Adviento I: Tiempo para la fortaleza
(P. Luis J. Tamayo)
Este domingo comenzamos un nuevo año litúrgico, y lo
empezamos con el tiempo de Adviento, un tiempo que nos regala la Iglesia de
preparación a la celebración de la Navidad.
El Adviento
viene del latín adventus, que quiere
decir “venida”. Entonces, si Adviento significa venida,
la pregunta sencilla que nos hacemos es: “¿quién
es ese que viene?” La respuesta es… “Jesús”.
Jesús es quien viene! Es una pregunta muy sencilla, pero a la vez importante,
pues dependiendo de quien es ese que viene uno se prepara de una forma u otra.
Es muy distinto preparar la casa cuando vienen 10 niños para un cumpleaños, que
si viene alguien de la Casa Real, o si viene un actor de Hollywood. Dependiendo de quien viene uno se prepara
de un modo u otro. *(Con esto de preparar la llegada de alguien importante,
me ha venido a la memoria la película española: Bienvenido Mr. Marshall de Luis
Garcia Berlanga 1952)
En la historia del cristianismo, desde los primeros
siglos, se hablaba de la segunda venida
de Jesucristo, que es a la que se refiere el Evangelio de hoy (Lc 21, 25-28; 34-36): “Entonces verán al Hijo del hombre venir en una
nube, con gran poder y majestad.” Aquellas comunidades
de cristianos experimentaron la “primera venida” en la persona del Jesús
histórico nacido de María. Pero a la muerte de Jesús estaban expectantes de una
“segunda venida”, la del final de los tiempos. Según pasaba el tiempo, a
pesar de los signos catastróficos de los que habla la Escritura, ellos se daban
cuenta que Jesús no venía en una nube,
con gran poder y majestad.
Los
hechos históricos catastróficos, según el historiador Flavio Josefo, coinciden con los signos de
los que habla el Evangelio: “…en la tierra angustia de las gentes,
enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin
aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo…”. La historia nos cuenta que después de la muerte de
Herodes (4 a.d. Cristo), Judea quedó bajo la directa administración romana (6
d. d. Cristo). En este año sitúa Lucas el nacimiento de Jesús. Cuando el
dominio romano, crecientemente cruel e insensible, se convirtió en intolerable,
los judíos se lanzaron a una revuelta (año 66 después de Cristo) en los últimos
días del imperio de Nerón que concluyó con la destrucción de Jerusalén (año 70
después de Cristo) y la caída de la última fortaleza de los judíos en Masada
(73 D.C.). La gran crisis fue la destrucción de Jerusalén y del Templo por
parte de Tito, comandante de las fuerzas romanas que afectó gravemente al
pueblo judío. Se habla de aproximadamente un millón de judíos que perecieron
solamente en el asedio a Jerusalén, muchos fueron muertos en diferentes partes
del país y decenas de miles fueron vendidos como esclavos.
Con
toda esa destrucción ellos veían que esa “segunda venida” no se daba. Así fue
cuando se empezaba a hablar de otra venida de Cristo: una venida más
‘espiritual’. San Bernardo habla de una “venida intermedia”. El Santo dice en
su Sermón 5º de Adviento: “La intermedia,
es una venida oculta, y en ella sólo los elegidos ven al Señor en lo más íntimo
de sí mismos, y así sus almas se salvan”. Es decir, que en la primera, el
Señor vino en carne y debilidad, en la última, en gloria y majestad; y sin
embargo en esta tercera que se produce en lo oculto del corazón de cada hombre,
el Señor viene en espíritu y poder.
Por eso esta venida de Cristo a nuestro corazón se
merece una buena preparación.
Hemos de ser conscientes de que en el día a día de
las relaciones humanas vamos corriendo, siempre decimos que “no tenemos tiempo”
para los hijos, para hablar con el cónyuge, etc. Hablamos no de cantidad, sino
de calidad. Conozco a un padre con 6 hijos que se tomó en serio lo del poco
tiempo pero de calidad. Este hombre, después de cenar todos juntos, cada noche
sale a pasear 30 min a solas con uno de los hijos… el domingo el paseo es para
la mujer. Tiempo de calidad dedicado de forma personal… este tiempo durante la
adolescencia preparar para una relación filial de confianza para toda la vida.
Un tiempo de calidad dedicado a algo augura una buena preparación.
La invitación para todos nosotros es que durante este
Adviento se note que estamos preparando la venida del Señor en nuestras vidas y
en nuestros ambientes: Este curso, el Papa lo ha proclamado “El año de la FE’.
Que se note!
Mi propuesta para los 4 domingos de Adviento es
reflexionar sobre 4 actitudes que nos ayuden a preparar la venida de Jesús:
- Hoy 1er Domingo:
Pidiendo fuerza: La Oración de perseverancia
- El
2º domingo: La Preparación interior: Como vivir con pequeños actos de humildad
interior
- El
3º domingo: Buscando hacer Actos de caridad, algo más exterior
- Y
el 4º domingo, la figura es María: Y esa actitud de la que nos hablará el Evangelio
de “Ponerse en camino… Ponerse en Acción!”
1º Pidiendo fuerza: Oración de perseverancia
Hoy, después de
toda esta introducción, seré breve. En el Evangelio leemos: “Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza
para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del
hombre.”
La invitación sería
la de tener durante toda la semana pequeñas jaculatorias, pequeñas peticiones
al Señor: pedirle fuerzas para ser fieles. Frente a sentimientos de soledad:
Señor te necesito! Frente a momentos de debilidad: Espíritu infúndeme tu fuerza!
Frente a la tentación: Señor no me dejes caer en tentación! O incluso en los
buenos momentos: Señor ayúdame a ser siempre agradecido.
También os propongo
cada mañana la oración de ofrecimiento de obras:
Te ofrezco en este día mi
oración, mi trabajo y mi cansancio, mis sufrimientos y mis alegrías; haz que
todo lo haga por amor a ti y según tu voluntad. Dame firmeza en la vivencia de
mi vocación cristiana, paciencia en el sufrimiento, audacia en la confesión de
mi fe, sabiduría en el camino de la vida, caridad en mis relaciones con los
hombres. Líbrame del pecado y de todo mal. Que tu gracia esté siempre conmigo y
con todos los que amo. Amén
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