lo supone. Por eso arremete duramente contra aquellos que suponiendo debieran de actuar en nombre de Jesús y, sin embargo, escandalizan con sus palabras u obras. A ellos les dice palabras muy duras: “El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar.”
Por eso, Jesús subrayando la importancia de las obras se dirige tanto a los que no son de los 'suyos' como a los que son de los 'suyos'; a unos les anima a otros les llama la atención: 
- Aunque la fe de uno sea débil, aunque uno tenga dudas, aunque uno se declare no creyente, si sus obras construyen desde el amor y la reconciliación… Jesús lo valora. En el Evangelio Jesús dice: “No se lo impidáis”, es decir, dejadle que obre a favor del Reino.
- Pero si tu te haces llamar cristiano y tus obras no acompañan, entonces cuidado! Por eso pone estos ejemplos tan duros de cortarse la mano, el pie o incluso el ojo. Si le levantas la mano a otro, sin dar testimonio del amor, córtate la mano. Si te haces llamar cristiano y le pones la zancadilla a otro, córtate el pie... Lo que Jesús pide es que nuestras obras no sean escándalo para los demás. “Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.”

26th Sunday of Ordinary Time, REFLECTION Sunday´s Gospel


Small details are important
Fr. James McTavish

Num 11:25-29 Ps 19:8, 10, 12-13, 14 Jas 5:1-6 Mark 9:38-43, 45, 47-48

The other day after celebrating a mass for a business, the owner took us for lunch. After the meal I thanked him and said, “Jesus said that even if you give one glass of water to one of his followers you will not go without reward. How much more you will receive after giving us not only iced tea but a nice lunch as well!” Jesus notices the small details. We have a God who notices when a sparrow falls and when a hair falls from our head. God is not indifferent to human effort, even if it seems rather small. Each prayer is heard and each good thought is counted. At the end of our lives we will give an account of each word we have said.

For our lives in Christ we need the grace of vigilance and attentiveness. The spiritual battle is won and lost in the small details. If you are faithful in the small the big things will take care of themselves. Recently we had a retreat with some teenagers, 12 and 13 years old. How beautiful to see the delicacy of their conscience, very sensitive to the Spirit of love in their hearts and trying to put into practice what God is asking from them. We can know many good things but we should try to put them into practice. Here being radical is helpful! When we notice things that block our following of Christ we should not beat around the bush or prune with excuses for our faults and failings: “I am only human!” but go to the root. “If your hand causes you to sin, cut it off. If your eye causes you to sin, pluck it out.” Radical options give clarity. There was a man I know who got hooked on the Internet, in XXX sites. He said, “At first I controlled it but later it controlled me. I needed to cut it! I took some scissors and cut it off! The Internet connection!” Take the axe to the root of the tree, don’t just prune it but be radical (from the Latin word for ‘root’) and go to the roots.

I cut with alcohol because it does not help me. It is easier many times to be radical than to say I will just have one and then have ten. Recently the British Medical Association asked for a ban on alcohol advertising. This is how problematic drinking has become in the UK. I offer my little option to not drink for many people whose lives are controlled by it. Even if it is in “moderation” some of the money spent on it could go towards better causes such as the victims of the flooding in Manila, Philippines.

Referring to the sensible use of wealth St James in today’s second reading gives strong advice against misuse of earthly riches “Come now you rich, weep and wail over your impending miseries…you have lived on earth in luxury and pleasure.” It is true as the African proverb goes “Luxury corrupts more than poverty.” As Catholics we believe in the Universal destination of goods. Sometimes we just have too many things. It is hard to justify that spare pair of unused shoes in the cupboard when Christ is walking around bare foot in the lives of many poor people. Recently we had a mass in an orphanage. A well-to-do lady came at the end and complained that the altar was not grand enough. Perhaps she forgot that Jesus was born in a stable and lived a life of poverty. I reminded her that we were in an orphanage and probably the money was being spent on the orphans instead. St John Chrysostom once said, “Of what use is it to weigh down Christ’s table with golden cups, when he himself is dying of hunger? What is the use of providing the table with cloths woven of gold thread, and not providing Christ himself with the clothes he needs? Do not, therefore, adorn the church and ignore your afflicted brother, for he is the most precious temple of all.” “Anyway,” I said to her, “if you are really concerned perhaps you could make a small donation to the sisters to contribute towards a new altar.” “Oh no Father, I wasn’t meaning that.” she replied defensively.

