23 ene 2010


La Palabra imprime carácter

 (P. Luis J. Tamayo)

(Libro de Nehemías 8, 2-10) “Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo -pues se hallaba en un puesto elevado- y, cuando lo abrió, toda la gente se puso en pie. Esdras bendijo al Señor, Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: - «Amén, amén.» Después se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra. Los levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicando el sentido, de forma que comprendieron la lectura.”

¿Qué idea del Evangelio me ha de quedar clara?

La necesidad de la Palabra de Dios para no sólo alimentar y nutrir la fe, sino para ir creando carácter con sabor a Evangelio en mi persona, moldear mi perfil con más estabilidad, serenidad interior. ¿Quién no aspira a esto?

El Evangelio (Lc 4,14-21) nos dice que “Jesús entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías”.

Como era costumbre, dice el Evangelio. Es precioso descubrir nuestras raíces en el pueblo judío. El Templo convocaba al pueblo de Dios y en torno a la escucha de la Palabra. Jesús lo hacía, era su costumbre.

El pueblo de Israel tenía muy arraigado su origen y se juntaban para celebrarlo y transmitirlo a las nuevas generaciones: Dios había liberado al Pueblo de la esclavitud de Egipto, y se reunían para no olvidar de donde venían y para celebrar la liberación como obra de Dios.  Entonces escuchaban la Palabra de Dios.  La Palabra de Dios daba sentido a su existencia, daba sentido a sus orígenes, daba sentido a su razón de ser, daba sentido a su esperanza diaria.

Los ancianos transmitían por medio de la Palabra los hechos liberadores de Dios a las nuevas generaciones, transmitían los valores que marcaban tanto su forma de ser: el respeto a los ancianos (los que tenían la experiencia de vida acumulada y por lo tanto tenían sabiduría), la confianza en Dios (Dios había liberado a nuestros padres, también lo hará con nosotros), el compromiso con los necesitados (para los hebreos eran las viudas, los huérfanos y extranjeros), etc.  Conocer tus propios valores imprime carácter, ser fiel a ti mismo y no traicionarte haciendo cosas que te rompen por dentro.

¿Por qué es importante vivir de la Palabra?

Son muchos los Santos de la Iglesia que dicen que la Palabra es para la salud del alma lo que el alimento es para la salud física. La Palabra nos pone en contacto con la vida de Jesús, nos enseña como vivió, nos abre y enseña el camino para una vida más plena.  La Palabra no es la lista de normas… sino que nos enseña desde la vida misma de Jesús a saber vivir. La Palabra nos habla de quien era Jesús, como vivía, cuales eran sus costumbres, sus valores, su mentalidad. Jesús nos habla de quien soy yo, de quien es el hombre en profundidad.  La Iglesia dice: que el misterio de quien es el hombre se esclarece en la persona de Jesús.

Jesús iba al Templo, se reunía en comunidad, escuchaba y leía la Palabra de Dios, oraba con ella… uno puede decir… bueno, si, pero yo nos soy Jesús. Entonces, ¿cuál es el sentido de la Encarnación? Dios en su amor infinito desciende en su Hijo y desde su vida como un hombre más nos da la clave para aprender a vivir.  Si uno es honesto hemos de reconocer que necesitamos cierta orientación para la vida, necesitamos un punto de referencia. 

Ayer un amigo me dijo que el otro día en el programa de “Redes” de E. Punset se analizaba la ansiedad que hoy día es provocada en multitud de personas por la infinita variedad de puntos de referencia que existen hoy para orientar la vida.  Estilos, ideales, modas, etc.  si observas a tus hijos veras que hay un modelo a quien siguen… una moda, un cantante, un estilo… se les mete en la mente... y lo viven con pasión… pero se pasa la moda y se apuntan a otro.

¿Cómo puedo hacer que la Palabra de Dios sea mi referente de vida?

en la Palabra vemos como Jesús nos enseña desde su vida a arraigarnos en la oración y en la lectura de la Palabra.  Que bueno cuando uno descubre la necesidad de formación en la Palabra, en la doctrina de la Iglesia. Aprender  a vivir con espíritu crítico lo que uno lee o ve en la TV. Todo lo que me venden es formativo… para bien o para mal, pero forma a la persona. Cuantas veces hablamos de la “tele-basura” y cuantas veces nos descubrimos delante de esos programas y no hay quien nos mueva del sofá.

Que alegría cuando uno es capaz de disfrutar de un buen libro, de una buena homilía, de una buena conversación, de un rumiar la Palabra de Dios en silencio. Cuando lo disfrutas, cuando sacas jugo de ello. Y notas que te alimenta el espíritu.

¿Para qué?

Hay un dicho que dice: de lo que habla la boca está lleno el corazón.  Llenar el corazón de conocimiento de Dios, de pensamientos positivos, de buenas experiencias, de la historia de Amor que Dios hace conmigo, etc.  Todo esto va creando un poso interior que al final sale… y lo ves en la cara de la gente.  Lo ves en los ojos, en las expresiones de los rostros, en las actitudes, en los gestos. Ciertamente la Palabra imprime carácter.

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