(P. Luis José Tamayo)
Cuando hablamos del corazón inmaculado de la Virgen María nos puede sonar a algo inaccesible para nosotros. Uno piensa en silencio: "Esto si es para la Virgen, pero no para mí…", pero con el tiempo te das cuenta que hay personas con un corazón limpio y que un corazón sin doblez, inocente, sin la búsqueda de intereses escondidos no es algo tan inaccesible. Yo os puedo decir que a lo largo de mi vida me he encontrado personas con un corazón limpio como el de María.
El Evangelio de hoy (Lc 1,26-38) nos muestra como es el corazón limpio de una persona delante de los caminos de Dios. Cuando María recibe el anuncio del Ángel que va a ser madre de Jesús ella queda sorprendida, y desde su corazón limpio y generoso pregunta: Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
La pregunta de María está hecha de forma inocente, como la de un niño: ¿de verdad que esto es posible? ¿cómo será posible? Es la pregunta de un corazón limpio que cree que Dios todo lo puede y que busca descubrir sus caminos.
Pero hay otro tipo de personas cuyo corazón no es limpio y por lo tanto no ven los designios de Dios, les es difícil entender, a todo ven dificultades, a todo le ponen pegas, hay envidia, hay pereza, etc. ¿Quién no ha estado en una reunión y alguien propone algo bueno y hay siempre uno que no hace más que poner pegas? Escuchas expresiones como: ¿Por qué hay que cambiar, siempre ha sido así? Qué se le va a hacer, déjalo estar. No te empeñes tanto. Hay que resignarse. Las cosas son como son. Es lo que hay. Así es la vida.
El corazón apesadumbrado de:
- Un profesor: Total, para qué prepararme las clases, si repito lo mismo año tras año y me lo se de memoria...?
- Un joven: Total, para qué voy a apuntarme a un voluntariado si por mucho que me empeñe no voy a cambiar el mundo...?
- Un cura: Total, para qué voy a preparar esta misa, para cuatro viejas que van?
- Un profesional: Para qué apuntarme a inglés, si no lo uso en el trabajo?
- Un papá: Total para qué sorprender a mi mujer, si ya no quedan secretos entre nosotros...?
- Después de un mal entendido: Total, para qué voy yo a dar el primer paso, si en el fondo dudo de que las cosas se puedan arreglar...?
Pero un corazón que quiere ser limpio, a pesar de la tendencia a la negatividad, por un momento le pide ayuda a Dios e invierte la pregunta a un "¿Pero y si...?", “¿Y será posible?”, “¿Cómo será si me lanzo...?” Quizás si diéramos ese pequeño salto que la mayoría de las veces nos lleva tan poco tiempo, nos daríamos cuenta de que podría ser el principio de un cambio. El corazón cambia, y empieza a limpiarse de tanta pesadez:
Entonces, con paciencia, uno se de cuenta de que valió la pena la vez que pedí perdón y sentí de nuevo el abrazo sincero de aquella amistad perdida, la vez que llamé por teléfono a mi mujer para preguntarle cómo le estaba yendo el día, valió la pena sentirme parte de aquel proyecto de causas no tan perdidas, y valió la pena preparar la misa a aquellas cuatro viejitas...por ellas...y porque encima yo luego me sentí bien!
Aunque a veces no resulte fácil luchar contra ese contaminante demonio llamado pereza, que genera en el corazón tanto malestar, duda, hastío y desilusión, intentemos alguna vez cambiar la pregunta al ¿Pero y si...?. Poco a poco, quizás comiences a entender que tener un corazón limpio como el de María no es algo tan inaccesible...
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