2 ene 2011

La Palabra es la promesa que nunca falla

La Palabra es la promesa que nunca falla (Juan 1, 1-18)

(P. Luis J. Tamayo)

“La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. (…) Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre.” (Tomado del Evangelio de Juan capítulo primero)

Leer detenidamente estas expresiones: “Por medio de la Palabra se hizo todo.” “En la Palabra había vida.” “A cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios.”

La Palabra de Dios es origen y fuerza de toda la creación, por medio de la Palabra se hizo todo… no hay más que recordar como lo explica el Génesis de una forma alegórica pero maravillosa. En la Palabra de Dios está la fuente de toda la vida. La misma carta a los Hebreos lo dice: La Palabra de Dios es eficaz y tiene fuerza en si misma. Es decir, que no sólo crea el universo y al hombre de la nada, sino que recrea y renueva a quien hoy acoge y escucha la Palabra de Dios.

Dime una cosa, cuando has escuchado una homilía sobre la Palabra de Dios, o leído un Evangelio, o meditado un texto sobre la Palabra… ¿acaso no has experimentado alguna vez que esa palabra te toca el corazón por dentro, te ilumina y te hace dar un giro en tu forma de concebir tu vida?

Ahora no se utiliza tanto la expresión “palabra de honor”, pero antiguamente cuando se hacía una promesa de palabra, esa palabra dada permanecía en el tiempo pues era una promesa. Así es la palabra de Dios, es la Promesa de vida dada a los hombres. Es Promesa por que no falla. Y no sólo en general sino a cada uno en particular.

He estado de misiones durante 8 años en Filipinas. Allí conocí a una mujer que la amputaron las piernas he iba en silla de ruedas. Se llamaba tita Angi. Una vez a la semana su familia la solía traer a nuestra capilla, la dejaba una horita y luego regresaban a recogerla. Un día ayudé a bajarla en la silla de ruedas a nuestra capillita donde teníamos al Santísimo. Allí la dejé, sentada delante del sagrario, y le puse la Palabra de Dios en las manos para tener algo que leer.

Al cabo de un rato regresé para ver que tal estaba. Y mi impresión fue tan grande cuando me la encuentro fuera de la silla, en sus muñones, pues casi no tenía rodillas con lágrimas en los ojos. Cuando la pregunto si estaba bien, me contestó. “Padre, lloro de alegría. El Señor es tan bueno… me llena de consuelo. No tengo nada de que quejarme”.

Uno pudiera quedarse sólo en el pesimismo de la amputación de las dos piernas de tita Angi, pero eso no es toda la realidad, es sólo una parte. La totalidad de la historia la marca las palabras que Dios pronunció en su corazón en esa tarde y que la dejaron llena de consuelo y lagrimas de alegría.

El testimonio de tita Angi me ayudó mucho a reflexionar. La Palabra de Dios es una promesa de vida y felicidad, es una promesa de consuelo en medio de las dificultades… “a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre.”

La invitación de este primer domingo sería dejarse "impulsar por la Palabra" a lo largo de este nuevo año 2011.

La Palabra tiene fuerza y poder para renovar, restaurar, resucitar, reanimar... pero para ello uno ha de dar tiempo para escuchar la Palabra de Dios, leer la Palabra de Dios, meditar, rumiar, entender, alimentarse de la Palabra de Dios de forma personal o en la Comunidad parroquial. Yo tengo la experiencia de que es lo único que de verdad da fuerzas, vitalidad e impulsa a las personas a perseverar en vivir y transmitir el Evangelio.

Como bien sabéis yo he estado muchos años viviendo en Asia como misionero, y cuando pasan los años es verdad que uno se va adaptando e inculturizando, pero también es verdad que uno se da cuenta de la distancia cultural y el choque de mentalidad, la diferencia de pensar, etc. Recuerdo que hubo un momento que fue duro, a mi hermana en España le habían declarado un tumor, aun no se sabía que iba a ser benigno, yo estaba muy preocupado, luego coincidió que nos cerraron las puertas para un proyecto que teníamos, cogí una infección de estómago esas que solo las cogen los extranjeros, de repente todo se hacía muy pesado… Yo creo que todos hemos pasado alguna vez por algo de esto… no hace falta irse de misiones lejos, pero aquí mismo… llegar a un punto que uno no se entiende con su cónyuge, tener un conflicto en el trabajo, ver frustrado los planes de futuro, etc.

¿Qué es lo único que me dio fuerza y vitalidad para seguir hacia delante? Lo que leíamos antes: recibir el impulso de la Palabra, recibir la fuerza de la fe, entrar en silencio con esa lectura del evangelio y hacer oración con ese mensaje que has escuchado y te tocó el corazón. La Palabra es la promesa que nunca falla.

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