El fiel administrador
(P. Luis J. Tamayo)
Lucas nos presenta tres parábolas para iluminar precisamente la actitud correcta con la que debemos vivir a la espera de la venida del Señor:
La primera parábola (Lc 12, 35-38) es la del patrón que regresa de la boda ya muy entrada la noche y, viendo a sus siervos atentos y vigilantes, se ofrece lleno de amor a preparar la mesa para ellos, “se pondrá el delantal, los hará sentarse a la mesa y se pondrá a servirlos” (v. 37). Sólo quien viva vigilante, despierto, es decir, quien viva en forma consciente y coherente con la palabra del evangelio, podrá entrar en comunión con el gozo y la gloria de Cristo.
La segunda parábola (Lc 12,39-40) es la del ladrón que sorpresivamente irrumpe en la casa, la asalta y se lleva consigo todos los bienes que encuentra. Aquí el acento está puesto en lo inesperado y sorpresivo que resulta cualquier tipo de robo o rapiña. Así irrumpe Dios en la historia de los hombres, así volverá un día el Señor. La consecuencia práctica es clara: “Por tanto, vosotros estad preparados, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del hombre”.
La tercera parábola (Lc 12,42-48) es la del administrador fiel y sabio que cuando llega su patrón “lo encuentra haciendo lo que debe” (v. 43), es decir lo que le fue encomendado. La parábola concentra toda la misión recibida del administrador en el servicio que debe prestar a todos los otros siervos: “Su señor lo colocó al frente de su servidumbre para distribuir a su debido tiempo la ración de trigo” (v. 42). El error del administrador sería pensar: “Mi señor tarda en venir” (v. 45a) y descuidar la tarea que le fue asignada.
Detrás de la parábola también está el problema que tuvo que afrontar la comunidad de Lucas, que después de vivir por cierto tiempo en forma excesiva y deformada la espera inminente del Señor, estaba cayendo en una especie de frialdad y de indiferencia, pensando a un eventual “luego”, con el cual esquivaban el compromiso concreto del presente.
La prontitud y la vigilancia, subrayada varias veces en el evangelio de este domingo, es una actitud que supone una forma de vida que en la espera de la venida del Señor no excluye el compromiso concreto de vivir presente. Para ello uno necesita examinarse. El frecuente examen de conciencia es la mejor forma de vigilancia.
¿Somos servidores fieles?
Hoy está de moda “relajar el modelo de vida”, al parecer eso es lo que nos quieren vender, esa forma de pensar: “da igual como vivas que nunca pasa nada”. Poca gente se cuestiona como vive, o que modelo de vida sigue. El problema que veo es que muchas veces no hay un modelo claro de vida cristiana, de espiritualidad. Es decir de cómo vivir cristianamente.
Hablando con una madre me contaba que su hijo tiene bien claro las normas de conducta para comportarse en sociedad. Salían para una boda, y al tomar el ascensor la madre ve que su adolescente llevaba jeans, camisa por fuera y zapatillas de deporte. Ella le hizo regresar a su habitación y cambiarse: pantalones, camisa por dentro y zapatos. “Son normas de comportamiento”, me decía. Insistía, ahora que es verano, no me gusta que mi hijo vaya a Misa en bañador. Hay unas normas claras de conductas que las asimilamos y se hacen parte de un modelo de vida. Pero a nivel espiritual, esto no está tan claro entre los cristianos. Que tenemos que ir a misa todos los domingos y fiestas de guardar… esta más o menos claro… pero no pidamos más.
Un señor se acercó a confesar y me dice: “Padre, no se que decir… la verdad es que yo no robo, yo no he matado a nadie, yo vengo a misa todos los domingos… No tengo ninguna falta…” Este es un modelo de vida cristiana que se mantiene en los mínimos… Pero una vida fiel al Señor, no está en los mínimos, sino que es aquella que está despierta ante los detalles más pequeños de amor hacia los demás, atento a las faltas, y omisiones… la atención y el examen nos ayudará ser coherentes en todo momento.
Por otro lado, también hay que decir que Lucas está pensando probablemente en los dirigentes de la comunidad, los cuales pueden caer en la tentación del autoritarismo, la búsqueda de sus propios intereses y la inmoralidad (v. 45b). Jesús hace notar la gravedad del caso, tratándose de dirigentes de la comunidad cristiana, es decir, de personas que han recibido una misión de responsabilidad pastoral frente a sus hermanos, “pues “a quien se le dio mucho, se le exigirá mucho; y a quien se le confió mucho, se le pedirá más” (Lc 12,48).
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