Tener fe es tener confianza
P. Luis Jose Tamayo
“En aquel tiempo, los apóstoles le
pidieron al Señor:
- «Auméntanos la fe.»
El Señor contestó:
- «Si tuvierais fe
como un granito de mostaza, diríais a esa morera:
"Arráncate de raíz y
plántate en el mar."
Y os obedecerla.
Este evangelio de Lucas 17, 5-10
habla de la petición de los discípulos al Señor: Auméntanos la fe!
Podemos hacer una sencilla
reflexión para entender que entendemos por ‘fe’, y que síntomas tiene una vida
con fe o sin fe. Tener fe es tener confianza. Cuando decimos: “ten fe en
que esto va a salir”, estamos queriendo decir: “ten confianza, que al final
saldrá!”.
Alguien te dice: yo no tengo fe:
es mentira! Si la fe es confianza en algo o en alguien, hoy día todos, de una
forma u otra, funcionamos desde la primera hora de la mañana con fe. Por
ejemplo: cuando te vas a acostar tienes la confianza de que a la mañana
siguiente te vas a levantar… si no fuera así, esa noche te despedirías de todo
el mundo; o cuando te montas en el bus, no le preguntas al chofer si va a tal
sitio, sino que te fías – por la experiencia de otras veces – que te ha de
llevar a tal sitio.
Estos ejemplos y tantos otros que
practicamos cada día son en sí actos de fe. Pero ¿que pasa? Que muchas
veces los ejercemos sin ser actos conscientes de fe. Doy por supuesto
que me voy a levantar o doy por supuesto que el autobús me va a llevar a
tal sitio.
La fe cristiana, no es dar por
supuesto que Dios está, y como ya está casi ni me dirijo a Él. Me decía
alguien: “Si Dios ya conoce toda mi vida,
¿para que pedirle? Yo no le pido nada”. San Juan de la Cruz decía que,
aunque Dios nos conoce, pedimos para hacernos conscientes de nuestra propia
necesidad, y para darnos cuenta que todo es don de Dios.
Por lo tanto, la fe cristiana
implica un ACTO CONSCIENTE de poner mi confianza en Dios. Repito, implica
un acto consciente. Que bonito cuando uno hace un acto de fe al inicio de un
momento de oración, por ejemplo: “Señor
yo se que estás aquí presente, mirándome, y dispuesto a escuchar mi oración”.
Llegar 5 minutos antes de la Eucaristía y hacer un acto de fe: “Señor vengo en comunidad a tu encuentro,
gracias por venir esta tarde a mi corazón”. Un acto de fe al inicio de
cada mañana: “A
Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, te ofrezco en este día, alma
vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.”
En Filipinas, un día en una
capilla de exposición del Santísimo, estaba orando y se levantó una señora muy mayor
y antes de marcharse se acercó a la urna de cristal que cubría el Santísimo y
la rozó con su mano, luego al salir se santiguó y se tocó las rodillas con la
misma mano. Yo quedé impresionado. Nunca lo había visto. Al salir me acerqué a
ella y le pregunté: ¿por qué se frota las rodillas después de tocar al
Santísimo? Me dijo: Le pido salud y fuerzas al Señor que cada día me la da, soy
muy mayor y aún tengo que trabajar para comprarle leche a mi nieto, pues mi
hijo es drogadicto y tengo al niño conmigo.
Fue una experiencia impactante, volví a la Capilla y de rodillas le dije
al Señor lo de los discípulos: “Señor,
auméntame la fe!”
Muchas veces damos por supuesto que
tenemos fe, pero es una fe paralizada, intelectual, que no nos lleva a obras… La
muestra de una fe sencilla: Entrar en la Iglesia e inclinarse ante el
Sagrario es la fe de saber que Dios está aquí presente. Traer flores a la
Virgen es la fe de saber que ella se alegra con ese pequeño detalle mío.
Confesarse es saber que a Dios le hace feliz cuando me acerco a pedir perdón
por que en algo le he ofendido…
Este texto del Evangelio tiene una
segunda parte en donde cuenta la parábola del criado: “Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor;
cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice:
"En seguida, ven y
ponte a la mesa"?
¿No le diréis:
"Prepárame de cenar, cíñete y
sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"?
¿Tenéis que
estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado?
Lo mismo vosotros:
Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid:
"Somos unos pobres siervos,
hemos hecho lo que teníamos que hacer. Al leer todo el conjunto, me
preguntaba: ¿Qué tiene que ver el ‘auméntanos
la fe’ del principio con el ‘hacer lo
que teníamos que hacer’ de la segunda parte de la parábola?, ¿qué es lo que
quiere decir Jesús sobre la fe en relación a esta parábola del criado?
Os voy a poner esta misma parábola
con un ejemplo que me pasó. Suponed que una madre y un padre que trabaja, y
cuando vuelve de la oficina, ¿quién de vosotros le dice: descansa? ¿No es lo
normal preparar la mesa, cocinar la cena, ayudar con los deberes a los hijos y
descansar al final cuando ya se han acostado los niños? Han hecho lo normal, la
responsabilidad que toca a un padre y una madre. Así me contestó una madre, con
un hijo con síndrome down, cuando le dije que hacía una labor extraordinaria: ir
a trabajar, ocuparse del hogar y los otros hijos y además estar pendiente del
niño limitado. Ella me dijo: “¿qué tiene de extraordinario? ¿No es lo
normal y lo que debe hacer una madre?”. Y entonces añadió: “Hacer lo que tengo que hacer día a día sólo
sale porque cada día pongo mi confianza en Dios. Él me da la fuerza cada día, Él
me dice que saque a este niño a delante, Él me anima cuando las cosa se ponen
cuesta arriba”.
Así es… con fe va saliendo la
fortaleza para hacer todo lo que tenemos cada día, la confianza es lo que nos
da fuerzas para esos gestos diarios, a veces, heroicos, puesto que la confianza
es la base de la esperanza en que Dios conoce nuestros caminos y no andamos
solos.
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