El camino estrecho de la humildad
P. Luis J. Tamayo
San Marcos
9,30-37: Jesús iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre
va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto,
a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo
preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y, les preguntó: «¿De qué discutíais por el
camino?» Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el
más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser
el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.» Y, acercando a
un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un
niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a
mí, sino al que me ha enviado.»
Jesús, como maestro de vida, buscaba instruir a sus
discípulos por el verdadero camino de la vida. La clave más esencial que marca
todo su anuncio, todo el Evangelio, es
el camino de la humildad. Dice el evangelio que les instruía sobre el
camino de la cruz y la humillación. Jesús repetirá la misma lección en el Evangelio de Juan 12,24 "si el grano de
trigo no cae en tierra y muere, no da fruto abundante".
La humildad
es la lección de los grandes maestros espirituales, es la vida de los grandes santos, es el camino que
escogió la Virgen ("Proclama mi alma la grandeza del Señor, pues se ha fijado en la humildad de su sierva" (Lc 1, 46-55). Es el gesto de Juan Pablo II cuando aterrizaba en el país
que visitaba de arrodillarse y besar el suelo; es la opción de Madre Teresa de
Calcuta de servir a los más pobres entre los pobres, y así un largo etc. En una
persona, la humildad es la virtud que más atrae; la humildad es lo que hace de
un persona algo grande.
La humildad
en un hogar, la humildad es la
virtud que abre las puertas al entendimiento, a la comprensión del prójimo, al
encuentro entre posturas enfrentadas, es decir, a la santidad de vida, etc…
Jesús, a pesar del esfuerzo por ayudarles a entender como
la humildad es la clave del verdadero camino para la vida cristiana y para la
grandeza del hombre, resulta cómico
descubrir como los discípulos no entendían. Nos es fácil ver cómo tantas veces los impulsos del corazón
buscan los caminos contrarios a la humildad. Y aunque la cabeza sabe, los
impulsos del corazón se resisten. Dice la Escritura: “no entendían aquello que les explicaba del camino de la humildad, y
llegando a Cafarnaún les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?» pues
ellos habían discutido quién era el más importante.”
Esto mismo nos pasa a nosotros. Aunque sabemos que el
orgullo no nos lleva a ningún lugar, sin embargo cuantas veces nos encontramos
en el hogar en dinámicas de a ver quien tiene más fuerza, quien puede más… las
discusiones no tienen fin pues son un pulso entre dos orgullos. Nos cuesta
dialogar con tolerancia, escuchando al otro a fondo, buscamos imponer y
convencer al otro. Esperamos que el otro responda a mis expectativas y no damos
espacios para dejar que el otro recorra su propio camino. Si esto ocurre en las
dinámicas familiares, es fácil entender el porque de las guerras a más grande
escala. La realidad es que, como los discípulos, no entendemos…
Jesús, después de ver que no se enteraban de nada, no
desespera, no pierde la paciencia... y lo vuelve a explicar. Nosotros, cuantas veces, después de decirle al niño 4 veces: "no hables con la boca llena", al final, dejamos paciencia y humildad de lado y le damos un grito... Jesús con paz y humildad y sin echarles la bronca,
y sin ponerse nervioso, pone en práctica la lección de humildad. Palabras y
hechos en su persona van al unísono. Entonces vuelve a explicarles la lección con
una frase breve y escueta: «Quien quiera
ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Jesús, más adelante, esta lección la llevará a su plenitud
en el lavatorio de los pies, se pondrá como servidor de otros, y caminará por
los caminos de la humildad extrema en su humillante pasión y muerte, escogida voluntariamente.
Así es, la grandeza del cristianismo está en vivir la humildad como el gran camino
estrecho que lleva a la VIDA, pues por el camino ancho entran muchos y lleva a
la perdición (Mt 7,13-14).
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