Juan 12,20-33 “En aquel tiempo, algunos griegos acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban:
«queremos ver a Jesús.» Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.
Jesús les contestó: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará.”
Hoy es el 5º domingo de Cuaresma, continuamos con la quinta reflexión sobre las tentaciones: Hoy vemos la tentación de rebajar la calidad del amor verdadero.
En el Evangelio de hoy hay una petición: queremos ver a Jesús!! Hoy lo traduciría por ese grito que hay en muchos corazones de: “queremos ver que el amor de verdad existe!”. Hay gente joven que me dice: “Yo no creo en el amor… es que no lo veo”, “es que la gente es muy egoísta”, “es que solo buscan sexo”, “es que se aprovechan de mi” (como el chiste: En una reunión el jefe del departamento les dice a todo su equipo: sois una panda de egoístas, aquí todo el mundo va a lo suyo, excepto yo, que voy a lo mío).
El deseo de todo hombre, creyente y no creyente es creer que el Amor es posible. Todo hombre necesita creer que el amor autentico y puro sin edulcorantes existe. ¿Por qué a uno se le saltan las lágrimas cuando ve una escena tierna en una película?, ¿Por qué uno se emociona cuando ve un abrazo lleno de lealtad entre dos amigos? ¿por qué a uno se le cae la baba cuando ve a un padre abrazar a su hijo? No hay mejor escena que ir a la llegada de un aeropuerto y mirar los abrazos que se da la gente cuando llegan… se te encoge el corazón. Estamos creados para el amor y lo necesitamos, necesitamos ver que existe.
Los cristianos tenemos una misión: Necesitamos ayudar a este mundo a ayudarles a creer que el amor autentico existe; que el amor desinteresado es verdad, que el amor generoso se puede vivir (1ª Corintios 13)
En Filipinas, una vez me ingresaron por una infección que me cogí en el estómago. No tenía a mi familia, y el otro sacerdote que vivía conmigo tenía que cubrir su trabajo más el mío. Fue impresionante ver como un grupo de personas de la parroquia se turnaron para hacerme compañía en el hospital. Yo me preguntaba: y a estas personas ¿qué les mueve a ocuparse de mi día y noche, con las responsabilidades que tienen? Sólo desde el amor de Dios es posible mover la generosidad en una persona, sólo desde el amor de Dios es posible construir una mistad verdadera y limpia.
¿Cuál es la tentación sutil? Edulcorar el amor verdadero, somos expertos en disfrazar actos de amor como generosos cuando en el fondo están llenos de egoísmo. Cuantas veces los hijos hacen un favor a los papas, pero porque esperan una recompensa, la propina, un dinero… y los adultos otro tanto de lo mismo.
Jesús dice: El que se ama a sí mismo se pierde. El que busca el amor propio se pierde lo mejor, se pierde el gozo de darse generosamente a los demás, se lo pierde!! Y dice Jesús: el que no se pone a sí mismo como el primero ganará una vida plena y gozosa. El que quiera servirme, que me siga, y a quien me sirva, el Padre lo premiará. ¿Cuál es ese premio? La alegría colmada. El amor de verdad es exigente, pero quien se mete por este camino descubre una vida fascinante. No nos dejemos llevar por la sutil tentación de rebajarlo y conformarnos con un sucedáneo que no sabe a amor autentico.
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