Sometimes we may not be materially rich but spiritually so. So much faith, so many experiences of prayer, so many masses but who benefits? Anyone else? We have received so much that we can become spiritually overloaded. We need to share! Generosity is the only antidote. As it says in today’s first reading, “Would that all the people of God were prophets!” And we are, as in baptism we receive the triple dignity as priests, kings and prophets. Let us all exercise our prophetic task in sharing the love of God we have received with others. Let us cut out our pride which makes us think we are better than others. Even our giving can inflate us because we think we are doing others a favour but we are merely giving them what belongs to them by justice. Let us root out our selfishness with generosity and take care of our friendship with Christ, especially in the small details.

23 sept 2012

XXV Domingo T.O., REFLEXION Evangelio Semanal


El camino estrecho de la humildad
P. Luis J. Tamayo

San Marcos 9,30-37: Jesús iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?» Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.» Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»

Jesús, como maestro de vida, buscaba instruir a sus discípulos por el verdadero camino de la vida. La clave más esencial que marca todo su anuncio, todo el Evangelio, es el camino de la humildad. Dice el evangelio que les instruía sobre el camino de la cruz y la humillación. Jesús repetirá la misma lección en el Evangelio de Juan 12,24 "si el grano de trigo no cae en tierra y muere, no da fruto abundante".
La humildad es la lección de los grandes maestros espirituales, es la vida de los grandes santos, es el camino que escogió la Virgen ("Proclama mi alma la grandeza del Señor, pues se ha fijado en la humildad de su sierva" (Lc 1, 46-55). Es el gesto de Juan Pablo II cuando aterrizaba en el país que visitaba de arrodillarse y besar el suelo; es la opción de Madre Teresa de Calcuta de servir a los más pobres entre los pobres, y así un largo etc. En una persona, la humildad es la virtud que más atrae; la humildad es lo que hace de un persona algo grande.
La humildad en un hogar, la humildad es la virtud que abre las puertas al entendimiento, a la comprensión del prójimo, al encuentro entre posturas enfrentadas, es decir, a la santidad de vida, etc…
Jesús, a pesar del esfuerzo por ayudarles a entender como la humildad es la clave del verdadero camino para la vida cristiana y para la grandeza del hombre, resulta cómico descubrir como los discípulos no entendían.  Nos es fácil ver cómo tantas veces los impulsos del corazón buscan los caminos contrarios a la humildad. Y aunque la cabeza sabe, los impulsos del corazón se resisten. Dice la Escritura: “no entendían aquello que les explicaba del camino de la humildad, y llegando a Cafarnaún les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?» pues ellos habían discutido quién era el más importante.
Esto mismo nos pasa a nosotros. Aunque sabemos que el orgullo no nos lleva a ningún lugar, sin embargo cuantas veces nos encontramos en el hogar en dinámicas de a ver quien tiene más fuerza, quien puede más… las discusiones no tienen fin pues son un pulso entre dos orgullos. Nos cuesta dialogar con tolerancia, escuchando al otro a fondo, buscamos imponer y convencer al otro. Esperamos que el otro responda a mis expectativas y no damos espacios para dejar que el otro recorra su propio camino. Si esto ocurre en las dinámicas familiares, es fácil entender el porque de las guerras a más grande escala. La realidad es que, como los discípulos, no entendemos…
Jesús, después de ver que no se enteraban de nada, no desespera, no pierde la paciencia... y lo vuelve a explicar. Nosotros, cuantas veces, después de decirle al niño 4 veces: "no hables con la boca llena", al final, dejamos paciencia y humildad de lado y le damos un grito... Jesús con paz y humildad y sin echarles la bronca, y sin ponerse nervioso, pone en práctica la lección de humildad. Palabras y hechos en su persona van al unísono. Entonces vuelve a explicarles la lección con una frase breve y escueta: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Jesús, más adelante, esta lección la llevará a su plenitud en el lavatorio de los pies, se pondrá como servidor de otros, y caminará por los caminos de la humildad extrema en su humillante pasión y muerte, escogida voluntariamente. Así es, la grandeza del cristianismo está en vivir la humildad como el gran camino estrecho que lleva a la VIDA, pues por el camino ancho entran muchos y lleva a la perdición (Mt 7,13-14).

