28 jun 2009

REFLEXION Evangelio Semanal


En tu interior esta la fuerza de la vida     (P. Luis Tamayo)

El Evangelio de hoy (Marcos 5, 21-43) nos muestra un cruce de personajes y situaciones en las que se encuentra Jesús. El jefe de la sinagoga, la mujer que padecía flujos de sangre, los discípulos, el gentío, el alboroto de los que lloraban, etc.  pero me gustaría centrarme sólo en la mujer que padece de los flujos de sangre y la persona de Jesús. 

La mujer padece flujos de sangre, desde hace tiempo ella pierde sangre, pierde fuerza, tiene hemorragias, ha ido a muchos médicos, ha sido sometida a muchos tratamientos, e incluso se dice de ella que se había gastado toda su fortuna y no había conseguido nada.  Ella es una mujer a quien se le va la fuerza y no sabe como hacer.

Es una imagen muy común hoy día.  Hablaba con una persona que me decía parece que no tengo fuerzas para vivir, se me van las fuerzas, llevo años haciendo de todo y ya estoy cansada… me he apuntado a un curso, salgo de viaje, voy de compras, no paro de intentar distraerme… pero parece que no me hayo.

Sin embargo miremos a la persona de Jesús.  Lo que nos dice el Evangelio es que  había salido algo de Jesús.  Jesús notó que había salido una fuerza de él.  Notemos la diferencia, pues ya no es que se le va la fuerza, sino que sale fuerza de Él.

A ella se le iba la fuerza, sin embargo de Jesús sale la fuerza.  Ella ya no tiene vitalidad, sin embargo de Jesús sale toda la vitalidad. A ella se le escapaba la vida, sin embargo Jesús da vida a esa mujer. Esa mujer iba a la gente buscando solución, Jesús iba a la gente dando solución.  La mujer no puede dar nada sino que espera recibir de los doctores, sin embargo Jesús no espera recibir nada, sino que busca dar a la gente.

La clave para entender este evangelio está en ver como a Jesús le sale la fuerza y la vida desde dentro, y sin embargo la mujer espera recibirla desde fuera.

Este es el problema que muchas veces esperamos la respuesta a nuestra alegría en las cosas de afuera.  Es un error esperar siempre que la gente me valore y aprecie, esto es buscar la vida afuera.  Poner mis expectativas en que la otra persona me comprenda y me haga caso.  Esperar que lo de fuera venga a resolverme mi vacío, mi falta de sentido, mi necesidad de afecto, etc.  Todo esto está muy bien, pues recibir el afecto de otra persona es muy bonito, pero si pongo en ello todas mis esperanzas, es cuando pierdo la fuerza.

Hoy Jesús nos quiere decir que la fuerza, el entusiasmo, la perseverancia, el sentido de la vida, la estabilidad, etc.  todo esto viene de dentro.  Es el Espíritu Santo quien nos lo proporciona, es la presencia viva, es la invocación constante del Espíritu Santo trabajando desde el interior de nuestro corazón.  El día del bautizo el Espíritu Santo fue derramado en nuestros corazones, y nos ha estado acompañando siempre. 

En Juan 7, 37-38 dice: si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí; como dice la Escritura: De su seno correrán ríos de agua viva.

A mi me sorprende esa gente que siempre encuentra fuerzas para servir, para dar, parece que uno recibe de ellos fuerza y entusiasmo, pues de su seno corren ríos de agua viva, de su interior corre la fuerza de la vida… es el Espíritu Santo. 

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