26 jun 2011

Corpus Christi, REFLEXION Evangelio Semanal

Corpus Christi
P. Luis Jose Tamayo

Hoy la Iglesia Universal celebra el Corpus Christi, es una fiesta especial que se hace en torno al Cuerpo de Cristo. Uno puede pensar, ¿por qué se celebra algo que ya celebramos todos los domingos? Alguno dirá: ¿a caso no celebramos cada domingo la fiesta del Señor?

Justamente aquí encontramos la razón y el origen de esta fiesta. Al acudir a la eucaristía cada domingo, e incluso muchos de nosotros los días de diario, uno corre el peligro de acostumbrarse de tal modo que no es que desprecie, pero deja de apreciar… tan sublime acto de amor de Nuestro Señor al perpetuar su amor en la eucaristía. Y esto es lo que le pasó a un sacerdote.

Como a todos nos gustan las historias extraordinarias os cuento una, en relación al origen de esta fiesta: Cuenta la historia que en el siglo XIII, cerca de Roma, en una pequeña ciudad llamada Bolsena, en la basílica de Sta. Cristina aconteció el milagro eucarístico de Bolsena.

Había un sacerdote que no tenía fe en la transubstanciación, es decir en la transformación del pan y del vino en el cuerpo y la sangre de Cristo. El pedía fe en su oración, por eso seguía celebrando la misa. Era 1264, un día al consagrar la eucaristía, al levantarla sobre el altar, ocurrió el milagro. El pan eucarístico tomó la forma de carne humana y desprendió unas gotas de sangre real y autentica. De hecho, hoy día, esta hostia aún se conserva y científicamente se ha comprobado su autenticidad (la carne está constituida por un tejido muscular del corazón… Nos encanta escuchar milagros!!). Al poco tiempo la noticia llegó a la Papa Urbano IV y finalmente, en torno a este año, instauró la fiesta del Corpus Christi.

En la Eucaristía "Cristo mismo, vivo y glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad" (Cc. de Trento: DS 1640; 1651).

Dos ideas sobre la razón de esta fiesta:

Por un lado, tener un momento especial en el año litúrgico para recordarnos el no banalizar nuestra asistencia a la Eucaristía, para no dejar que esta se convierta en algo monótono, rutinario y pierda todo sentido. La eucaristía no es un “acto social”, no es un “tengo que cumplir con la obligación”… sino que es una cita amorosa, es un encuentro entre mejores amigos… el que más te ama… es un encuentro entre Dios y tú – tú y Dios. Es un momento especial que hay que preparar previamente. De esta forma uno entiende que asistir a la eucaristía se haga hasta lago normal entre semana.

El Concilio de Trento dice: Por la consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la substancia del vino en la substancia de su sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación" .

Enseña el Catecismo de la Iglesia Católica: “Mediante la conversión del pan y del vino en su Cuerpo y Sangre, Cristo se hace presente en este sacramento”.

Yo siempre recuerdo esa eucaristía que celebraba con niños de primera comunión y que , delante del Cuerpo de Cristo, al preguntarles si veían a Jesús, una niña me dijo con mucha sencillez y espontaneidad: “yo, no lo veo con mis ojos, pero si que lo veo con los ojos del corazón.”

Y, segundo, esta el sentido del alimento para la vida. La eucaristía es una invitación a entender que el verdadero deseo de Dios de perpetuarse de forma visible y de tal forma es para estar siempre cerca de cada uno de nosotros. Quedarse y hacerse alimento para la vida diaria.

Os planteo un reto: el ser humano, aunque tenga energía y fuerzas, como lo propio de la juventud, también es verdad que hay momentos donde brotan sentimientos de vacío, o sin sentido, desorientación, necesitado de entusiasmo por las cosas, interés, curiosidad por la vida… Si quieres más de esto, si buscas fortaleza interior, si deseas esa alegría profunda de corazón… Ven a un encuentro con Jesús en la eucaristía. Búscate una misa de diario, con poca gente… y verás el efecto… es real.

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