18 abr 2010

Pascua III - Fortaleza


FORTALEZA: Firmeza en las dificultades
(Luis J. Tamayo)

Estamos en el tercer domingo de Pascua. Recordamos que así como la Iglesia nos dio 40 días de Cuaresma para la preparación de la Semana Santa ahora nos regala 50 días de Pascua para asimilar la grandeza de la resurrección de Cristo y lo que a nosotros nos implica, para concluir con Pentecostés (la venida del Espíritu Santo a los hombres).

El tiempo de Pascua empieza con el Domingo de Resurrección, culmen de la semana santa. Estas semanas siguientes son tiempo de asimilación. A los discípulos les costó entender que significó que Cristo había resucitado, por eso Cristo se apareció sucesivamente durante 50 días para confirmarles que estaba vivo y que a partir de este momento habían de acostumbrarse a relacionarse con él de manera distinta: una nueva relación, desde la fe, desde la vida interior y espiritual.

La pregunta ahora es: ¿Qué implica la resurrección en mi?

Me encanta preguntar a los niños, pues desde su inocencia son geniales. El otro día en la misa de los niños les preguntaba: si Jesús ha resucitado ¿dónde ha resucitado? ¿dónde se encuentra ahora? Uno espera que le digan: “en el cielo”, pero una niña respondió: “Jesús ha resucitado en mi corazón”. Esta es la locura de la resurrección que Cristo ha resucitado y para siempre se quedó presente en mi, en la comunidad, en la Historia. Sus palabras son estas: “Ya no soy yo quien vive, sino es Cristo quien vive en mi” (Gal 2,20) – presente en mi; “Cuando dos o más se reúnen en mi nombre ahí estoy yo presente” (Mt ) – en la comunidad; “Estaré con vosotros hasta el fin de la historia”(Mt 28,20) – y en la historia. Esta es la realidad, quiera o no reconocerle, me de cuenta o no, me lo crea o no… Él está vivo en mi y en ti. Nada se le escapa.

Esto tiene unas implicaciones muy fuertes pues nos ayuda a entender que la religión no es una moral del deber, del tener que… Tengo que ser honesto, no tengo que decir mentiras, tengo que perseverar, Una religión desde el peso del “tengo que”, el peso de la ley se convierte en una moral que se hace una carga.  No es algo que libere, sino que se hace una carga. Así nos va a los cristianos que ponemos cargas unos a otros.

¿Quién no ha vivido este comentario? “Mira que hacer eso, ¿no entiendo para que vas a misa?”... es decir que al final es que por ser cristiano uno tiene que ser perfecto. Más que animarnos nos desanimamos mutuamente. (chiste)

El evangelio dice (Jn 21, 1-14): “No sabían que era Jesús”, pero Jesús no le recrimina a Pedro que no le reconoce… sino que Él vino a su vida para capacitarle, para abrirle los ojos: “Yo se que tu no puedes, pero yo en ti si puedo. Yo vengo a capacitarte desde dentro a vivir una vida nueva”.

¿Por qué estas homilías en Pascua sobre las virtudes? (Fortaleza,  justicia, templanza y prudencia) Porque no es algo que se me impone desde fuera, sino que la fuerza de la presencia de Jesús en tu corazón viene a capacitare para vivirlas. No es una norma del “tener que”, sino es la alegría de que estás capacitado para vivir de una forma nueva, desde una fuerza que brota de dentro, la fuerza del resucitado.

La fortaleza: es la virtud que asegura la firmeza en las dificultades y la constancia en la búsqueda del bien. Es la fuerza para resistir a las tentaciones y superar los obstáculos en la vida. La virtud de la fortaleza hace capaz de vencer el temor, de hacer frente a las pruebas y persecuciones. (Catecismo nº 1808)

Pedro dice: “me voy a pescar”, es decir, como Jesús ha muerto tiro la toalla y me vuelvo a la vida de antes… ¿para que todo esto? No tiene sentido. Jesús viene a traerle la fortaleza desde dentro. Cuando yo quiero tirar la toalla… abre los ojos!, párate!, reflexiona! pues está Cristo resucitado dentro de ti dándote la fuerza para perseverar, para vencer el temor, para seguir tu compromiso.

Jesús les dice: “¿tenéis pescado?”, es decir, ¿has conseguido algo con volver a lo de siempre?. Ellos contestaron: “No”… Entonces Jesús les dice: “Echad la red a la derecha y encontrarás”, es decir, vuelve a seguirme, intenta seguir mis pasos y ya verás que ahora puedes, pues yo te doy la fuerza desde dentro. Pedro, antes me seguías desde el voluntarismo, ahora date cuenta que soy yo quien te capacito desde dentro.

Entonces Pedro le reconoce, y Jesús le dice: “traed los peces que acabáis de coger”. Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes… Pedro experimento en sí una fortaleza para perseverar y arrastrar a otros hacia Cristo. La fortaleza está en ti, es Cristo dentro quien te da la fuerza para resistir las tentaciones y superar los obstáculos en la vida. La virtud de la fortaleza te hace capaz de vencer el temor, de hacer frente a las pruebas de la vida.

La fortaleza y la perseverancia no es algo que yo me doy a mi mismo, por eso es una virtud. La virtud como veíamos el domingo pasado se consigue a través del esfuerzo sostenido por la gracia recibida en la oración. La vivencia de las virtudes es Cristo actuando en mi. Es importante entender que no es ese “vamos ahora a ser virtuosos” como una carga más a ver si alcanzo algo imposible… sino que las virtudes están ya en ti como potencia, están en la fuerza del resucitado y de uno depende el querer vivirlas y desarrollarlas.

1 comentario:

Kikón / Enrique dijo...

Qué grande saber que Jesús ha resucitado aquí , que no tenemos que esperar a la vida eterna para disfrutar desde hoy mismo de la Resurección.
Ojalá tengamos la FORTALEZA para aceptarlo y dejar a Jesús cambiar nuestra vida.