28 nov 2009

1er Domingo de Adviento


Adviento: “¿quién es ese que viene?”

(P. Luis J. Tamayo)

Este domingo comenzamos un nuevo año litúrgico, y lo empezamos con el tiempo de Adviento y la celebración de la Navidad.

El Adviento viene del latín adventus, que quiere decir venida o llegada.  Entonces, si Adviento significa venida, la pregunta es sencilla “¿quién es ese que viene?” Y si la pregunta es sencilla, la respuesta es aún más sencilla… “quien viene es Jesús”.

Lo que este año yo me pregunto seriamente es si el Adviento, es decir, la venida de Jesús es algo que puedo vivir de verdad, y devolverle todo su significado profundo; para ello lanzo unas preguntas: ¿Cómo puede ser este Adviento un tiempo para vivir y hacer realidad la espera de Jesús? ¿De verdad me preparo para dejar que Jesús venga a mi vida, a mi familia, a mi historia, a mis circunstancias…?

Creo que no hay que tener miedo a hacerse preguntas, es bueno replantease las cosas, pues en el ambiente en que vivimos o redescubrimos el significado profundo de nuestra fe y nuestras celebraciones o nos dejamos llevar por la sociedad de consumo. En esta semana ya han sido varias las personas que me han dicho… “otra Navidad más…” pero sin encontrar en ellos un tono de mucho entusiasmo. ¿Será que hemos vaciado las Navidades de su verdadero contenido? ¿Será que no nos preparamos bien para darle el verdadero sentido? ¿Será que nos olvidamos de lo esencial?

Celebrar las Navidades, pero sin olvidarnos de preparar la venida de Jesús exige de nuestra parte una reflexión, un pequeño esfuerzo de pararse y recuperar el sentido profundo. Por eso la Iglesia que es maestra propone este tiempo de Adviento previo a la Navidad para prepararse, es decir, la venida de Jesús es algo de tanta riqueza, tan grande y tan profundo que se necesita de un tiempo previo de cuatro semanas para preparar la venida de Jesús y para no olvidarnos del gran protagonista de este tiempo.

Por ejemplo, se me ocurre una pregunta un poco loca: si quitáramos a Jesús de en medio en estas navidades, ¿en qué se quedaría este tiempo de adviento? Pregunta que no está tan lejos de la realidad. Aquí no funcionaría esa máxima del cine que dice: cualquier parecido con la realidad es coincidencia; aquí cualquier parecido con la realidad es la realidad misma.

El otro día mirando tarjetas de Navidad en una tienda escuché a dos chavalas una conversación que me impactó. Una le decía a la otra señalándole una tarjeta de Navidad donde se representaba al niño Jesús con María y José: “fíjate, hasta la Iglesia se aprovecha de las Navidades para hacer propaganda”.  Obviamente estas chavalas celebran la Navidad pero ignoran por completo el verdadero significado de la Navidad como la natividad del niño Dios. Conocen la palabra “navidad” pero lo han vaciado de contenido. Para ellas y para muchos de nosotros la Navidad es igual a = luces; regalos; fiestas; vacaciones, etc

Es verdad, crudamente así visto es un tiempo donde se incrementa el consumo, las compras y donde la gente se vuelve loca comprando por las tiendas de Madrid. La alegría de hacer un regalo deja de ser algo espontáneo y celebrativo para convertirse en una obligación y a veces en una carga…

Sinceramente yo no quiero esto para mí. ¿cómo hacer que el Adviento sea un tiempo de preparación de la venida de Jesús? Os voy a proponer el mismo camino que recorrió la historia, no vamos a inventar nada nuevo, pero quizás la historia nos facilite la respuesta.

Si ahora la sociedad pagana y secular vacía de contenido las fiestas cristianas adueñándose de sus nombres y dándole un contenido distinto: ejemplos como San Valentín es el día del amor; Semana Santa es para muchos la semana blanca de esquí; Santa Claus es papa Noel; Navidades es el tiempo de regalos y familia… lo que debemos hacer es lo mismo que hizo el cristianismo en la historia: rescatar el simbolismo y el significado profundo de los paganos para darle el significado y el contenido a nuestra fe.  El ejemplo que os pongo es el de la Navidad:

La fiesta del 25 de diciembre no apareció hasta el siglo IV d. J.C. que se corresponde con el solsticio de invierno, o también llamado de diciembre. La fiesta del solsticio se celebraba como el regreso del Sol, en especial en las culturas romanas y celtas: a partir de esta fecha, los días empezaban a alargarse, y esto se asociaba a un triunfo del Sol sobre las tinieblas, que se celebraba encendiendo fuegos. Posteriormente, la Iglesia Católica decidió situar en esta fecha, la Natividad de Jesucristo, dándole el mismo carácter simbólico de renacer de la luminosidad y la victoria de la luz en el mundo sobre las tinieblas del egoísmo y la oscuridad de la falta de amor, tratando así de solapar al mismo tiempo la festividad pagana previa. (Este sería el significado del Evangelio de hoy, cuando dice que de los signos de miedo, temblor y oscuridad, verán al Hijo venir con poder y majestad)

San Agustín de Hipona dijo «las antiguas fiestas paganas se asumieron con cambios de nombre para satisfacer a las masas paganas cristianizadas que deseaban mantener sus festivales gozosos.» Nosotros tenemos ya los nombres, pero se nos ha escapado el contenido. Empeñémonos estas Navidades en recuperarlo!!

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