25th Sunday of Ordinary Time, REFLECTION Sunday´s Gospel,


To be truly great!
Fr. James McTavish

Wis 2:12, 17-20 Ps 54:3-4, 5, 6-8 Jas 3:16—4:3 Mark 9:30-37

The boxer Muhammad Ali famous catch phrase was “I am the greatest!” Today in the Gospel (Mark 9:30-37) the disciples are arguing among themselves who is the greatest. Man desires to be great, to do great things. To be great you need to be ambitious. In your company if you want great sales you need to have an ambitious program. There is no greatness without ambition. Jesus once told some disciples, “You will see greater things than this!” How great to be ambitious not just for money or worldly power but for the kingdom.

Recently we hosted a prayer meeting for teenagers and it was encouraging seeing so many saying there greatest desire was “to be a better person.” For sure if Jesus calls us to follow him it is to because he wants us to become great: to be great in love, to be great in taking risks for the gospel, to be great in peace, kindness and forgiveness. In a word, great in doing good. As the church document Optatam totius reminds us, the moral life is to reflect the greatness “of the calling of the faithful in Christ and the obligation that is theirs of bearing fruit in charity for the life of the world.” Wow! What a great perspective. It is not just to say, “I am not a bad Catholic I have not killed anyone” but it is to do great things with all the faith and love we have in Christ.

It is interesting the context of the discussion of greatness of the disciples. Immediately beforehand Jesus had been explaining his passion and death, how much he would suffer: “The Son of Man is to be handed over to men and they will kill him, and three days after his death the Son of Man will rise.” But the disciples did not get it. Instead they were thinking of worldly greatness and ambition. In Shakespeare’s play we find Macbeth lamenting, “I have no spur to prick the sides of my intent, but only vaulting ambition which o’erleaps itself and falls on th’other.” (Macbeth, Act 1, Scene 7) Macbeth talks of worldly ambition, using the metaphor of jumping onto a horse so enthusiastically that he falls onto the other side. Macbeth’s worldly ambition is so great he is prepared to kill to get what he wants.

In the letter of James it states, “Where do these wars and battles between yourselves first start? Is it not precisely in the desires fighting inside your own selves? You want something and you lack it; so you kill. You have an ambition that you cannot satisfy; so you fight to get your way by force. It is because you do not pray that you do not receive; when you do pray and do not receive, it is because you prayed wrongly, wanting to indulge your passions.” (James 4:1-3) We pray for a great score in the exam – ok, then study! We desire to be great preachers of the Word of God – ok, so prepare well your talk.

Jesus shows the disciples the real way to greatness. He sits down, tells them, “If anyone wishes to be first, he shall be the last of all and the servant of all,” then welcomes a child and says, “Do this in my name.” He does not quench the Spirit of greatness in his disciples but orients it. He shows that greatness is achieved through small steps. Often you can gaze and dream about future greatness and lose sight of the vital steps to get in the here and now. When I win the lottery I will give millions to the poor. But generosity is not improvised! If you cannot feed one hundred, then just feed one!

How can we be sure that all we need will lead us to the greatness of the Kingdom and not be led astray by worldly ambition and desire? Jesus tells us, “Whoever receives one child such as this in my name, receives me.” Whatever we do to do it “in the name of Jesus,” to do it as U2 would sing “in the name of love.” To do everything offering it through Him, with Him, in Him, always abounding in energy for the Lord's work, being sure that in the Lord none of our effort is wasted. (1 Corinthians 15:58). Of course we need great projects for the Lord to fire up all our imagination. As St John Leonardi wrote, “Great works are accomplished only by great men, and great men should be involved in great works.”

Let us ask Mary our Mother for guidance, for she was able to be faithful to the small steps but never losing sight of the big picture: “He has looked with favour on his lowly servant but generations will call me blessed!”

