Nadie es profeta en su propia casa (por P. Luis J. Tamayo)
Todos tenemos conflictos de vez en cuando, pero el dolor viene cuando ves que el conflicto pasa delante de ti, en los que más quieres... y queriendo ayudar o aconsejar, descubres que no te hacen ni caso.
Cuantas veces hemos querido decir a alguien “no hagas esto que no te va a funcionar, o yo creo que de esta forma te va a resultar mejor…" y con el tiempo te das cuenta que no te han hecho ni caso… “No juegues con fuego que te vas a quemar… Ay!! Ay!! Me quemé… Cuantas veces te lo he dicho".
Esta es la lección que Jesús nos enseña hoy en el Evangelio (Marcos 6, 1-6): nadie es profeta en su propia tierra. Jesús dice: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.»
Todos tenemos la experiencia de ver como los tuyos hacen más caso al vecino que a uno mismo.
El otro día hablaba con una señora, y me decía: mi hija está llevando a su hija al psicólogo, y mira, lo que le está ayudando ya se lo decía yo mil veces… pero ni caso. Y ahora el psicólogo le dice lo mismo que yo y le hace todo el caso del mundo.
Esto es ley de vida. Nadie es profeta en su propia tierra. Y por ahora estamos hablando dentro de lo sencillo de cada día, pero más duele cuando entramos en el ámbito de la fe.
¿Qué vino a hacer Jesús? vino a anunciar el Reino de Dios, que Dios es Amor y es Padre. Y a los primeros que quiso acercar el mensaje fue a los suyos… pero los suyos no le recibieron, ni le hicieron caso, hasta le rechazaron.
Un compañero de Seminario, me decía que cuando iba a casa en verano sentía el rechazo de su familia, nadie le preguntaba, nadie se interesaba por lo que vivía en el Seminario. Y sin embargo, cuando iba a la parroquia conocía a otras personas que valoraban su vocación más que su propio padre.
¿Cuál es la lección de hoy? Que las dificultades y el rechazo lo vamos a experimentar muchas veces dentro de nuestra propia sangre, dentro de los nuestros. Y no pasa nada!! Jesús ya nos lo avisó. Yo diría que casi lo que más duele es el rechazo añadido a la confesión y práctica de la fe.
Muchos hoy se preguntan: ¿por qué mis hijos ya no van a misa? ¿por qué mi marido no me apoya en la educación de la fe en los hijos? ¿por qué la sociedad tiene tanto rechazo a la Iglesia?
Uno muchas veces no sabe. Lo que si es verdad es que el ambiente en general va muy en contra de la fe. Tres cosas a tener en cuenta:
1- Cuidar mucho el ambiente de fe en casa, es decir, que el hogar sea un pequeño "cielo".
2- Practicar lo que se pretende enseñar. Que los mayores hagamos el esfuerzo de poner en practica los valores del Evangelio. Cuantas veces hemos escuchado… “tú mucho ir a misa… pero luego no paras de enfadarte, no para de criticar, o eres muy egoísta…”
3- No tiremos piedras sobre nuestro propio tejado. Es decir, ¿quién no ve defectos en la propia Iglesia? Incluso los que venimos a menudo vemos más los defectos… tendríamos que evitar la critica a la Iglesia con los que son débiles en la fe. Dicen que los trapos sucios se airean en casa. No es que no haya que decir lo que uno ve que no es correcto, sino que se habría de hablar con las personas que más pueden ayudar dentro de la Iglesia.
Al final, a pesar de todo esto, si uno realmente quiere ayudar y evangelizar… hay un dicho que dice “Ancha es Castilla”, es decir, que si no me escuchan dentro de casa, me voy a evangelizar fuera de casa, pues hay mucha otra gente que espera con ganas escuchar el Evangelio. Jesús hizo lo mismo: Y se extrañó de la falta de fe de los suyos. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.
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