21 dic 2008

4º Domingo de Adviento. REFLEXION Evangelio Semanal


Acostumbrarse a los caminos de Dios
es acostumbrarse a los caminos de la sencillez.
(por P. Luis Tamayo)

Lucas narra el anuncio del nacimiento de Jesús en paralelismo con el del Bautista. Se da un gran contraste entre ambas escenas que nos permite entrever los caminos escogidos por Dios. Acostumbrarse a los caminos de Dios. Pero veamos qué caminos.

1. El anuncio del nacimiento del Bautista sucede en «Jerusalén», la grandiosa capital de Israel, centro político y religioso del pueblo judío. El nacimiento de Jesús se anuncia en un pueblo desconocido de las montañas de Galilea. Una aldea sin relieve alguno, llamada «Nazaret», de donde nadie espera que pueda salir nada bueno… Años más tarde, estos pueblos humildes acogerán el mensaje de Jesús anunciando la bondad de Dios. Jerusalén por el contrario lo rechazará. Casi siempre, son los pequeños y sencillos de corazón los que mejor entienden y acogen al Dios encarnado en Jesús.

2. El anuncio del nacimiento del Bautista tiene lugar en el espacio sagrado del «templo». El de Jesús en una casa pobre de una «aldea». Jesús se hará presente allí donde las gentes viven, trabajan, gozan y sufren… pues Dios se ha hecho carne, no para permanecer en los templos, sino para «poner su morada entre los hombres» y compartir nuestra vida.

3. El anuncio del nacimiento del Bautista lo escucha un «varón» venerable, el sacerdote Zacarías, durante una solemne celebración ritual. El de Jesús se le hace a María, una «joven» de unos doce años. Una mujer en aquellos tiempos no interesaba, no podía ser protagonista de la vida, el centro era siempre el hombre. De hecho el Evangelio no narra donde está la joven ni qué está haciendo. El Ministerio de igualdad no es una novedad… ya entonces Jesús supo elevar a la mujer a la máxima dignidad.

Acostumbrarse a los caminos de Dios es acostumbrarse a los caminos de la sencillez. Son estos caminos de lo sencillo y ordinario pero también no dudará en abrir caminos extraordinarios… pues para Dios no hay nada imposible…

4. Por último, se anuncia que el Bautista nacerá de Zacarías e Isabel, una pareja estéril, bendecida por Dios. Aquí ya actúa Dios de forma extraordinaria… pero aún más extraordinario será el nacimiento de Jesús. El Mesías nacerá de María, una joven virgen. El Espíritu de Dios estará en el origen de su aparición en el mundo. Por eso, «será llamado Hijo de Dios». El Salvador del mundo no nace como fruto del amor de unos esposos que se quieren mutuamente. Nace como fruto del Amor de Dios a toda la humanidad. Jesús no es un regalo que nos hacen María y José. Es un regalo que nos hace Dios.

Pues cuando es para dar algo a los hombres, sea a ti o a mi… entonces para Dios no hay nada imposible. Somos muy dados al juicio rápido de las cosas, pero una clave para la vida es aprender a leer los caminos de Dios, y que muchas veces no son los caminos que yo escogería… y por eso no deja de hablarnos.

Esta historia nos puede ayudar a ver que no se puede hacer un juicio rápido sobre los hechos sino que estamos llamados a aprender a leer y acostumbrarse a los caminos de Dios:

Había una vez un campesino, pobre pero sabio, que trabajaba la tierra duramente con su hijo.

Un día el hijo le dijo:
-¡Padre, qué desgracia! Se nos ha ido el caballo.
-¿Por qué le llamas desgracia? -respondió el padre. Veremos lo que trae el tiempo...

A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo.
-¡Padre, qué suerte! - exclamó esta vez el muchacho.
Nuestro caballo ha traído otro caballo.
-Por qué le llamas suerte? - repuso el padre. Veamos qué nos trae el tiempo.

En unos cuantos días más, el muchacho quiso montar
el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al jinete,
se encabritó y lo arrojó al suelo.

El muchacho se quebró una pierna.
-¡Padre, qué desgracia! - exclamó ahora el muchacho. ¡Me he quebrado la pierna!
Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció:
-¿Por qué le llamas desgracia? Veamos lo que trae el tiempo!

El muchacho no se convencía de la respuesta sino que gimoteaba en su cama.

Pocos días después pasaron por la aldea los enviados del rey, buscando jóvenes para llevárselos a la guerra. Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.

Moraleja: Aprender a que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna como absolutas, sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo, para aprender a leer los designios de Dios y acostumbrarse a sus caminos, especialmente los de la sencillez.

Quisiera acabar con esta pregunta para todos: ¿Cómo lees las circunstancias de tu vida? ¿Entiendes los caminos de Dios y que quizás Dios te lleva por los caminos de la sencillez y humildad?

No hay comentarios: