15 nov 2008

Reflexión evangelio del domingo 16 de Noviembre


¿Cómo tengo que invertir los talentos que se me han dado? (por Luis Tamayo)

La primera cosa que llama la atención en esta parábola es descubrir la generosidad de Dios. La parabola describe a Dios como el que da. Jesús dice: “Un hombre al irse de viaje llamó a sus hombres y les dejó encargados sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno”. ¿Qué se entiende de la imagen de Dios-Padre que Jesús nos transmite? Dios es dador, Dios es providente, Dios es generoso, a los tres personajes les da algo. La parabola no dice que a esos les da y hay otros a los que no da, sino que da a todos.

La pregunta que surge aquí es: ¿somos agradecidos por lo que Dios nos da? ¿Le damos gracias por todo lo que nos da?

Si uno hace una lista de todo lo que ha recibido de Dios… miremos donde estábamos hace 20 años y donde estamos ahora. A veces la tendencia es la de ver la botella mitad vacía más que mitad llena.

Yo os invito a ver no solo lo material, que es importante… sino adentrarnos en algo más profundo.  Como esa mujer en Filipinas con 5 hijos que se quedó viuda muy joven, y me decía un día con lágrimas en los ojos el día de su 60 cumpleaños… “¿Ves a mis hijos? Mira este ingeniero, este periodista, la otra contable, etc. y acaba diciendo… todo esto ha sido Dios. Pues ¿cómo iba a sacarlos adelante, y darles estudios a todos, siendo yo tan joven y viuda y con la pobreza que vivimos aquí?”

Pero me gustaría profundizar más y poder descubrir lo que no es material. Dios te ha dado la capacidad intelectual para entender, para estudiar; te ha dado talentos como la facilidad para los números, a otros para las letras, a otro para las relaciones, o para ser cercano con los jóvenes. Puede ser la capacidad para escuchar, a otros para hablar y vender. Otra cosa muy importante es que te ha dado la salud para trabajar y para sacar a tu familia adelante.

En Cebú iba muchas tardes a una capilla que estaba en el centro de la ciudad a hacer una visita al santísimo y un ratito de oración. Siempre veía a una señora mayor que al final de su oración se acercaba al sagrario y después de tocarlo con la mano se acercaba esta a las rodillas y también se las tocaba con la misma mano. Esto me llamaba la atención. Un día me acerqué y le pregunte: “Perdón me llama la atención este gesto que hace cada tarde, ¿por qué lo hace?”. ¿Sabéis lo que me contestó? Que tenía un hijo alcohólico y que tenía tres niños, la mujer lo había abandonado. Me decía: “Siempre le pido a Dios me de fuerza cada día en las piernas para seguir trabajando, pues si yo no trabajo mi hijo no puede sustentar a esos tres niños”.

Este ejemplo nos ayuda a descubrir que no sólo nos da la fuerza y la salud, que no son sólo cosas materiales… sino que nos da lo más importante que es la fe. Lo más grande que le podemos transmitir a los hijos y los nietos es la fe. 

Y volviendo a la parábola la pregunta no estaría tanto en ¿por qué da a uno más que a otro? La cuestión es ¿qué hace cada uno con lo que se le da? El mismo evangelio remarca “a cada cual le dio según su capacidad”.

En el desenlace final vemos como no depende tanto en cuanto se da, sino en lo que se hace con lo que se da. Pues a aquel que invierte lo que se da, recibe más; y aquel que no lo invierte, no sólo no recibe más sino que lo que tiene se le quita.

Poner a producir los talentos no es simplemente desarrollar los propios dones y cualidades, aunque también se incluye este aspecto, sino sobre todo aceptar responsablemente, en forma eficaz y activa, los dones de la salvación: la fe, el seguimiento de Jesús, la revelación del evangelio. La parábola invita a la eficacia de la fe, es decir, a poner por obra lo que creemos. Poner a fructificar los talentos significa ser magnánimos en la donación de nosotros mismos, a través de nuestras actitudes y acciones evangélicas que hacen presente el reino de Dios en la historia.

No reclamemos a Dios que nos de más, sino miremos que hacemos con lo que se nos ha dado… pues siendo fiel, tenemos la recompensa asegurada: “Bien, siervo bueno y fiel, en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor”.

Acabo la reflexión con esta pregunta para reflexionar: ¿cómo tengo que invertir los talentos que se me han dado?

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