Adviento IV: María - Escuela de la acción
P. Luis José Tamayo
Lucas 1,26-38: En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús... Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra… para Dios nada hay imposible.» María contestó: «…hágase en mí según tu palabra.»
Estamos en la cuarta semana de adviento. Adviento, venimos diciendo, no es sólo un tiempo litúrgico sino que es una escuela de vida.
A lo largo de la historia siempre ha habido entre el mogollón personas que han despuntado, que han destacado, pero no por su super inteligencia, o por su dinero, sino por su audacia, bravura y coraje para ser coherentes con algo que entendieron. Personas que sabían que debían dar un paso al frente, hombres y mujeres que sentían desde lo profundo del corazón el empuje a cambiar algo, a ser coherente con lo que creían, a arrimar un hombro, a extender una mano, a defender algo. Personas que hicieron un primer movimiento que desencadenó un cambio más grande, que pudieron despertar la conciencia de tantos otros que pensaban lo mismo y no se atrevían.
María, la Virgen, fue una de estas personas. Le echó coraje, le puso agallas, se lanzó a una aventura que por sus propias fuerzas no hubiera podido… ¿Qué hizo? descubrir que desde lo profundo de su corazón Dios le estaba pidiendo algo muy grande y lanzarse a ello. Por su “si” dio comienzo toda una historia de amor entre Dios y el hombre. Por su fidelidad hasta el final, María abrió el camino para que Dios salvara al hombre.
Los sueños son siempre de gran altura. ¿quién no ha soñado por un mundo más justo? ¿quién no ha soñado con hacer una gran labor social? ¿quién no ha soñado con tomar la iniciativa y ser coherente con lo que uno piensa?
Albert, un filipino, decidió nunca más copiar en un examen, se definió por la honestidad. Ana Frank, una niña judía de 13 años, que durante las primeras persecuciones nazis, se compromete a escribir sus reflexiones en un diario, su diario fue esperanza para muchos perseguidos. Gandi, un indio, que decidió que la paz y el amor eran las mejores armas para luchar por los derechos de los suyos. Madre Teresa, una albanesa, entiende el servir a los más pobres entre los pobres. Martin Luther, un negro americano, se moviliza para defender la igualdad en la dignidad de los de color…
Todos tienen algo en común con María… el motor a ese primer paso a delante nació del corazón, nació de un impulso del amor de Dios a realizar con coraje y valentía una acción que pronto provocaría una reacción en cadena… el poder de una persona es impresionante para cambiar algo, por pequeño que sea. El poder de uno + uno + uno + uno… es aún más poderoso para cambiar una sociedad. Todos tenemos ese poder para cambiar algo…
Y tu? Que sueños tienes? Que crees que puedes hacer? En que vas a utilizar el poder de cambiar que se le ha dado a tu vida?
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