21 abr 2011

Jueves Santo

Yo también he sido Judas en algunas ocasiones

Judas aparece en los tres relatos evangélicos de los días previos al Jueves santo, día del amor fraterno -lunes, martes y miércoles-; y no como protagonista, sino en el trasfondo, en contrapunto, descolocado.

1. Judas en casa de Lázaro, Marta y María, en la cena que le ofrecen a Jesús estos tres amigos por el don de la resurrección. Desentona, porque no ha captado que en torno a Jesús todo es gratitud y gratuidad, y hasta el relato de una mujer secando con sus cabellos los pies de su amigo y derramando perfume sobre él se le escapa.

Hay quienes en la Iglesia sólo quieren “gestos útiles y prácticos”, que reporten beneficios (en número y seguidores, en ruido y bullicios, en obras de misericordia reconocidas…). La entrega amorosa de cada día parece que no tiene sentido. Sólo lo que brota del amor tiene sentido en la Iglesia. Para mí, los cientos de miles de cristianos que lavan los pies de Jesús en los pobres del mundo, llena “toda la casa” (la Iglesia) de un extraordinario olor. Lo percibo, lo siento, lo veo, me estimula a dar todo lo que tengo.

2. Judas en la cena de Jesús. Cena que el Maestro ha preparado primorosamente, sin que se le escape un detalle. Lo ha hecho él personalmente, sin delegaciones ni normas preestablecidas en los rituales. Es una cena para amigos y se va a dar él mismo en ella, totalmente: eso es la eucaristía. Pero Judas sólo participa en el ritual, está ausente, sólo el tiempo justo, tiene cosas que hacer, y desaparece sin haberse enterado de lo que ha sucedido. Otros asuntos, en los que tiene puesta su atención, le reclaman. La cena pascual no le ha servido de nada: ni le ha sorprendido, con sus maravillosos detalles, ni le ha cambiado, porque, en realidad, no estaba atento ni sentía necesidad de cambiar.

3. Judas en el relato de la Pasión: traidor decepcionado. Jesús no ha respondido a sus expectativas. Utiliza el beso para señalar a Jesús. Especialista en conducta equívocas, aparentemente buenas, pero dañinas. Obra en la noche, se hace seguir de correveydiles a sueldo, de oportunistas y “mandados”; en realidad es utilizado. Su fin es la frustración, el autoaniquilamiento, la desesperación y la muerte en soledad.

Por eso me da pena Judas. Yo también he sido Judas en algunas ocasiones. Todos podemos reconocernos a veces en Judas. Hay algunos Judas entre nosotros.

Judas no comprende lo gratuito y todo lo quiere justificable. Judas siempre tienen algo más importante que hacer que estar con Jesús y agradecerle su cena, disfrutando de una agradable sobremesa en compañía de los demás.

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