23 sept 2012

XXV Domingo T.O., REFLEXION Evangelio Semanal


El camino estrecho de la humildad
P. Luis J. Tamayo

San Marcos 9,30-37: Jesús iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?» Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.» Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»

Jesús, como maestro de vida, buscaba instruir a sus discípulos por el verdadero camino de la vida. La clave más esencial que marca todo su anuncio, todo el Evangelio, es el camino de la humildad. Dice el evangelio que les instruía sobre el camino de la cruz y la humillación. Jesús repetirá la misma lección en el Evangelio de Juan 12,24 "si el grano de trigo no cae en tierra y muere, no da fruto abundante".
La humildad es la lección de los grandes maestros espirituales, es la vida de los grandes santos, es el camino que escogió la Virgen ("Proclama mi alma la grandeza del Señor, pues se ha fijado en la humildad de su sierva" (Lc 1, 46-55). Es el gesto de Juan Pablo II cuando aterrizaba en el país que visitaba de arrodillarse y besar el suelo; es la opción de Madre Teresa de Calcuta de servir a los más pobres entre los pobres, y así un largo etc. En una persona, la humildad es la virtud que más atrae; la humildad es lo que hace de un persona algo grande.
La humildad en un hogar, la humildad es la virtud que abre las puertas al entendimiento, a la comprensión del prójimo, al encuentro entre posturas enfrentadas, es decir, a la santidad de vida, etc…
Jesús, a pesar del esfuerzo por ayudarles a entender como la humildad es la clave del verdadero camino para la vida cristiana y para la grandeza del hombre, resulta cómico descubrir como los discípulos no entendían.  Nos es fácil ver cómo tantas veces los impulsos del corazón buscan los caminos contrarios a la humildad. Y aunque la cabeza sabe, los impulsos del corazón se resisten. Dice la Escritura: “no entendían aquello que les explicaba del camino de la humildad, y llegando a Cafarnaún les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?» pues ellos habían discutido quién era el más importante.
Esto mismo nos pasa a nosotros. Aunque sabemos que el orgullo no nos lleva a ningún lugar, sin embargo cuantas veces nos encontramos en el hogar en dinámicas de a ver quien tiene más fuerza, quien puede más… las discusiones no tienen fin pues son un pulso entre dos orgullos. Nos cuesta dialogar con tolerancia, escuchando al otro a fondo, buscamos imponer y convencer al otro. Esperamos que el otro responda a mis expectativas y no damos espacios para dejar que el otro recorra su propio camino. Si esto ocurre en las dinámicas familiares, es fácil entender el porque de las guerras a más grande escala. La realidad es que, como los discípulos, no entendemos…
Jesús, después de ver que no se enteraban de nada, no desespera, no pierde la paciencia... y lo vuelve a explicar. Nosotros, cuantas veces, después de decirle al niño 4 veces: "no hables con la boca llena", al final, dejamos paciencia y humildad de lado y le damos un grito... Jesús con paz y humildad y sin echarles la bronca, y sin ponerse nervioso, pone en práctica la lección de humildad. Palabras y hechos en su persona van al unísono. Entonces vuelve a explicarles la lección con una frase breve y escueta: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Jesús, más adelante, esta lección la llevará a su plenitud en el lavatorio de los pies, se pondrá como servidor de otros, y caminará por los caminos de la humildad extrema en su humillante pasión y muerte, escogida voluntariamente. Así es, la grandeza del cristianismo está en vivir la humildad como el gran camino estrecho que lleva a la VIDA, pues por el camino ancho entran muchos y lleva a la perdición (Mt 7,13-14).

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