Jesús sigue insistiendo en el pan de vida
(P. Luis J. Tamayo)
Juan 6,51-58: “En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: - «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.» Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida…”
(P. Luis J. Tamayo)
Juan 6,51-58: “En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: - «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.» Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida…”
Las lecturas que propone la Iglesia, por un lado son
una estructura fija, es decir, un recorrido de todas las Escrituras en tres
ciclos durante tres años; pero también es la Palabra de Dios viva que hay que
escuchar en el Espíritu y en relación al contexto que estamos viviendo:
recargar fuerzas para el año que se avecina.
Primero, uno puede observar fácilmente como desde el
domingo 29 de Julio la liturgia de la Iglesia viene leyendo el capítulo 6 del
Evangelio de San Juan, que culmina el domingo que viene (Jn 6, 1-15; 24-35; 41-51; 51-58 y 60-69).
Al ponerme delante de este evangelio el Espíritu me
inspira tres ideas: 1) insistencia; 2) perspectiva y 3) positividad
¿Qué
es lo que noto al leer el evangelio de este domingo? De nuevo el discurso de la
eucaristía. Jesús continúa insistiendo
en descubrir que su carne y su sangre son el verdadero alimento. Uno podría
quejarse: “Si son ya 4 domingos con el mismo “discursito”… Venga! cambiemos de
tema”. Justamente por que son 4 domingos con el mismo tema, uno se da cuenta de
la importancia del tema. Cuándo el Señor insiste en algo, por algo será!! O, ¿a
caso no hacemos nosotros lo mismo? Cuando vemos algo importante insistimos en
ello. Es la insistencia de la importancia de la Eucaristía en la vida del
cristiano. El Señor nos quiere fuertes, nos quiere alimentados, nos quiere
perseverantes. ¿Por qué es verdadero alimento? El lo remarca en el Evangelio de
hoy: “quien coma este alimento permanecerá en el Señor, y el Señor permanecerá
en él.” En el capítulo 15 de Juan lo recuerda: "Quien permanece unido a mi da fruto abundante, sin mi nada podéis";
o san Pablo también lo dice: "Todo lo
puedo en Cristo" (Filipenses 4,13).
Necesitamos
permanecer en el Señor. Sólo hace falta que uno mire para atrás y se de cuenta
de cuantas situaciones se nos vinieron encima este año y que fuimos capaces de
dar la talla porque anduvimos bien alimentados, anduvimos cerca del Señor.
¿Por
qué Jesús puede estar insistiendo tanto? Cuando uno escucha conversaciones, lee
las portadas de los periódicos o enciende la TV, hay un clima generado de lo
mismo: LA CRISIS, la prima de riesgo, el rescate… Cuando Jesús insiste en la importancia de vivir bien una eucaristía es para
abrirnos a la verdadera perspectiva de la vida, lo eterno: “El que come
mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último
día.” Lo fundamental de la vida no es la economía de un
país. Yo creo, que sin quitar el drama de la situación, estamos demasiado
absorbidos por un pesimismo general. Por eso, aprender a valorar “el pan del
cielo” es, por un momento, elevarse a las cosas del cielo, es elevar el alma a
lo verdaderamente importante: Dios mismo. Estos momentos eucarísticos son una pausa
a lo largo de la semana que rompen la implacable sucesión de noticias,
recordándonos que no todo lo inmediato
es fundamental. No todo lo importante está en los titulares de las
noticias. La eucaristía nos abre la perspectiva a lo fundamental que no es
palpable. Lo dirá el Principito en: “lo
esencial es invisible a los ojos.” Este verano leía de un autor:
“Necesitamos un sentido de la perspectiva para no ser abrumados por el
presente.”
Por
último, el discurso del pan de vida es solo positividad; es la positividad
elevada a la máxima potencia. “Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del
mundo.” Mientras el mundo habla en términos
de muerte, de catástrofes, de malas noticias; el Señor sólo en términos de
vida. Es vida lo que Dios quiere imprimir en el corazón del hombre, en el corazón
de esta humanidad, en el corazón de la historia; pero nosotros seguimos empeñados
en matar a la fuente de la vida.
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