El evangelio de hoy (Lucas 5, 1 -11) nos puede ayudar a hacer una conexión que hoy día se está perdiendo. El deseo del hombre de obtener la felicidad en la vida y el deseo de Dios de ser la fuente de la verdadera felicidad para el hombre que busca.
Cuando hablo con la gente, uno se da cuenta que muchos de nosotros crecemos con la mentalidad de separar a Dios de la vida, es decir, Dios está ahí… para pedir ayuda en algún momento difícil, Dios está en la misa del domingo… pero a la hora de mi vida diaria, soy yo mismo quien me organizo para intentar encontrar la felicidad fuera de Dios… no llegamos a creer que el amor a Dios y el servicio a los hermanos es la fuente de la felicidad verdadera para la vida.
El evangelio de hoy nos puede ayudar a comprender la conexión de mi deseo de encontrar la verdadera felicidad y el deseo de Dios de darme a saborear y disfrutar de la autentica felicidad. Permitirme centrarme en la figura de Pedro del evangelio de hoy.
Jesús subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara -un poco de tierra. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: “Rema mar adentro, y echad las redes para pescar”.
¿Quién de nosotros no está buscando algo de felicidad, algo que le de un sentido más profundo a su vida? y ¿quién de nosotros no ha creído que Jesús podía darlo? – yo mismo – hubo un tiempo que parecía que todo lo que tenía no llegaba a satisfacer el hambre de felicidad que mi corazón anhelaba. Hubo un momento en mi vida que creí que Jesús podía ofrecerme algo… si que recuerdo decirle “realmente no se quien eres… pero te dejo entrar en mi vida”.
Lo que sí es verdad es que cuando Jesús entró en mi vida dio comienzo una gran aventura. Fue cuando entendí por primera vez de parte de Jesús “rema mar a dentro”, zambúllete en el mar de la vida para disfrutarla desde otros criterios y deja que te guíe mar a dentro, deja que te lleve a lo profundo de un sentido nuevo para tu vida.
¿Cuantos de nosotros hemos pensado que la felicidad está en satisfacer mis propios deseos y hacer lo que más me apetece?… Mi aperitivo, mi salir a comer al campo, mi gran sesión de siesta “con pijama y orinal”, mi sesión de cine con palomitas, mi partido de football, mi paseo en bicicleta, etc. y es verdad, que muchas veces uno se merece un homenaje. Pero si uno es sincero ¿cuánto de la vida gira entorno a "mi"?, y poco hay que gire en torno a servir a los "demás". La espiral de mis planes va hacia dentro y no hacia fuera.
“Boga mar a dentro” es la invitación de Jesús a cambiar de criterios, a llevarnos a experimentar que en el servicio a los demás uno encuentra una felicidad muy distinta y mucho más permanente que los placeres que giran sólo en torno a uno mismo.
Cuantas veces uno se dice a sí mismo: “Mira llevo toda la semana trabajando como un loco, no me líes ahora con los problemas de otra gente”. Pero lo triste de esto es que uno se va construyendo su propio mundo de justificaciones, y sin darse cuenta se va estrechando su mundo y se va asfixiando. Ya no está navegando dirección mar abierto… sino que su barca quedó amarrada en el muelle, atrapado en sus pequeñas seguridades.
Yo mismo me identifico con la figura de Pedro, y ¿quién no? “Simón contestó: - «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada» Señor me paso todo el día trabajando y no he disfrutado de nada… Señor me paso todo el día encima de mis hijos… no me pidas nada más, pues no tengo tiempo para los demás.
Aún recuerdo que cuando trabajaba en el departamento de inversiones de un banco inglés (antes de entrar en el Seminario), Jesús me rompió los esquemas… yo tenía toda la semana ocupada con trabajo y al llegar el fin de semana buscaba como llenar el tiempo de entretenimiento: si era invierno esquiar, si era primavera tenis, si era otoño a comer a los pueblos de la sierra, si era verano piscina... Tristemente todo era llenar el tiempo y todo giraba en torno a mi.
Estaba detrás de una chica, y ella me invitó ir los sábados a servir comidas a los vagabundos de Madrid en el comedor de las misioneras de la caridad. ¿Un sábado a mediodía?!!! Y ¿¿mi aperitivo?? Exclamé. Pero es esa voz de Jesús que te dice “boga mar a dentro”, deja atrás lo que ya conoces y haz algo nuevo, deja de planificar lo que “tu” crees que te llena y sirve a otros que te necesitan.
Esto es la contestación de Pedro a Jesús: “por tu palabra, echaré las redes”. Si tu lo dices lo haré. Dice el Evangelio que “hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red”. Fue una experiencia que me llenó de un gozo profundo no comparable a una mañana montando a caballo o ganar un partido de tenis. Mi corazón reventaba, la alegría que sentía me desbordaba.
Esto es lo que veo en personas que – estando muy liados – todavía sacan tiempo para colaborar de una forma u otra con la Iglesia, con la Parroquia… yo veo a las mamás (madres de familia) dando catequesis, dando generosamente su tiempo, o los estudiantes que dedican su tiempo a los chavales de la Parroquia… . Veo a los monitores de los Scouts… con sus trabajos y con una gran alegría por servir… yo veo a quien colabora sacando tiempo de sus quehaceres… ¿qué pasa aquí?
El evangelio continúa y dice: Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Me gustaría que esta reflexión fuera esa señal a todos vosotros para que de una u otra forma os animéis a echarnos una mano en la parroquia, en la Iglesia… pues no hay mayor alegría que compartir la alegría de trabajar juntos para Dios y los hombres.
Y si aún dudas… mira lo que le dijo Jesús a Pedro: Jesús dijo a Simón: - «No temas; desde ahora serás pescador de hombres. » Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
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