Astutos y creativos!
P. Luis J. Tamayo
Lc 16, 1-13: «Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido." El administrador se puso a echar sus cálculos: "¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa." Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?" Éste respondió: "Cien barriles de aceite." Él le dijo: "Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta." Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?" Él contestó: "Cien fanegas de trigo." Le dijo: "Aquí está tu recibo, escribe ochenta."
Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.
No podemos más que catalogar de un tanto extraña la parábola del evangelio de hoy. En ella, Jesús nos recuerda, que la conducta de sus discípulos debiera estar siempre caracterizada, a ejemplo del administrador astuto, por la prontitud, la creatividad y las decisiones inteligentes, a fin de poder “administrar” la existencia según los grandes valores del evangelio. Hay una segunda parte del evangelio –que no nos centraremos en ella– en la que se nos ofrece una aplicación en relación con el tema de la riqueza, a través de un llamado a la práctica de la justicia y a la superación la esclavitud y la idolatría del dinero.
El evangelio inicia con esta extraña parábola de un administrador corrupto, el cual, encontrándose en una situación desastrosa e irreversible, pues su patrón ha descubierto que malgastaba sus bienes, reflexiona sobre su futuro y encuentra una solución, aunque ciertamente muy egocéntrica y poco moral. Para asombro de todos, el relato termina con el elogio del administrador corrupto, pero no por lo que de ilegal e incorrecto ha cometido, sino porque ha sabido salir adelante y encontrar con creatividad y astucia una maniobra para no sucumbir en una situación tan difícil (v. 8a). Hay que subrayar que de la lógica de la narración se ve claro que no es Jesús directamente quien elogia al administrador, sino el patrón de la parábola, quien al momento de alabarlo no piensa en los intereses de su empresa, ni en la moralidad de su antiguo empleado, sino que solamente considera la habilidad y la astucia con la cual éste ha sabido salir de una situación desperada. Al final de la parábola se sacan algunas conclusiones sobre el comportamiento de los discípulos invitados a actuar con sagacidad e inteligencia:
Esta parábola destaca la comparación entre “hijos de la luz” e “hijos de este mundo” (v. 8b). El administrador de la parábola es un “hijo de este mundo” y ha sabido actuar con más agudeza, coraje y astucia, que la que tienen muchas veces los “hijos de la luz”, es decir, los discípulos. Ésta es una llamada de atención para todos nosotros que nos llamamos ‘cristianos’, y por lo tanto hijos de la luz, pues debiéramos ser tan perspicaces y listos en la vida de fe y evangelización, como lo son aquellos que se preocupan sólo de sus propios negocios e intereses económicos.
Los hijos de este mundo, en circunstancias adversas, ponen inmediatamente en juego todas sus capacidades para salir de la situación en forma ventajosa. A veces pienso en esos grandes departamentos de marketing para acabar vendiendo un frigorífico a un esquimal… cerebros invertidos en pensar como crear necesidades absurdas… así uno puede entender que mediante el halago a los hijos de este mundo por su astucia, indirectamente, Jesús recrimina a los hijos de la luz que no tengan una mayor sana ambición de recurrir a todos los medios lícitos para difundir la luz de la fe y el Evangelio; que no pongamos todas nuestras capacidades para inventar modos de vencer las adversidades, de superar los obstáculos, y sobre todo de llevar la luz a otros muchos hombres…
Quisiera acabar esta reflexión con esta pequeña historia:
Dicen que una vez, había un ciego sentado en un parque, con una gorra a sus pies y un cartel en el que, escrito con tiza blanca, decía: "POR FAVOR AYÚDEME, SOY CIEGO".
Un creativo de publicidad que pasaba frente a él, se detuvo y observó unas pocas monedas en la gorra. Sin pedirle permiso tomó el cartel, le dio la vuelta, tomó una tiza y escribió otro anuncio. Volvió a poner el pedazo de madera sobre los pies del ciego y se fue.
Por la tarde el creativo volvió a pasar frente al ciego que pedía limosna. Ahora su gorra estaba llena de billetes y monedas.
El ciego reconociendo sus pasos le preguntó si había sido él quien re-escribió su cartel y sobre todo, qué que era lo que había escrito allí.
El publicista le contestó: -"Nada que no sea tan cierto como tu anuncio, pero con otras palabras". Sonrió y siguió su camino. El ciego nunca lo supo, pero su nuevo cartel decía: "ESTAMOS EN PRIMAVERA, Y... YO NO PUEDO VERLA"
Seamos sagaces y sumémonos con creatividad a la labor pastoral de nuestras parroquias y comunidades… para que Cristo llegue a los corazones de toda la Comunidad.
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