¿Cómo descubrir en la Biblia la Palabra que Dios me dirige a mí en este momento?
Por el Padre Cantalamessa
A esta pregunta responde el padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap., predicador de la Casa Pontificia.
Consejos preciosos para aprender a descubrir la Palabra de Dios al abrir las páginas de la Biblia.
¿Qué hace para escribir sus homilías y meditaciones?
--Padre Cantalamessa: [Risas...] ¿Qué hago? Leo la Palabra de Dios. Antes de pensar en mis reflexiones, trato de ponerme ante la Palabra de Dios, de buscar cuál es el mensaje que en este momento particular en el que nos encontramos, en el que me encuentro, emerge de la Palabra de Dios. En general, al inicio, es una pequeña luz, que después, poco a poco, se confirma, se consolida, que se comprende mejor a través de una situación o de un problema actual. Ayuda mucho un clima de oración, de escucha del Espíritu Santo, pues Él ha inspirado la Sagrada Escritura y sólo él sabe explicarla, aplicarla al mundo de hoy.
-¿Qué le aconseja a un cristiano que quiere meditar en la Palabra para sacar lecciones para su propia vida o para tomar decisiones de vida bajo la mirada de Dios?
--Padre Cantalamessa: Depende en parte del estado de vida, de los deberes de esta persona. Si se trata de un uso personal de la Palabra de Dios, para su propia vida, lo mejor es comenzar a utilizar la Palabra que la Iglesia nos ofrece a través de la liturgia: la liturgia de las horas, la misa... Con frecuencia, el Señor para hablar se sirve de la elección de la Iglesia, de las lecturas del día. Escuchar con los oídos atentos las lecturas del día con frecuencia revela una respuesta a un problema particular. Una palabra parece hecha a nuestra medida hasta el punto de que a veces uno dice: "¡Esto ha sido escrito justo para mí!". Por tanto, hay que valorar la elección comunitaria, no personal, hecha por la Iglesia en la liturgia.
Luego está la elección personal, es decir, releer los pasajes de la Escritura que en el pasado han tenido importancia para nosotros, que nos han interpelado. Con frecuencia, el Señor vuelve a hablar a través de los mismos textos para decirnos cosas nuevas y adaptadas a las situaciones que estamos viviendo. Por tanto, hay que valorar las palabras de Dios que en el pasado han sido para nosotros indicaciones importantes.
Consejos preciosos para aprender a descubrir la Palabra de Dios al abrir las páginas de la Biblia.
¿Qué hace para escribir sus homilías y meditaciones?
--Padre Cantalamessa: [Risas...] ¿Qué hago? Leo la Palabra de Dios. Antes de pensar en mis reflexiones, trato de ponerme ante la Palabra de Dios, de buscar cuál es el mensaje que en este momento particular en el que nos encontramos, en el que me encuentro, emerge de la Palabra de Dios. En general, al inicio, es una pequeña luz, que después, poco a poco, se confirma, se consolida, que se comprende mejor a través de una situación o de un problema actual. Ayuda mucho un clima de oración, de escucha del Espíritu Santo, pues Él ha inspirado la Sagrada Escritura y sólo él sabe explicarla, aplicarla al mundo de hoy.
-¿Qué le aconseja a un cristiano que quiere meditar en la Palabra para sacar lecciones para su propia vida o para tomar decisiones de vida bajo la mirada de Dios?
--Padre Cantalamessa: Depende en parte del estado de vida, de los deberes de esta persona. Si se trata de un uso personal de la Palabra de Dios, para su propia vida, lo mejor es comenzar a utilizar la Palabra que la Iglesia nos ofrece a través de la liturgia: la liturgia de las horas, la misa... Con frecuencia, el Señor para hablar se sirve de la elección de la Iglesia, de las lecturas del día. Escuchar con los oídos atentos las lecturas del día con frecuencia revela una respuesta a un problema particular. Una palabra parece hecha a nuestra medida hasta el punto de que a veces uno dice: "¡Esto ha sido escrito justo para mí!". Por tanto, hay que valorar la elección comunitaria, no personal, hecha por la Iglesia en la liturgia.
Luego está la elección personal, es decir, releer los pasajes de la Escritura que en el pasado han tenido importancia para nosotros, que nos han interpelado. Con frecuencia, el Señor vuelve a hablar a través de los mismos textos para decirnos cosas nuevas y adaptadas a las situaciones que estamos viviendo. Por tanto, hay que valorar las palabras de Dios que en el pasado han sido para nosotros indicaciones importantes.
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