Queda prohibido decir te quiero... y no demostrarlo.
(P. Luis J. Tamayo)
Hay Evangelios en los que uno escucha a Jesús y se escandaliza. El Evangelio de hoy (Marcos 9, 38-43. 45. 47-48) es uno de ellos. A veces uno se pone a temblar cuando escucha estas palabras tan duras y el mismo tono de las expresiones. “Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno”.
Uno se puede preguntar: ¿Por qué estas expresiones tan duras si Dios es todo amor y misericordia? ¿Cómo es posible escuchar de Jesús palabras tan fuertes cuando uno siempre le espera lleno de cercanía y ternura?
Pero justamente cuando hay algo muy grande en juego el amor verdadero te lleva a la seriedad de las palabras con tal de no echar a perder aquello tan valioso. Por ejemplo: Cuando un papa ve a su hijo jugar y va a poner los dedos en el orificio del enchufe… ¿cómo reacciona? Si hay amor y ve que el niño pone en riesgo su vida y su salud… ya desde lejos el papa le pega un grito: ¡Saca los dedos de ahí!, y si el niño insiste, el papa le gritará aún más fuerte: ¡No hagas eso!.
Uno podría preguntarse ¿Por qué le grita el papa? Justamente por amor y cuando ve que lo que se pone en riesgo es la misma vida y salud, es cuando reacciona. Cuando ve en riesgo la vida del niño es cuando su tono de voz cambia. La llamada de atención del papa no se entiende como una prohibición sino como una expresión de verdadero amor.
Las expresiones del Evangelio de hoy es algo parecido. Dios, verdadero autor de la vida de cada uno, nos ha creado con el único fin de vivir en comunión y en unión de amor con Él, para disfrutar de su amistad hoy y por siempre… y si ve que hay algo que pone en riesgo esta unión de amor y amistad, es entonces cuando desde su amor autentico e incondicional que le lleva a utilizar esas expresiones que pueden sonar tan duras:
Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno.
No son prohibiciones... son expresiones de verdadero amor. Cuantas veces uno no hace más que darle vueltas a la cabeza criticando a una persona… ¡Corta ese pensamiento! ¿No ves que te separa de Dios y del hermano? O cuando uno tiene miradas llenas de prejuicios hacia otros… ¡Corta con esa mirada! ¿No ves que estas dejando entrar veneno en tu relación con Dios? O cuando uno por la noche está pasando canales de la TV y se encuentra con un canal de pornografía… ¡Corta la TV! ¡Apágala!
Estas expresiones no son para reprimirse, como se ha malinterpretado tanto al cristianismo… Una religión de prohibiciones… Sino que justamente por que lo que se pone en juego es algo tan grande y maravilloso como el Amor mismo de Dios en el corazón, una gota de odio, de rencor, de prejuicios, de resentimiento o de enemistad es veneno para el amor de Dios y corrompe el amor las personas.
Por eso Jesús, sabiendo lo frágil que es la unión con Dios y el amor al prójimo, se pone tan duro… pues lo que llevamos entre manos es un tesoro en vasijas de barro.
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