Hágase tu voluntad
(P. Luis J. Tamayo)
Marcos 10,
35-45: En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y
Juan, y le dijeron: «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.» Les
preguntó: «¿Qué queréis que haga por vosotros?» Contestaron: «Concédenos
sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.» Jesús replicó:
«No sabéis lo que pedís…»
El otro día fui testigo de una de las más grandes
pataletas de un niño que jamás yo había visto. En el supermercado, después de
hacer la compra, estando a la cola para pagar en la caja, de repente los gritos
de un niño, lleno de rabia, chillaba a su padre por que pedía más chocolatinas…
cuando al fijarme en él ya tenía las manos llenas de caramelos y chocolatinas,
pero no le eran suficientes, pedía más… Quería que su padre hiciera lo que él
pedía, y, además, con rabia y gran exigencia.
Nuestra oración delante de Dios es muchas veces así,
como la del niño, y le exigimos a Dios que se haga lo que le pedimos. Así hicieron
los hijos de Zebedeo, leemos en el Evangelio (Marcos 10, 35): “En aquel
tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le
dijeron: «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir».”
El evangelio de hoy es una verdadera escuela de oración de Jesús con sus
discípulos. ¿Qué es la oración sino la relación y el diálogo con el mismo
Jesús? Los primeros discípulos pudieron tratar a Jesús cara a cara, así como lo
vemos reflejado en el Evangelio; pero nosotros no tenemos nada que envidiar, también
tenemos el privilegio de poder hacerlo por medio del Espíritu Santo. Ahora
bien, el examen que uno puede hacer a la luz del evangelio de hoy es ¿cómo nos
acercamos a Él?
La iglesia, por medio del catecismo, nos enseña
varios tipos de oración: la oración mental, la contemplación, la adoración, la
oración de acción de gracias, la oración de alabanza y también la oración de
intercesión o petición. El texto de hoy entra dentro de la oración de petición.
En el texto de Marcos vemos como la petición de
Santiago y Juan a Jesús esconde una gran exigencia: «Maestro, queremos que hagas lo
que te vamos a pedir»; ¿Cuántas veces nuestra oración es así? “…mira
Jesús, has de hacer lo que yo te pido”. En el fondo refleja una actitud un tanto
manipuladora de Santiago y Juan, que busca que Jesús haga lo que ellos quieren,
como si ellos supieran mejor lo que más conviene. “Mira Jesús, vengo a decirte
que hagas lo que yo quiero”.
Que distinto cuando Jesús nos enseña a decir en la oración del Padre Nuestro: “Hágase tu voluntad”, es decir, esta
petición implica el deseo de: “quiero que hagas lo que tu consideres mejor”. Es
ponerse delate de Alguien a quien verdaderamente considero como Dios, como Dueño
y Señor de la Vida y que sabe lo que más conviene.
La diferencia entre una y otra forma de acercarse al
Señor es obvia. La primera esconde la arrogancia
humana de creer que sabe lo que más conviene; la segunda refleja la humildad que pide todo acto de oración.
El catecismo nos lo enseña así: “la humildad
es la base de la oración” (CCC 2559).
La primera busca manipular a
Dios; la segunda implica ponerse en plena confianza
y abandono delante de Dios. La primera pone siempre a la persona en la queja sin al final no sale lo que yo
quiero; la segunda vive siempre en el agradecimiento
de que sea lo que sea es lo que más conviene.
La voluntad de Dios no es que uno sufra un cáncer, un
accidente, una catástrofe… eso sería contradecir la naturaleza misma de Dios.
Dios es VIDA y AMOR, y en el amor no entra el desear el mal a otro. La Palabra
de Dios nos enseña que la voluntad de nuestro Padre es “que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”
(CCC 2822; 1 Tm2, 3-4); su voluntad es que “nos
amemos los unos a los otros como él nos ha amado” (Jn 13,34; Lc 10,25-37).
La vida nos puede deparar cosas buenas y cosas malas. Dios permite que pasen,
no las envía. Y así su voluntad es que vivamos todas estas circunstancias de la
vida que van aconteciendo muy unidos a Él, arropados en su gracia, en su fuerza
y en su consuelo, y que desde Él demos vida y amor al mundo, seamos luz para el
mundo y testigos de su amor.
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