16 sept 2012

XXIV Domingo T.O., REFLEXION Evangelio Semanal,


Y tu, ¿quién dices que soy?
(P. Luis J. Tamayo)

Marcos 8, 27-35: Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.» Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?» Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías.» (…) Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.»
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!» Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará
En el Evangelio de hoy, Jesús quiere saber que concepto tenemos de él, le interesa saber quien es Él para cada uno de nosotros. Así primero, como quien no las quiere, a modo de introducción empieza con la pregunta: “y la gente «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas Pero a Jesús le interesaba más su respuesta personal, no ya sólo lo que la gente pueda decir, sino tú y yo. Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?» Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías
A Jesús no le interesa que le definamos con frases hechas del catecismo que aprendimos años atrás. A Jesús le interesa saber quien es él en tu vida, que experiencia de él tienes, que significa Jesús en tu vida. Esta es la pregunta que hoy en un momento tranquilo de oración te puedes hacer: “Y yo, ¿quién digo que es Jesús en mi vida?”. Saber definir la experiencia de Jesús en la vida de uno supone que Él ha dejado huella. Como en una boda, ¿cuántas veces hemos escuchado palabras de familiares sobre el novio o la novia que les definen en su relación? ¿Quién es Jesús para ti? Y no vale respuestas hechas que significan ‘nada’.
A esta pregunta, Pedro contesta: Tu eres el Mesías. Mesías quiere decir Salvador. Probablemente esa fue la experiencia de Pedro: Señor, tu eres el Salvador, quien me rescató de una vida mediocre que me has llevado a conocer mayor plenitud. Tu eres quien me ha salvado de vivir en la pequeñez de una vida un tanto egoísta, para abrirme los horizontes de un amor generoso, entregado, con un proyecto de construir el Reino…
La pregunta que se le puede hacer a Pedro es: ¿Por qué caminos te estabas imaginando que llegaría todo eso? Pedro vivía en una nube. Pedro estaba ya acostumbrado a los clamores exitosos del Nazareno, a vivir rodeado de buena gente, acostumbrado al glamour de los milagros, hasta a la gracia de salir siempre airado de los aprietos en los que se metían. Estaba junto a Aquel que iba adquiriendo gran fama por las tierras de Galilea. Pedro se situaba en su “confort zone” (como dicen los psicólogos americanos).
Así, al escuchar que los caminos de construir ese nuevo proyecto iban a pasar por que El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado y ser ejecutado… no le debió hacer mucha gracia. Pedro encontraría resistencias. ¿Salir de mi zona de confort? ¿salir de lo que me gusta, de lo que ya controlo, de lo que manejo? Esto no gusta a nadie, es más, nos saltan todas las resistencias. Por eso, Jesús lo coge a parte y le dice: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!» Tu buscas tus propios caminos, y no los míos. Más tarde, Pedro se da cuenta que este fue el camino de la salvación.
No hay tener miedo a adentrarse en zonas que uno no controla, en situaciones que desestabilizan tus seguridades, en aquello que no entra dentro de tus esquemas… la solución no es la queja ni la resistencia, sino la solución es el cambio de actitud mediante la pregunta “mágica”: Señor, y tu que quieres de mi en esta nueva situación. Y abrirse a las nuevas posibilidades que Dios inicia en una nueva etapa. Allí es donde está la salvación.

24th Sunday of Ordinary Time, REFLECTION Sunday´s Gospel


Whoever loses his life for my sake and that of the gospel will save it
(Fr. James McTavish)

Isa 50:4-9a Ps 116:1-2, 3-4, 5-6, 8-9 Jas 2:14-18 Mark 8:27-35

In the last few days we have been very busy here in our mission in Manila, Philippines. On Friday we were invited to give a half day workshop on prayer and Christian living. There were twenty people present. The organizer was an 80 year old woman, zealous for the happiness and welfare of many of her friends and relatives. After that encounter it was off to celebrate a thanksgiving mass in a Pharmaceutical company and to talk to various employees. On Saturday an impromptu interview was held by students wanting to discover more about missionary life for their school project. It was a challenge or a cross to juggle different priorities and needs as I was also preparing a formation for Sunday on the letter of St Paul to the Ephesians. In the middle of all this I received a phone call to come and speak to a person in difficulties. But strangely enough in the middle of all these activities in a moment of prayer and reflection I notice something paradoxical – a tremendous sense of peace and joy – I feel very alive!

