12 feb 2011

REFLEXION Evangelio Semanal

EL CORAZÓN VA MUCHO MÁS ALLÁ QUE LA LEY (P. Luis J. Tamayo)

Mateo 5, 17-37: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —«No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. (…) Os lo aseguro: Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego. (…) Habéis oído el mandamiento "no cometerás adulterio". Pues yo os digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el infierno. (…)

El judío consideraba la ley, tanto escrita como oral, como la expresión de la voluntad de Dios sobre su pueblo; por ello, ser fiel a la ley era igual que ser fiel a Dios o, al contrario, ser infiel a la ley era considerado como una infidelidad también a Dios. En el cumplimiento de la ley estaba la vida o la muerte como dice el libro del Deuteronomio: “Mira, yo pongo hoy delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Si escuchas los mandamientos de Yahvé tu Dios… guardando sus mandamientos, preceptos y normas, vivirás” (Deut.30,15-16). (Deut.4,1-8;30,15-20). En algunos casos violar la ley suponía hasta el castigo de pena de muerte (Deut.17,2-7; Lev.20, 9-12). Podemos decir que en el tiempo de Jesús el pueblo de Israel era el pueblo de la ley y su religión la religión de la ley, no la religión del amor.

Se le había dado un valor tan absoluto a la ley, que la ley, hecha para el bien del hombre, se había convertido en una esclavitud y en un yugo para el mismo hombre; por eso, Jesús dice a los fariseos: “El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado” (Mc.2,27).

Los fariseos y letrados se preocuparon de observar rigurosamente las leyes, pero descuidaron el amor y la justicia. Jesús se esfuerza por introducir en sus seguidores otro talante y otro espíritu: «si vuestra justicia no es mejor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de Dios». Jesús puso el reto en superar el legalismo que se contenta con el cumplimiento literal de leyes y normas, para ir más allá de lo que dicen las leyes. Por eso Jesús les decía: “Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías cuando dijo: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí” (Mt.15,7)

Si observamos Jesús da un paso hacia delante en la comprensión de la ley. Podemos leer en el Evangelio: Habéis oído que se dijo a los antiguos… Pues yo os digo...’ La primera parte de esta perícopa narra los principios generales o conjunto de normas a seguir según la ley y los profetas, que no han de suprimirse, sino perfeccionarse; y en la segunda parte hace una relación de ejemplos prácticos a favor de la vida, de la defensa de la mujer y del cumplimiento de nuestros deberes para con Dios. Hemos de escuchar bien las palabras de Jesús: «No he venido a abolir la Ley y los profetas, sino a dar plenitud». No ha venido a echar por tierra el patrimonio legal y religioso del antiguo testamento. Ha venido a «dar plenitud», a ensanchar el horizonte del comportamiento humano, a liberar la vida de los peligros del legalismo.

EL CORAZÓN VA MUCHO MÁS ALLÁ QUE LA LEY. a) Para Jesús no es cuestión sólo de no matar físicamente (Mt.5,20); el respeto al otro, el respeto a la vida va mucho más allá; se trata de ser todo corazón con los demás hasta el punto de que ese amor nos llegue a evitar todo cuanto nos lleva a maltratar al otro o pisotear de cualquier manera la vida. El otro, la vida del otro, se merece todo nuestro respeto (Mt.5,21-26).
-b) Para Jesús no es cuestión de evitar ser físicamente adúlteros (Mt.5,27-31); es cuestión de tener ojos y corazón limpios que nos lleven a respetar a todo ser humano y no hagamos caer a nadie en el hoyo de la infidelidad al amor porque el amor es sagrado como es sagrada toda persona humana.
-c) Para Jesús no se trata de jurar o no jurar (Mt.5,33-37); se trata de tener la valentía de decir siempre la verdad, aunque los demás no nos crean o la verdad nos moleste o les moleste. La verdad no necesita apoyarse en nada ni en nadie para ser verdad, como dice Jesús: “Sea vuestro lenguaje; “Sí, sí”, “no, no” (Mt.5,37).

El filósofo griego Platón dice: “Donde reina el amor, sobran las leyes.” Y San Agustín lo perfecciona diciendo: “ama y haz lo que quieras”… pues tu querer será siempre poner el bien de tu prójimo por encima de uno mismo. Para esto hace falta mucho amor!

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