P. Luis J. Tamayo
Mateo 25, 14-30: "Dijo Jesús esta parábola: «Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Volvió el señor y se puso a ajustar las cuentas con ellos. El que habla recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Se acercó luego el que habla recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor, sabia que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo." El señor le respondió: "Eres un empleado negligente y holgazán.”
Hay alguna otra traducción que en ved de decir: “Pasa al banquete de tu señor”, dice: “Entra en el gozo de tu señor”. Para la reflexión de hoy, prefiero esta traducción, pues la invitación que Jesús nos hace hoy es entender que hay un gozo interior, que nace de Él, de su mirada, que es distinto a cualquier otra alegría que las cosas te pueden dar.
Piensa en un momento en experiencias de satisfacción a la hora de realizar alguna tarea, trabajo, responsabilidad y ver que sale la cosa con éxito. Es una alegría grande la que uno puede sentir, pero aún depende demasiado de lo de fuera… pues, ¿y si la cosa sale mal? Cuantas veces nos enfadamos o nos irritamos. Al final, si te das cuenta, la alegría depende demasiado del resultado. Hay que entrar en las profundidades de la vida de fe. El Señor, hoy nos habla de otro tipo de alegría, algo que nace desde dentro. Es verdad que al empleado que lo hizo bien, le dijo: “entra en el gozo de tu señor”… Aquí es necesario un salto de fe: es entrar en el gozo de un Dios que se pone contento cuando nos ve invertidos, trabajadores, responsables, creativos… es un Dios que te mira y te lanza un guiño de ojo y dice: eres genial y tu vales mucho!! Pero, este Dios es misericordioso, es compasivo, es Amor… por eso, cuando las cosas salen mal, todavía uno puede seguir disfrutando del gozo de su señor… pues dice también la escritura: “Hay más alegría por un pecador que se convierte que por 99 que no tienen necesidad”. Es decir, que aún no saliendo bien las cosas en las que uno está invertido, La alegría y el gozo vienen de ver a un Dios que está contento porque sabe que lo estoy intentando… Convertirse, es aceptar con humildad que las cosas no están como uno quería, pero que le puede presentar a Dios el esfuerzo realizado, los intentos hechos, y los errores que han salido… pero en medio de todo esto, Dios que es amor te mira y dice: Entra en el gozo de tu Dios, porque eres una persona que te pones en marcha, que arriesgas, que lo estas intentando…
¿Cual es el problema? Según nos enseña Jesús en la parábola, el problema no está en el que se le dan 5 o 2 talentos, el problema está en aquel que se le da 1 sólo talento y por miedo no lo invierte. Los errores nunca son un problema, pues los errores hablan de que uno lo está intentando. El problema está en aquellos que por miedo al que dirán, al fracaso, por la pereza, la vagancia, o simplemente, el no querer implicarse por comodidad… al final no invierte nada, no intenta nada, no hace cosa alguna. Aquí no hay gozo, sino vacío y tristeza.
Dios nos ha dado a todos, talentos y capacidades, ¿qué haces con ellos? ¿Los vas a invertir? Es en la medida que lo pongo al servicio de la comunidad, de los de mi alrededor o de la Iglesia, que el Señor nos permite adentrarnos en la experiencia de un gozo que no depende de los resultados, sino de la fidelidad a mi compromiso. Madre Teresa decía: Dios no me ha llamado a tener éxito, sino a serle fiel. (God doesn’t call me to be successful, but faithful)
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