12 jul 2009

REFLEXION Evangelio Semanal

El envío. (P. Luis J. Tamayo)

Hoy Jesús instruye a sus discípulos en lo práctico.  Jesús es un Maestro de vida, y lo que busca es enseñarnos a vivir. A veces hay personas con las que te hablan que te dicen: padre, hay muchas situaciones que uno no sabe vivir. ¿Como hacer? ¿Qué consejos seguir?  Por eso es importante acercarse a la Palabra y ver y aprender como Jesús vivió.  Jesús no nos propone una espiritualidad lejana a nosotros, sino que es una espiritualidad encarnada, una espiritualidad que se hace práctica y que está al alcance de la vida diaria.

Dice el Evangelio que Jesús envía a los discípulos, es decir, envía a los discípulos  a la vida de las gentes, a las casas, a los trabajos, a las familias… En la vida diaria y entre las gentes es donde tienen que enseñar a dar testimonio del Evangelio, donde tienen que mostrar el compromiso con el hermano, donde ha de transmitirse la fe y donde se puede "echar una mano".  El envío para nosotros no es ir ahora al continente africano, pero si que sería descubrir en la vida diaria donde Dios más me necesita, por ejemplo: ir a esa vecina que ya no quiere ir a misa y animarla, o hablar con ese nieto que está enfadado, o acercarse a ese familiar que necesita compañía, etc.

Hay veces que uno piensa “mira parece que Dios me ha puesto en esta situación para ayudar a esta persona”… esa es una conciencia de saberse enviado.

Nada más llegar a Cebú tuve un incidente con la moto que conducía.  Pasé de lado a un anciano que cruzó sin mirar y fuera de un paso de cebra y se asustó y calló al suelo con la mala suerte que se rompió la cadera.  Aunque no fue mi culpa yo paré para ver como ayudar.  Entonces se vinieron un montón de gente y me acusaron de que yo había atropellado al anciano… todo el mundo hablaba el dialecto local que todavía no había aprendido.  Me vi en un aprieto muy gordo.  Todo el mundo me gritaba y no entendía nada.  Fui a llamar a casa a una tienda de al lado.  Y según estaba hablando por teléfono se acercó una señora y muy amablemente me dice en inglés: ¿Es tuya esa moto? En ese momento me vi salvado.  Esta señora se quedó conmigo y tradujo mi versión a los agentes de policía.  Ella muy generosa se quedó conmigo hasta que todo quedó resuelto.  Finalmente decidimos llevar al anciano al Hospital y llamar a su familia.

La señora se quedó conmigo desde las 8 de la tarde hasta las 12 de la noche.  Con una generosidad extraordinaria. Esa señora me dijo que Dios la había puesto ahí para ayudarme.  Esa señora tenía conciencia de que Dios la necesitaba.  Ella solo me dio generosamente su tiempo.  Ella no necesitó dinero, ni una carta del Obispo, ni que alguien la dijera nada.  Ella se puso disponible para ayudar.

Así es cuando uno entiende cuando Jesús da las instrucciones a los discípulos: les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, ni pan, ni alforja, ni dinero… ni siquiera una túnica de repuesto.  ¿Qué es lo que les está enseñando Jesús a modo practico? La confianza.  Les está diciendo que confíen en Dios en todas esas situaciones en las que se van a encontrar.

Jesús, no es un teórico. Jesús es muy práctico. Les dice:  llevad sandalias pero no una túnica de repuesto. Es decir, les está diciendo: ¿Podéis confiar en la providencia de Dios? Pues si tu te cuidas de la gente ¿cómo Dios no se va a cuidar de ti? 

Al final, yo descubrí que Dios me había enviado también a mí, pues otra persona, una vez hubiera aclarado su inocencia, no hubiera decidido acompañar al anciano al hospital y quedarse con él hasta que llegara la familia.  

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