Auméntanos la fe
(P. Luis J. Tamayo)
“En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor:
- «Auméntanos la fe.»
El Señor contestó:
- «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:
"Arráncate de raíz y plántate en el mar."
Y os obedecerla.
Este evangelio de Lucas 17, 5-10 habla de la petición de los discípulos al Señor: Auméntanos la fe!
Podemos hacer una sencilla reflexión para entender que entendemos por ‘fe’, y que síntomas tiene una vida con fe o sin fe. Tener fe es tener confianza. Cuando decimos: “ten fe en que esto va a salir”, estamos queriendo decir: “ten confianza, que al final saldrá!”.
Si la fe es confianza en algo o en alguien, hoy día todos, de una forma u otra, funcionamos desde la primera hora de la mañana con fe. Por ejemplo: cuando te vas a acostar tienes la confianza de que a la mañana siguiente te vas a levantar… si no fuera así, esa noche te despedirías de todo el mundo de forma especial; o cuando te montas en el bus, no le preguntas al chofer si va a tal sitio, sino que confías – por la experiencia de otras veces – que te ha de llevar a tal sitio.
Estos ejemplos y tantos otros que practicamos cada día son en sí actos de fe. Pero ¿que pasa? Que los ejercemos sin ser actos conscientes de fe. Doy por supuesto que me voy a levantar o doy por supuesto que el autobús me va a llevar a tal sitio.
La fe cristiana, no es dar por supuesto que Dios está, y como ya está casi ni me dirijo a Él. Me decía alguien: “Si Dios ya conoce toda mi vida, ¿para que pedirle? Yo no le pido nada”. San Juan de la Cruz decía: que, aunque Dios nos conoce, pedimos para hacernos conscientes de nuestra propia necesidad, y para darnos cuenta que todo es don de Dios.
Por lo tanto, la fe cristiana implica un acto consciente de poner mi confianza en Dios. Repito, implica un acto consciente. Que bonito cuando uno hace un acto de fe al inicio de un momento de oración, por ejemplo: “Señor yo se que estás aquí presente, mirándome, y dispuesto a escuchar mi oración”.
En Filipinas, un día en una capilla de exposición del Santísimo, estaba orando y se levantó una señora mayor y antes de marcharse se acercó a la urna de cristal que cubría el Santísimo y la rozó con su mano, luego al salir se santiguó y se tocó las rodillas con la misma mano. Yo quedé impresionado. Al salir me acerqué a ella y le pregunté: ¿por qué se frota las rodillas después de tocar al Santísimo? Me dijo: Le pido salud y fuerzas al Señor que cada día me la da, soy muy mayor y aún tengo que trabajar para comprarle leche a mi nieto, pues mi hijo es drogadicto y tengo al niño conmigo. Ella pedía conscientemente cada día a Dios... Fue una experiencia preciosa, volví a la Capilla y de rodillas le dije al Señor lo de los discípulos: "Señor, auméntame la fe!"
Muchas veces damos por supuesto muchas cosas, como estar vivo cada día, cuando ésta es un don y un regalo que recibimos de Dios cada mañana cuando abrimos los ojos.
Este texto del Evangelio tiene una segunda parte en donde cuenta la parábola del criado: “Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice:
"En seguida, ven y ponte a la mesa"?
¿No le diréis:
"Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"?
¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado?
Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid:
"Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer. Al leer todo el conjunto, me preguntaba: ¿Qué tiene que ver el ‘auméntanos la fe’ del principio con el ‘hacer lo que teníamos que hacer’ de la segunda parte de la parábola?. ¿qué es lo que quiere decir Jesús sobre la fe en relación a esta parábola del criado?
Os voy a poner esta misma parábola con un ejemplo que me pasó. Suponed que una madre y un padre que trabaja, y cuando vuelve de la oficina, ¿quién de vosotros le dice: descansa? ¿No es lo normal preparar la mesa, cocinar la cena, ayudar con los deberes a los hijos y descansar al final cuando ya se han acostado los niños? Han hecho lo mandado, lo normal… la responsabilidad que toca a un padre y una madre.
Así me contestó una madre, con un hijo con síndrome down, cuando le dije que hacía una labor extraordinaria: ir a trabajar, ocuparse del hogar y los otros hijos y además estar pendiente del niño limitado. Ella me dijo: ‘¿qué tiene de extraordinario? ¿No es lo normal y lo que debe hacer una madre? Y entonces añadió: “Hacer lo que tengo que hacer día a día sólo sale porque cada día pongo mi confianza en Dios. Él me da la fuerza cada día, Él me dice que saque a este niño a delante, Él me anima cuando las cosa se ponen cuesta arriba”. Con fe o sin fe esta madre y todos debemos sacar las responsabilidades de la vida hacia delante... pero cuando hay un acto consciente de confianza en Dios, uno se sabe sostenido en las manos de Dios. Esto es la diferencia!!
Así es… con fe va saliendo con gratitud todo lo que tenemos que hacer cada día, incluso hasta lo más heroico… sin fe, las cosas pueden salir, pero la queja que se esconde dentro acaba por arruinar, incluso, los actos heroicos… ya lo dice el salmo: “Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles”.
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