21 feb 2010

Cuaresma I

El tentador nos ciega con la mentira
(P. Luis J. Tamayo)

Hoy es el primer domingo del tiempo de Cuaresma. Tenemos cinco domingos por delante hasta el comienzo de la semana Santa. Mirando los cinco evangelios de cada domingo he podido encontrar un hilo conductor que nos puede ayudar a caminar durante la cuaresma y a profundizar en nuestra vida espiritual. Así daré 5 reflexiones-homilías unidas desde la temática de: “La cuaresma tiempo de crecimiento espiritual”.

Dejadme hacer una pequeña introducción a esta serie de homilías. Son cinco domingos, el camino espiritual que proponemos es ascendente. El eje de las 5 reflexiones gira en torno al domingo (II), la transfiguración, es la invitación a poner como horizonte de nuestra vida cristiana la configuración con Cristo. Puesta la meta nos encontramos con dos tipos de retos: uno que viene de fuera, y tres que son la parte de mi colaboración a mi transformación en Cristo. Este primer domingo (I) son las tentaciones que vienen a desanimarme y a obstaculizar la búsqueda del fin último al que ha de tender todo hijo de Dios: reproducir la vida de Cristo. Los tres siguientes: oración (III), ayuno (IV) y la limosna o caridad (V) son el ejercicio espiritual que supone mi colaboración con el proyecto de Dios de llegar a la altura de traducir en mi vida el amor de Cristo.

Hablar de las tentaciones no tiene público. Es un tema que no vende. Pero yo os digo que ignorarlo es ya trampa del maligno, autor de las tentaciones.  En una competición de Olimpiadas un buen entrenador siempre te dirá que no desestimes a tu oponente.  La vida en una competición a ganar.  Cualquier deporte tiene una meta: la victoria, llegar al final como vencedor… pero toda carrera tiene su lado oscuro… los obstáculos.

Las tentaciones pierden todo desinterés si no es en el horizonte de un proyecto de vida.  Si uno no tiene un ideal de vida que le proyecte hacia a delante, entonces es cuando queda hundido en todo tipo de tentaciones, es más no son tentaciones sino que su vida está en hundida en la miseria.

Cuando en la vida no hay horizonte, un proyecto, una ilusión por la que luchar… es normal quedar atrapado fácilmente en las garras de las tentaciones… Atentos! Quedar atrapado es caer! Y cuando uno cae, ya no se llaman tentaciones, sino que ya se ha consentido… quien queda atrapado empieza a vivir en la mentira creyendo que esa es la meta, y como consecuencia su vida se convierte en una confusión general. Está ciego y sin horizonte. Da círculos sobre si mismo y esto es lo que llamamos egocentrismo (individualismo, egoísmo o alimentar el yo), esto es, la misma raíz de la soberbia que en términos clásicos la Iglesia ha llamado desde siempre pecado.

Jesus lo sabía bien. Su meta era llevar a cabo el proyecto de Dios en su propia carne. Ser el amor perfecto del Padre, y abrirnos para nosotros el acceso a este proyecto. Realizar en su propia carne lo que es ser verdadero Hijo de Dios en amor al Padre, y hacernos co-herederos abriéndonos el camino para poder realizar el ser hijos de Dios en nuestra vida. De esto hablamos el próximo Domingo (II). 

Teniendo Jesús la meta de su vida bien clara, entonces surge el tentador – fijaos cómo viene de fuera[1] – que lo único que quiere es desviarle del verdadero proyecto de Dios, y bajo apariencia de bien, llevarle a otra clase de muerte. Dejar de tener un proyecto es morir en vida, pero dejar de desarrollar el proyecto que Dios tiene para ti por quedar atrapado en la mentira del Diablo es morir eternamente.

Las tentaciones son tres: (Poder) O ¿a caso el poder y la gloria humana no tiene buen sabor? Pero te aleja de la verdadera humildad y al final estas lejos de Dios. (Placeres) O ¿a caso el placer excesivo de una vida llena de caprichos no tiene su atractivo? Pero el exceso de placer te deja atrapado en la incapacidad al sufrimiento o dureza de la vida… y siempre buscarás evasiones nunca afrontando la realidad. (Riquezas) O ¿a caso el comprar y acumular de todo (ropa, bisutería, electrónicos, etc.) lo que se me antoja no te da la sensación de seguridad y de glamour? Pero la adquisición sin pensar si de verdad lo necesitas re atrapa en la compulsividad y al final te hace acumular sin necesitar y acabas por perder el domino de ti mismo.

La Escritura llama al tentador como ‘padre de la mentira’. No tener claro los engaños del tentador, es parte del juego de discernimiento. Pero teniendo bien claro el fin último al final uno desenmascara al tentador, pues uno se da cuenta que no avanza hacia la meta que tanto anhela y tarde o temprano – desde el  incrementar la oración y la luz del espíritu Santo – uno descubre donde se había quedado atrapado.

Por otro lado, no tener claro el horizonte y la meta de la vida es darle la ganancia al tentador… es más, has quedado atrapado en la mentira…

Ejemplo en los padres: ¿la meta? Sería el amor mutuo y la entrega por los hijos… ¿caer en la tentación? Sería perder el horizonte y competir por el afecto de los hijos y hacerse rivales.

Invitación para la semana: alimentar bien el horizonte de vida desde Dios (prox. Domingo) y prestar atención cuando me desvío… descubrir la mentira que anda oculta y sacarla a la luz (sacramento de la confesión).

 


[1] San Ignacio de Loyola habla de tres tipos de pensamientos: uno propio y dos que vienen de fuera, el del buen espíritu (Dios) y el del mal espíritu (el tentador).

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