Dios se hizo hombre para que el hombre pudiera participar de su
divinidad
(P. Luis J. Tamayo)
La fiesta de la Navidad es
la celebración de lo que para muchos niños se llama “el nacimiento del niño
Jesús”, y para la Iglesia se conoce como el Misterio de la Encarnación.
Nosotros, a la hora de preguntarnos ¿qué
es el Misterio de la Encarnación? necesitamos un punto de partida desde el
cual entender este gesto de Dios de hacerse hombre. El punto de partida es el
Amor de Dios por la humanidad, por nosotros. Sólo desde el amor se entiende
este gran misterio, sólo desde el amor se accede a comprender algo de esta
decisión de Dios de habitar entre nosotros. San Juan en su Evangelio dirá esta
expresión: Tanto amó Dios al mundo que
nos dio a su único Hijo, se hizo hombre y acampó entre nosotros.
El Misterio de la
Encarnación solo se puede entender desde el deseo de Dios, por puro amor, de
estar cerca de los hombres, pues el Amor no se entiende sin el amado, el Amor
necesita estar cerca del amado.
Dios ha necesitado estar cerca de los suyos. Esto es la encarnación. Un
Dios que por puro amor ha querido estar junto al hombre. Así también nos lo
explica la Palabra: Proverbios 8,31
“Mis delicias es estar con los hombres”; Jn 3,16 “Tanto amó Dios a los hombres
que envió a su único Hijo”.
La siguiente pregunta que
uno se puede hacer es: ¿por qué Dios
decide hacerse hombre? La Iglesia nos enseña a decir que fue “por nosotros
y por nuestra salvación”…
Pero esto es lo que nos
cuesta entender, ¿cómo todo un Dios puede salvarnos naciendo en medio del “estiércol”
o de tanta pobreza?. Pues hoy día nuestros pesebres están creados con elementos
decorativos, pero la realidad es que un pesebre está lleno de estiércol, pajas,
frío, suciedad. Ahí es donde Dios, en su sabiduría infinita, ha decidido nacer,
¿cómo, entonces, Dios puede salvarnos
naciendo en el estiércol?
Para responder a esta
pregunta os quiero contar algo que nos puede ayudar a comprender: Estos días
previos a la Navidad he estado confesando muchas horas, muchas personas han
venido al sacramento de la confesión. Pensar en ello, me ha ayudado tanto a
descubrir que justamente es en medio de ese corazón herido, frágil, roto,
incoherente, con pecado, donde Dios quiere nacer. Dios no se escandaliza de
nosotros, sino que es justamente ahí, en medio de un corazón lleno de
“estiércol” donde quiere nacer, donde quiere estar presente.
La salvación hay que
entenderla no sólo después de la muerte, sino en el aquí y en el ahora, por
eso, Dios al hacerse hombre se revistió
de nuestra propia carne y tomo consigo nuestras propias limitaciones. Cristo
viene a decirnos con la encarnación: esa pobreza que muchas veces tu no
quieres, que muchas veces nos pesa, esas limitaciones de tu propia humanidad…
no te asustes, pues El viene a asumirlas para que no tengamos miedo de sentir
la fragilidad, las inconsistencias y limitaciones. Dios quiere abrazar tu
corazón pobre, frágil y débil.
Profesamos en el credo que
Dios es verdadero Dios y verdadero hombre, y haciéndose verdaderamente hombre,
quiso asumir libremente lo que nosotros muchas veces quisiéramos quitarnos de
encima, el peso de nuestra humanidad. Si Cristo asumió nuestra humanidad era
para decirnos que es El no se escandaliza, sino que la abraza hasta el fondo.
Pero la otra parte del
mensaje de la Encarnación es que Dios tomando consigo nuestra humanidad
haciéndose hombre en Jesús, vino a elevarla a la máxima dignidad! Dios se hizo hombre para que el hombre
pudiera participar de su divinidad. La divinidad asumió la humanidad, para
que esta alcanzara la misma divinidad. El hombre ha sido creado para reflejar
en su humanidad la máxima dignidad, que no es otra más que el amor de Dios. Pues, ¿no es de una extraordinaria
dignidad que una madre día tras día dedique su vida al cuidado de su familia? ¿no
es de una gran nobleza que in papa madrugue cada día para llevar el pan a casa?
¿no es de una gran bondad la humildad cuando pedimos perdón? Esa es la gran
dignidad a la que Dios nos ha elevado por gracia de su encarnación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario