El Evangelio de hoy (Mc 10, 2-16) es complicado de entender en medio de la sociedad en la que hoy vivimos, donde muchas veces las relaciones no duran, y con dolor los matrimonios se rompen. Hoy día, esta pregunta del divorcio es demasiado actual. Se acusa a la Iglesia de estar en la inopia y muy lejos de la realidad, y de la dolorosa realidad de muchas parejas.
Yo, hoy, os invitaría a no quedarnos en la parte más externa de si la Iglesia hace bien o hace mal. Yo os invitaría a entrar a un nivel más profundo. Cuando a Jesús le hacen esta pregunta: ¿le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?... Jesús apunta algo que nos debiera llamar la atención. Dice la Palabra que Jesús les dijo: Al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer… Jesús se va a la raíz, se va al principio de la creación para dar explicación a una pregunta tan complicada.
Uno le podría decir a Jesús, “venga! no te andes con rodeos”… Pero descubramos el sentido. Es como si Jesús dijera, antes de darte una respuesta: déjame sacarte de la periferia del asunto y vayamos al principio de todo, al origen de todo, al principio de la creación cuando Dios creó y pensó en el hombre y la mujer.
En el origen de todo Dios no habla de contrato de matrimonio, Dios habla del amor... se unirán, serán los dos una sola carne, etc.
Cuando Jesús habla del principio de todo, yo lo entiendo como ir a lo profundo del corazón, a la raíz primera, al origen de mis sentimientos… y está la pregunta, una pregunta muy seria: ¿Crees en el AMOR? ¿Crees en la existencia de un AMOR con mayúsculas, cuya fuente es Dios mismo? ¿Crees que el AMOR verdadero?
Yo si creo en la existencia del AMOR, y el AMOR verdadero, pues lo he experimentado.
El Amor es la vida, sin amor no hay vida. Sin amor es como que falta algo, es como un jardín sin flores. El amor da sentido a vivir, da la fuerza para levantarse, da la energía para trabajar de sol a sol.
El amor es capaz de dar un vuelco a una vida, te cambia. Yo he conocido a quien era un desastre, y por el amor acabó vistiéndose como un príncipe. El Amor te lleva a recorrer kilómetros y dar un vuelco a tu vida… madrileños por el mundo.
El Amor cuando es autentico, es veraz. El Amor cuando es sincero, es incondicional. El Amor cuando es limpio no falla, no se agota, no titubea, no duda, no se marchita, no se cansa ni cansa.
Fijaos que sincero puede llegar a ser el amor humano… yo así lo he experimentado, de una novia que tuve, o de algunos muy buenos amigos, o incluso por encima de estos amores, el amor más noble, el amor de unos padres… pero sinceramente hasta este amor llega un momento en que te decepciona… ¿o no?
El único amor de verdad, a lo que se le puede llamar amor autentico, pues lo demás es reflejo de este… es el Amor de Dios. Dios es Amor, dice la Sagrada Escritura. Dios es la fuente, de Él mana todo el amor, la paciencia, la bondad, la ternura, la misericordia, etc. de Él puedo recibirlo impoluto y sin contaminación, amor divino autentico en la Eucaristía, en el silencio de mi oración, en la recepción de la absolución, en un gesto de humildad; sin embargo de los seres humanos siempre recibiré un reflejo, un atisbo, un indicio, un sucedáneo... de este Amor, pero no el AMOR mismo.
La pregunta no está tanto si es lícito que un hombre se divorcie de su mujer o no, sino si es lícito vivir y no conocer esta clase de Amor… o si es lícito conocer este Amor y no ponerlo como centro de la vida familiar. Lo que no es lícito es que si has conocido esta calidad de Amor no lo compartas con el otro.
Ahora si uno no conoce esta clase de Amor divino, sobre-humano… el divorcio o la ruptura o la separación la tendrá siempre acechando a la vuelta de la esquina…
Por eso Jesús insiste, vamos al principio, vamos un poco más al principio. Conoce el amor de Dios y lo demás no hace falta casi ni preguntarlo.
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