18 ago 2012

REFLEXION Evangelio Semanal - Domingo XX T.O.


Jesús sigue insistiendo en el pan de vida
(P. Luis J. Tamayo)

Juan 6,51-58: “En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
- «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.» Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida…”

Las lecturas que propone la Iglesia, por un lado son una estructura fija, es decir, un recorrido de todas las Escrituras en tres ciclos durante tres años; pero también es la Palabra de Dios viva que hay que escuchar en el Espíritu y en relación al contexto que estamos viviendo: recargar fuerzas para el año que se avecina.

Primero, uno puede observar fácilmente como desde el domingo 29 de Julio la liturgia de la Iglesia viene leyendo el capítulo 6 del Evangelio de San Juan, que culmina el domingo que viene (Jn 6, 1-15;   24-35;  41-51;  51-58 y  60-69).
Al ponerme delante de este evangelio el Espíritu me inspira tres ideas: 1) insistencia; 2) perspectiva y 3) positividad
¿Qué es lo que noto al leer el evangelio de este domingo? De nuevo el discurso de la eucaristía. Jesús continúa insistiendo en descubrir que su carne y su sangre son el verdadero alimento. Uno podría quejarse: “Si son ya 4 domingos con el mismo “discursito”… Venga! cambiemos de tema”. Justamente por que son 4 domingos con el mismo tema, uno se da cuenta de la importancia del tema. Cuándo el Señor insiste en algo, por algo será!! O, ¿a caso no hacemos nosotros lo mismo? Cuando vemos algo importante insistimos en ello. Es la insistencia de la importancia de la Eucaristía en la vida del cristiano. El Señor nos quiere fuertes, nos quiere alimentados, nos quiere perseverantes. ¿Por qué es verdadero alimento? El lo remarca en el Evangelio de hoy: “quien coma este alimento permanecerá en el Señor, y el Señor permanecerá en él.” En el capítulo 15 de Juan lo recuerda: "Quien permanece unido a mi da fruto abundante, sin mi nada podéis"; o san Pablo también lo dice: "Todo lo puedo en Cristo" (Filipenses 4,13).
Necesitamos permanecer en el Señor. Sólo hace falta que uno mire para atrás y se de cuenta de cuantas situaciones se nos vinieron encima este año y que fuimos capaces de dar la talla porque anduvimos bien alimentados, anduvimos cerca del Señor.
¿Por qué Jesús puede estar insistiendo tanto? Cuando uno escucha conversaciones, lee las portadas de los periódicos o enciende la TV, hay un clima generado de lo mismo: LA CRISIS, la prima de riesgo, el rescate… Cuando Jesús insiste en la importancia de vivir bien una eucaristía es para abrirnos a la verdadera perspectiva de la vida, lo eterno: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.” Lo fundamental de la vida no es la economía de un país. Yo creo, que sin quitar el drama de la situación, estamos demasiado absorbidos por un pesimismo general. Por eso, aprender a valorar “el pan del cielo” es, por un momento, elevarse a las cosas del cielo, es elevar el alma a lo verdaderamente importante: Dios mismo. Estos momentos eucarísticos son una pausa a lo largo de la semana que rompen la implacable sucesión de noticias, recordándonos que no todo lo inmediato es fundamental. No todo lo importante está en los titulares de las noticias. La eucaristía nos abre la perspectiva a lo fundamental que no es palpable. Lo dirá el Principito en: “lo esencial es invisible a los ojos.” Este verano leía de un autor: “Necesitamos un sentido de la perspectiva para no ser abrumados por el presente.”
Por último, el discurso del pan de vida es solo positividad; es la positividad elevada a la máxima potencia. “Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.” Mientras el mundo habla en términos de muerte, de catástrofes, de malas noticias; el Señor sólo en términos de vida. Es vida lo que Dios quiere imprimir en el corazón del hombre, en el corazón de esta humanidad, en el corazón de la historia; pero nosotros seguimos empeñados en matar a la fuente de la vida. 

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