How can this be explained? Jesus our good teacher does so in the gospel today (Mark 8:27-35). What is the lesson to be learned? Whoever loses his life for my sake and that of the gospel will save it.” It is as simple and as difficult as that. The most beautiful thing is to work for the kingdom, to work for Jesus and for the gospel. The fruit is joy and peace. On the contrary, when I am the Lord of my own time (and many times I live like that!) the fruit is actually anxiety and tension and there is never “enough time.” As Jesus explains “Whoever wishes to save his life will lose it.” How different when I am not the centre of my universe, when my life does not merely revolve around me, myself and I but others can disturb me!

When Jesus started to explain this way of the cross to his disciples Peter reacted strongly, taking Jesus aside and trying to correct him. But Jesus told him that he was thinking like a man and not as God does. Jesus summoned the crowd with his disciples and said to them, “Whoever wishes to come after me must deny himself, take up his cross, and follow me. For whoever wishes to save his life will lose it, but whoever loses his life for my sake and that of the gospel will save it.” The lesson of the cross is very hard to understand in theory. It is not humanly “attractive” and can only really be assimilated in practice, in our actual lives. A couple I know before the arrival of their first child always had so much time for themselves and for fancy holidays and nights out. They now have their first child and are dedicated full time to taking care of this little one. The wife, who before always looked so glamorous, is now with some eye bags from late nights feeding the baby but she looks more beautiful than ever because she radiates so much joy and peace, no longer living for herself but trying to love and care for her child.

Let us reflect and ask, “Who am I living for today?” Is it for myself? We know the fruits that will come. How different to live for others, to live for the Lord and for his Gospel. Lord, how can I live for you and for your gospel? Let us ask for the grace not to be afraid to embrace our daily cross, not to be afraid to lose our lives because we have this written guarantee from the Lord himself - “Whoever loses his life for my sake and that of the gospel will save it.”

9 sept 2012

Domingo XXIII T.O. REFLEXION Evangelio Semanal


Abrirse a las grandes cuestiones de la vida.
(P. Luis J. Tamayo)

