23 ene 2011

Examen de Conciencia

Examen de Conciencia

Siguiendo los pasos que se enumeran aquí, puedes experimentar este "método" de crecimiento personal y de descubrimiento del núcleo de tu identidad. Puedes sensibilizar más a tu propio espíritu — sus deseos, sus potencias, su fuente; y desarrollarás una apertura para recibir el apoyo ofrecido por Dios.

1. Recuerda que estas en presencia de Dios. No importa donde estés, en la cima de una colina o en un valle, en el campo o en la ciudad, en medio de una multitud o solo, eres una criatura dentro de la creación. El Creador que te llamó, está interesado en ti. El Espíritu de Dios, enviado por Cristo, te recordará que se te han dado dones para contribuir a llevar a la creación a su plenitud, y restaurarla al modo del Creador. Pide al Espíritu Santo que te permita mirarlo todo con amor. "El amor es paciente, es bondadoso, no es envidioso, u orgulloso; no es arrogante ni rudo. El amor no busca un interés, no se alegra del mal, sino que se regocija en el bien...El amor todo lo espera." (1 Cor.)

2. Da gracias a Dios por los favores recibidos. Haz una pausa y pasa unos momentos repasando tus obras del día. Sé concreto. Recuerda el sabor de la mermelada en el pan, la fragancia de la flor, la sonrisa provocada por una palabra amable, el acto de paciencia que facilitó la labor a alguien. Enumera lo que recibiste y lo que diste. Date cuenta de los eventos que guían la vida. Ahora mira las obras más concretas que te permiten participar en este día. Recuerda tu fortaleza en momentos de dificultad, tu capacidad de tener esperanza en momentos de debilidad, tu sentido de humor y tu vida de fe, tu inteligencia y tu salud, tu familia y tus amistades. Dios Padre te da todo esto para llevarte a la plenitud de la vida. El Padre envió al Hijo, Jesús, para asegurarnos que el Reino de Dios se está construyendo. Jesús envía al Espíritu Santo para guiarnos y sostenernos al recibir y dar vida a otros.

Haz una pausa para dar gracias.

3. Se consciente y pide la ayuda del Espirítu Santo. Antes de explorar el misterio del corazón humano, pide recibir al Espíritu Santo para que puedas mirar a tus acciones y motivaciones con honestidad y paciencia. "Cuando venga el Espíritu de la verdad, los guiará en la verdad" (Juan 16:13) El Espíritu Santo te inspirará a mirar con mayor libertad el desarrollo de la historia de tu vida. El Espíritu te da la libertad de estar abierto al crecimiento, de mirarte a ti mismo sin condenarte y sin autocomplacencia. "El amor todo lo espera."

4. Ahora examina cómo estás viviendo este día. Recordando los acontecimientos de tu día, explora el contexto de tus acciones. Revisa el día, hora por hora, buscando los acontecimientos internos de tu vida. Recorre las horas para ver cómo ha sido tu interacción con lo que tenías ante ti. Pregúntate en qué estabas implicado y con quién estabas, y revisa tus esperanzas y dudas. Muchas situaciones te mostrarán que tu corazón estaba dividido – moviéndose entre ayudar o ignorar, despreciar o animar, escuchar o hacerse el sordo, recriminar o perdonar, hablar o callarse, abandonar o agradecer. Mira las oportunidades que tuviste para el crecimiento en la fe, la esperanza y la caridad y cómo respondiste. ¿Qué te movió a actuar de ese modo?

Date cuenta de dónde actuaste libremente – escogiendo una acción concreta de las posibilidades que veías. Mira dónde fallaste, al haber hecho mal use de tu libertad. Este "método" te ayuda a aprender a actuar con libertad. ¿Qué hábitos te ayudaron o se te dificultaron?

Mira en qué momentos Cristo entró en tus decisiones y dónde te podrías haber detenido para recibir su influencia. "Pruébense a sí mismos" dice San Pablo, "para ver si están viviendo con fe; examínense. Quizá ustedes mismos no se den cuenta de que Cristo Jesús habita en ustedes" (2 Cor.) Su influencia nos llega a través de su pueblo, el Cuerpo de Cristo; como también a través de la Escritura, la Palabra de Dios. Ahora, al orar, el espíritu de Cristo te ayudará a conocer su presencia y cuidado. A medida que reflexiones acerca de ti mismo por medio de la oración diaria, te conocerás más y más. Por lo tanto, llegarás a reconocer la presencia de Cristo en tu vida. Cristo te invitara continuamente a amar a tu prójimo como a ti mismo, y te dará fuerza para hacerlo.

5. Ora con palabras de reconciliación y resolución. "La palabra de Dios está muy cerca de ti, está en tu boca y en tu corazón para que la observes. Mira, hoy pongo ante ti vida y prosperidad, muerte y desastre...Escoje la vida," dice el profeta. (Deut. 18) Ahora, después de haber revisado este día de tu vida, mírate con compasión y reconoce tu necesidad de Dios, y trata de ver el cuidado que Dios manifiesta hacia ti. Expresa dolor por tu pecado, la obscuridad que nos rodea a todos, y especialmente pide perdón por las veces en que este día te resististe a la luz de Dios. Da gracias por la gracia, la presencia iluminadora de Dios, y especialmente alaba a Dios por las veces que le respondiste con sinceridad, permitiéndote así, ver mejor la vida de Dios. Por medio de estos actos de arrepentimiento y gratitud creces en el conocimiento de la gratificante acción de Dios en ti. "Como arcilla en manos del alfarero, así eres tú en mis manos." (Jer. 18:6)

Reflexión final.
El crecimiento en la amistad y la intimidad requiere tiempo y atención constante. Trata dedicar de 10 a 15 minutos diarios a este examen de consciencia.

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