Tienes derecho a ser santo!
(P. Luis J. Tamayo)
Hoy celebramos el día de todos los santos. Y a veces nos puede parecer que estamos celebrando algo que nos pilla muy lejos… ¿quiénes son los santos? Aquellos que están en los altares, rodeados de flores y con el cuello algo torcido… me decía un joven: “Los santos son aquellos seres un tanto extra-terrestres que alcanzaron algo de la cercanía de Dios que nos queda fuera del alcance”. Yo le pregunté: “¿tu crees que puedes ser santo?” y respondió: “¿santo? ¿yo? Con el carácter que tengo… con los cabreos que me cojo… con lo débil que soy… con la pereza que me da todo lo religioso…”
Juan Pablo II en un discurso a todos los jóvenes del mundo les dijo: “No temáis ser santos!”. Yo reconozco que la Iglesia hoy día a veces tiene miedo de decir las cosas claras por ser atacada de carca y antigua. En la homilía de hoy os quiero provocar y haceros pensar en que todos podemos aspirar a la santidad.
Después de escuchar a este joven, la pregunta que le hice fue “¿qué entiendes por santidad?” Creo que tenemos un concepto algo equivocado de lo que es la santidad que propone la Iglesia.
Todos hemos aprendido, o hemos escuchado alguna vez que el hombre es creado a imagen de Dios. Esto lo encontramos en el libro del Génesis. En el relato de la creación Dios dice: creemos al hombre a imagen y semejanza nuestra.
Si el hombre ha sido creado a imagen de Dios, la pregunta que sigue es ¿qué se conoce de la imagen de Dios en el hombre? Los grandes Maestros de Espiritualidad de toda la historia han coincidido en decir que esa imagen de Dios en el hombre se descubre por su naturaleza espiritual, por la posesión de alma, por las facultades superiores como la inteligencia o la razón, por la capacidad de libertad, o por la capacidad de conocer el Amor de Dios y vivir en comunión con él. Otros Maestros dirán que participamos de los bienes infinitos de Dios, es decir, que si Dios por naturaleza es toda Bondad, algo de esa Bondad divina está inscrita en nosotros; si Dios por naturaleza es Amor, algo de ese Amor divino está inscrito en nosotros.
Ahora va lo interesante: Si Dios por naturaleza es Santo, es decir, que acumula en si mismo la perfección de toda Bondad, de todo Amor, de toda Compasión, de toda Generosidad, de toda Grandeza, etc. algo de todas estas cualidades divinas están inscritas en nosotros. Por lo tanto, por ser creados a imagen y semejanza de Dios participamos de algo de su santidad.
Ser santo no es ser raro, no es estar todo el día con la biblia bajo el brazo. Ser santo no se consigue a base de puños. Ser santo es dejar que la Bondad de Dios invada mi vida, es dejar que la compasión de Dios tome fuerza en mi vida, es dejar que el Amor limpio de Dios coja todo mi corazón para yo poder amar.
Cuando uno entiende esto, también entiende que Juan Pablo II invitara a los jóvenes a los más grande: “No temáis ser santos!”. Hoy tomo la invitación, y es más, yo os diría: Tienes derecho a ser santo! Puedes no renunciar a la más alta dignidad para la que has sido creado! Participar, gozar y disfrutar ya algo de la grandeza de Dios en tu vida.
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