P. Luis J. Tamayo
La luz es el símbolo de la Navidad. El viernes noche salí a dar un paseo por la ciudad, quería ver las luces navideñas, respirar un poco de ese ambiente navideño que invade las ciudades en estos días. El gran símbolo de estos días son las luces que adornan toda la ciudad. La luz es el símbolo de la Navidad. ¿Por qué? El día de Navidad lleva consigo el solsticio (el solsticio de invierno, celebraba el regreso del Sol, en especial en las culturas romana y celta: a partir de esta fecha, los días empezaban a alargarse, y esto se asociaba a un triunfo del Sol sobre las tinieblas, que se celebraba encendiendo fuegos. Posteriormente, la Iglesia Católica decidió situar en una fecha cercana, el 25 de diciembre, la Natividad de Jesucristo, dándole el mismo carácter simbólico de renacer de la esperanza y la luz en el mundo).
El Evangelio de hoy nos habla de esta invitación a aprender a ser testigos de la LUZ para este mundo como modo, no ya de prepararnos nosotros, sino de preparar a este mundo a la venida de Navidad. El evangelio habla de Juan el Bautista como el precursor del Señor, el que preparó el camino del Señor… gritaba: allanad los caminos, preparad el camino al Señor. Juan 1, 6-8. 19-28: Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan, éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
Testigos de la luz… que expresión tan bonita. Ya no son luces electricas las que iluminan a las gentes de una ciudad, sino cada uno de nosotros que con nuestras vidas y nuestra obras somos testigos de la luz. Jesús ya nos lo dijo: Estamos llamados a “ser luz del mundo, ser sal de la tierra” (Mt 5, 13-14). Esta tercera semana de Adviento, la invitación ya no es la de prepararnos, sino la de preparar al mundo para la llegada del Señor. Tanta gente que también tiene derecho a conocer al Señor... Ser testigos del que ha de venir.
¿Cómo ser testigo de la Luz? Tanto en la Primera como en la Segunda lectura tenemos unas cuantas ideas… léelo, medítalo y saca tus propias conclusiones para tu vida.
La carta a los Tesalonicenses 5,16-24 Pablo dice tres cosas importantísimas: Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. Dad gracias en toda ocasión. Son tres claves fundamentales para el cristiano… la alegría, la gratitud y la oración… vivir esto es ser testigo de la Luz.
“Estad siempre alegres”. Dicen que “un cristiano triste es un triste cristiano”. ¿Sabes del poder de una sonrisa? Es capaz de conquistar el corazón de cualquier persona… sino que se lo digan a una abuela cuando un nieto le hace una carantoña con una sonrisa… la abuela se deshace.
A mi me encanta sonreir. El otro día fui a hacer una gestión a hacienda, la mujer que me atendía en el mostrador tenía una cara terrible… no era cara de haber tenido un mal día, pues era primera hora de la mañana, eso ya venía de años… Me dio unas explicaciones de mala gana. Yo me alteré un poco, pero no quise dejarme llevar por la hostilidad, sino que la sonreí y la volví a pedir con buenos modales y una gran sonrisa en la cara: Por favor, ¿sería usted tan amable de volverme a repetir a donde tengo que ir y que papel necesito? La mujer, bajó los humos… y me lo dijo de buenas maneras… al final la dije: ha sido usted muy amable, se la agradezco mucho. La despedí con una gran sonrisa, y con ganas de darla un beso… no la guiñé el ojo para no llevar a malos entendidos. El poder de una sonrisa, de una alegría…
Tesalonicenses 5,16-24: Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. Dad gracias en toda ocasión: ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros. No apaguéis el espíritu, no despreciéis el don de profecía; sino examinadlo todo, quedándoos con lo bueno. Guardaos de toda forma de maldad.
Isaías 61,1-2a.10-11: Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor. Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios.
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