8 feb 2009

REFLEXION Evangelio Semanal


Lo primero es lo primero
(P. Luis Tamayo)

Ya la semana pasada hablamos del tiempo ordinario, tiempo litúrgico que nos propone la Iglesia, y descubrir en este tiempo la vida de Jesús en lo ordinario y sencillo de cada día. También decíamos como nos interesaba mirar la vida de Jesús pues El viene a enseñarnos a vivir como verdaderos hijos de Dios. Los cristianos estamos llamados a reproducir la vida de Jesús, pues sólo en Él encontramos sentido pleno a nuestra vida.

¿Qué detalles vemos en el evangelio de hoy que nos hablan de cómo era el día a día de la vida ordinaria de Jesús?

La visita de Jesús a la casa de Simón y Andrés. El evangelista nos lo cuenta con detalle? “la suegra de Simón estaba en cama con fiebre”. Aquí descubrimos la importancia de cuidar a la familia, los amigos, visitar a los enfermos, ayudar a reconciliar a aquellos con rupturas, es decir, estar al servicio de los demás, etc.

Pero donde me gustaría centrar la reflexión es en el detalle importantísimo de la oración. Dice el evangelio: “Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar”. Son varias frases, y cada frase tiene mucha profundidad. Me voy a centrar en las dos primeras:

Se levantó de madrugada. A mi madre a veces le he oído decir: “Lo primero es lo primero”. En la vida cristiana lo primero de todo es la oración. Es la conexión con la fuente de la vida. Es buscar a Dios con todo el corazón y por eso lo hago lo primero. Cuantas veces uno dice “es que me lío y no tengo tiempo de oración". Esto nos pasa a todos. ¿A caso Jesús no estaba súper liado? Jesús nos enseña con este gesto que para personas ocupadas la oración es lo primero. Sin la oración a uno se le deshidrata el alma, uno se cansa fácilmente, la paciencia se agota, uno ya no está sensible a los otros. Dios deja de ocupar el centro del corazón

Se marchó al descampado. Es decir, para orar uno ha de buscar el silencio. Uno ha de crear hábitos y ambientes que ayuden a orar. Santa Teresa de Jesús, maestra de oración, decía que tendríamos que juntar lo que decimos de labios con el corazón. Repetir oraciones echas no necesitan de mucha concentración. Pero unirse con el corazón a lo que digo con los labios si que necesita de prestar atención.

Recuerdo que al regresar a España el año pasado, por las mañanas tempranito me ponía la radio antes de hacer la oración, mientras me tomaba el café y me vestía… tenía ganas de saber que pasaba en España… pero con el tiempo me daba cuenta de varias cosas, cuando llegaba al silencio de la oración… me venían las noticias a la mente… o muchas veces era tan interesante lo que escuchaba que me quedaba escuchando la radio y se me pasaba el tiempo.

Jesús se marchó al decampado, ¿qué quiere decir? Es buscar la soledad, es poner las condiciones del silencio para poder conectar con lo profundo del corazón. Jesús dice en su Palabra: “Cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta, y ora a tu Padre que está en lo secreto”. Entra en tu interior y no dejes entrar nada que te disturbe y descubre a tu Padre en lo secreto de tu corazón. Al final tomé la decisión de no más radio hasta acabada la oración.

Al final de este Evangelio vemos como los discípulos van a buscar a Jesús y se percibe claramente como éste sale profundamente renovado en fuerzas y con gran claridad de lo que tiene que hacer en la vida. Jesús dice: “Vámonos hay otras aldeas cercanas donde tengo que predicar”. Así es, la oración renueva las fuerzas, imprime un espíritu que dinamiza la vida, alegra el corazón, da perseverancia, estampa en el corazón los frutos del Espíritu como la paciencia, la fortaleza, la prudencia, etc. El “vamos” que dice Jesús es el ímpetu que nace de la oración, fruto y regalo del Espíritu al hombre.

Para acabar, esta última frase que dice Jesús, “que para esto he venido”. Finalmente la oración y la relación con Dios nos orienta la vida, nos da un el sentido profundo del “para que” de esta vida, nos da una dirección. Muchas de las depresiones de personas con las que hablo son por que no entienden el para qué de su vida, que sentido tiene el mero hecho de existir. Jesús lo tiene claro, es el servicio, es la dedicación a los demás, es compartir su amor a Dios través de la predicación.

Vamos a pedirle a Dios que nos renueve las fuerzas para comprometernos con una oración diaria como lo primero en mi día a día. Lo primero es lo primero.

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