El Evangelio de hoy (Marcos 7, 31-37) presenta la curación de Jesús a un sordomudo, a quien acercándole al Maestro le piden que le imponga las manos. Jesús mirando al cielo, es decir, confiando en el poder que el Padre le ha dado para dar vida y renovarlo todo, le dice: “Effetá”, que quiere decir, “Ábrete”. El Evangelio dice que se le abrieron los oídos, se le soltó la lengua y empezó a hablar sin dificultad.
Hoy día, quizás, la necesidad de nuestro tiempo no es tanto la apertura de los oídos o de la boca, sino es la necesidad de abrir el corazón a las cuestiones esenciales de la vida, a las preguntas más fundamentales de nuestra vida que en muchos de nosotros aún están sin resolver. Es la necesidad de abrirse a buscar el verdadero sentido a la vida. Si hoy estamos en crisis, no es sólo una crisis económica, de fondo es una crisis de los grandes valores del hombre.
Este verano leía en el periódico un artículo que decía que la mayoría de las personas pasan más tiempo planeando sus vacaciones que pensando en las cosas verdaderamente importantes de sus vidas. Claro está que las vacaciones tienen una cierta importancia, sin embargo si uno busca una mayor profundidad en su vida debiera preguntarse: ¿Cuán importante es esto u lo otro que ahora me preocupa? ¿Cuán importante es esta cuestión entre las grandes cuestiones que afectan mi vida y la de mi familia?
Yo creo que todos aspiramos a una vida de mayor calidad, de mayor madurez, alcanzar un sentido más profundo a mi existir… personalmente pienso que la espiritualidad del cristianismo nos debiera llevar a esto. Pero sinceramente cuando uno observa un poco su actividad mental durante el día se da cuenta que las preocupaciones que le llevan el tiempo son cosas de menor importancia (imaginarse tener un monitor que hiciese una estadística de en que se centra mi pensar durante el día… uffff!! menudo susto!!). Muchas veces será cualquier problema, una irritación, un malentendido, la ropa de otoño que necesito comprar, etc. Ayer en el telediario hablaban de que ahora en septiembre lo que más le preocupa a la gente es ponerse a dieta. Lo irónico es que el entrenador entrevistado decía: “Muchos se matriculan y vienen en septiembre, pero para octubre lo dejan”. Para que veamos el alcance de tal preocupación.
Cuando uno está en ello piensa que es lo verdaderamente importante… como por ejemplo el uniforme de los niños o el inicio de su colegio. Sin embargo, uno se puede preguntar honestamente ¿cuán importante es? Pues, cuando recuerde estas cuestiones de hoy en dos meses, ¿las consideraré importantes? Corremos el peligro de vivir en una sociedad de consumo que nos lleva a que en un mes estemos preocupados por otra cuestión que durará otro mes… y así sucesivamente. La imagen que me viene es el de las gallinas picoteando de todo pero no profundizando en nada importante y fundamental para la vida.
Hoy, el “Effata – Ábrete!” de Jesús es su invitación a abrirnos a las grandes cuestiones de la vida, que no se resuelven en el momento, sino que se arrastran toda la vida. Por ejemplo: ¿cómo puedo mejorar mi relación con Dios? ¿me doy la oportunidad de disfrutar del momento presente? ¿estoy trabajando por ser la persona que deseo ser? ¿de que puedo estar agradecido hoy? ¿qué significa la felicidad para mi?
Os invitamos a que nos acompañes en el inicio de este nuevo curso e ir considerando aquello verdaderamente importante que nos conduzca a una mayor profundidad y madurez. Le vamos a pedir a Dios que nos ayude al comienzo de este curso a darle tiempo en la oración y meditación para pensar y dialogar con Él las cosas que verdaderamente me atañen.

8 sept 2012

23rd Sunday of Ordinary Time, Year B REFLECTION Sunday´s Gospel


Ephthatha! Be opened!
Fr. James McTavish

Isa 35:4-7a Ps 146:6c-7, 8-9a, 9b-10 Jas 2:1-5 Mark 7:31-37

In the Gospel today Jesus meets a man who is deaf and dumb (Mark 7:31-37). The two ailments often go together as a person who cannot hear will have difficulty to speak. Jesus takes the man away from the crowd, touches his ears and his mouth, sighs and says “Ephphatha!” that is, “Be opened!” How delicate is Jesus in healing this man! He takes him away from the crowd in the same way that a good Doctor will not examine his patient in public but rather respects the dignity of the person and does so in private. Jesus sighs because he shares in the suffering of man. His words are powerful: “Be opened” and the man starts to hear and speak. His tongue was loosened.

There are many congregations today dedicated to the deaf and dumb. One such community is “The Salesian Sisters of the Sacred Hearts of Jesus and Mary.” One day their founder Fr. Philip Smaldone was in a church and witnessed a young child crying. His mother was unable to console him because he was deaf. St Philip Smaldone heard those cries and sighed that no one was dedicating to caring for deaf and dumb children. He founded said congregation which now dedicates to the care of deaf and dumb children all around the world and their motto is “Ephphatha! Be opened!”

Our senses are a gift from God. How do we use them? Our eyes are to see God’s presence in the world. Many times we have to admit our blindness. There was a man who called his neighbour a pig because they were arguing over a fence. His neighbour responded by calling him Jesus. The man wondered why he was calling the neighbour a pig yet his neighbour was calling him Jesus. The neighbour explained, “When I look at you I see Jesus because I have the eyes of Jesus. When you look at me you see a pig because you have the eyes of a pig.” How are our eyes? St James invites us in his letter to not be taken by appearances, in treating the rich well and the poor with disdain (James 2:1-5). When we look at others, rich and poor alike, we strive to see Jesus in the other. Remember that man looks at appearances but God looks at the heart. There is a Spanish song that asks not just for a new world but for new eyes to see others differently and to see the renewal God is already working.

How much our ears need to listen to Good News. Being bombarded by bad news we become mute too because we have nothing good to share with others. Like the man in the gospel it needs the intervention of Christ, the Good Doctor, to heal us. In our baptism the priest touches our ears and our mouth and says “Ephphatha, be opened.” Why, if already the baby can hear and is definitely not mute judging by its squeals when the cold water is poured on its head? Surely it is to open its spiritual senses. Many times Jesus said to listen, if you have ears. Of course all the listeners had ears but did they really hear the message or did it fall on deaf ears?

When St Augustine recounted his conversion he wrote, “You called, and cried aloud, and forced open my deafness. You gleamed and shone, and chased away my blindness. You exhaled odours, and I drew in my breath and do pant after You. I tasted, and do hunger and thirst. You touched me, and I burned for Your peace.” (Augustine’s Confessions, Book X, Ch. XXVII). You can identify the 5 senses in this experience – hearing, sight, smell, taste and touch. Our spiritual senses need to be opened by Jesus. Let us ask for the grace to be open to Christ, to be touched by him and his Word. To taste and see that the Lord is good, and that our lives can emanate, as St Paul describes, the aroma of Christ. And perhaps we can examine our speech, and pray that it can be full of grace and truth - words that can encourage and build the other up. Many times we really are dumb and are afraid to share about God or heavenly things. Even the eloquent Pope, Gregory the Great, humbly admitted that at times he found himself engaged in gossip and useless chatter that before never interested him. What will you talk about this day? Lord, open my heart, open my ears to listen to your word. And may my mouth speak of what my heart is full of, your Word and your love. 

2 sept 2012

AVISO

AVISO - MADRID:
Para aquellos que residís en Madrid, a partir de hoy empiezo mi tarea pastoral en la Parroquia de las Tablas.

For those who live in Madrid, from now on, I have been transfered to the new Parish of Las Tablas.

Avd. Camino de Santiago 35, Madrid

Domingo XXII, T.O. REFLEXION Evangelio


"Quiero tu corazón cerca de mi" - P. Luis J. Tamayo

Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23: En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores de lavar vasos, jarras y ollas.)
Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?» El les contestó: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos. Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.»
Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.»

La tradición de los mayores, que era la norma, consistía en lavar lo de fuera, manos, vasos, jarras, etc. para no caer en la impureza. Así arremeten los fariseos contra Jesús: «¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?
Pero Jesús sabe llevar la pregunta a su terreno, a lo que a Él verdaderamente le interesa. Pues a Jesús no le interesa solo responder de forma simple, sino que su enseñanza ha de marcar un espíritu nuevo, una tradición nueva.
Jesús podía simplemente haber respondido para resolver esa cuestión de forma puntual, pero eso no es el espíritu de Jesús. Jesús es Maestro, y como tal, el nos quiere llevar a una nueva forma de comprensión de la religión.
Una respuesta simple podía haberse quedado en lo primero que les responde: “la doctrina que enseñáis queda sólo en preceptos humanos”; es decir, como es tradición de los hombres, y no es mandato divino, no es esencial para la salvación. Lavarse o no las manos no añade o quita salvación divina al hombre. Podría decirse que es algo superfluo o no esencial para la vida del hombre.
Una nueva enseñanza: Pero Jesús no queda en una respuesta fácil y puntual, sino que se adentra en el alma misma de la religión judía y penetrando hasta sus entrañas la lleva a lo esencial, marcando una nueva enseñanza. Para ello añade: “Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.” Esto último, si que añade o resta salvación al corazón del hombre, pues lo puro o impuro de una acción o de un pensamiento no es inocuo al corazón del hombre; no queda en lo externo, sino que enraíza al corazón del hombre y lo inclina hacia la bondad o la maldad.
Pero fijaos, Jesús, mucho antes de dar una explicación se centra en la misma Sagrada Escritura, y utilizando al Profeta Isaías, deja clara la actitud de sus oponentes: El les contestó: Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos”. Lo que Jesús busca es un culto donde pongamos el corazón, no labios que repiten oraciones vacías, ni quedar atados a preceptos humanos que no liberan, sino que ponen cargas.