26 feb 2012

Cuaresma I, REFLEXION Evangelio Semanal

No serás tentado más allá de tus fuerzas (P. Luis J. Tamayo)

La Cuaresma es un tiempo precioso que nos regala la Iglesia para prepararnos internamente y profundizar en la necesidad que todos tenemos de acoger la gracia salvadora que nos espera en la Semana Santa, en la contemplación de los misterios de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. La conversión que se nos pide en este tiempo es la de volver a lo esencial del cristianismo, es decir, al Amor de Dios.

La Cuaresma se nos ha presentado siempre con ese olor a incienso que se hace un poco pesado con tanta propuesta a la renuncia, al sacrificio, a la abnegación… Pero todo esto ¿para qué? De nada sirve si no nos quedamos con lo más grande, con el amor. Así es, muchas veces somos tentados o engañados creyendo que podemos disfrutar de algo que en verdad me está distanciando del amor de Dios.

Os pongo un ejemplo: Mi sobrino, de pequeño, una tarde jugaba con un cuchillo, el estaba feliz, no sabía que se podía hacer daño, su madre se lo intentó quitar pero sin éxito… ¿Qué se podía hacer? Agudicé la creatividad y me fui a la nevera y cogí un trozo de tarta de chocolate: ¿quieres esta tarta de chocolate? –le dije. Si –me contestó. De inmediato dejó el cuchillo y se vino a por la tarta. Así somos todos, solo somos capaces de dejar algo que aparentemente no es bueno, cuando se nos presenta algo que es mejor.

La renuncia, el sacrifico y la abnegación no tiene sentido sino es para quedarme con algo más grande, más pleno, es decir el Amor de Dios. Y este amor se nos presenta constantemente, es accesible, esta al alcance te tu mano por medio de la oración, del silencio, de la Eucaristía, del sacramento de la reconciliación, por medio del servicio a los demás, el perdón, la amistad, la caridad, etc. Dios nos lo ha hecho fácil, accesible, sencillo.

Este año tenemos 5 domingos de Cuaresma por delante para reflexionar. Para los que hace tiempo me seguís, todos los años hago una serie de homilías que tienen un hilo conductor, intento sacar unas catequesis iluminadas por los evangelios dominicales. Este año entendía que podíamos profundizar sobre las tentaciones. 5 domingos en los que podemos acercarnos a comprender un poco más el mundo de las tentaciones. El Evangelio de hoy Marcos 1, 12-15 nos explica como Jesús también fue tentado: “En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían”.

Jesús es Dios, pero también verdadero hombre y como hombre fue tentado como tu y como yo… Y fue tentado en todo por su naturaleza humana. Pero el Evangelio da un par de detalles que son de interés. Dice que el Espíritu empujó a Jesús al desierto, y que los ángeles, es decir, el mismo Espíritu, le servía. ¿Qué quiere decir esto? Simplemente que no serás tentado más allá de tus fuerzas. “Fiel es Dios que no permitirá que seamos tentados más allá de nuestras fuerzas. Más aún, nos dará modo para resistir con éxito.” (1ª. Cor. 10: 13)

Hay personas que me dicen: “estoy pasando una época en que no veo a Dios por ningún lado”. Esto puede pasar, que sea un momento de desierto, de dificultad, de oscuridad… A veces escuchamos esa otra expresión de: “estoy en un túnel y aún no veo la salida”. Pero nos fiamos de la Palabra de Dios: el Espíritu acompañaba a Jesús en el desierto, Jesús en ningún momento estuvo sólo, a pesar de sentirse en la aspereza del desierto. Tú, aunque estés en un momento de sequedad y de aspereza, aunque no sientas a Dios, Él está, Él te acompaña, Él no te abandona… es un tiempo de confianza… San Pedro: “el demonio, anda como león rugiente, buscando a quién devorar; resístanle firmes en la fe.” (1ª. 5: 8-9)

Espera en él. Dios aprieta pero no ahoga. El ES le acompaña al desierto. El ES está aún en el desierto, sequedad, dificultad. Dios no abandona.

El pueblo de Israel no supo esperar en Dios y durante sus 40 años de dureza por el desierto dudó de que Dios estuviera con ellos y se pusieron a servir a los Baales, a los otros dioses extranjeros.

Hablando con una adolescente, me contó que su novio tuvo que salir de España porque por trabajo trasladaron a su padre de país, no pudieron hacer nada al respecto, eran demasiado jóvenes. Ella me contaba que por despecho, por rabia ante tanta impotencia le daban ganas de liarse con cualquier otro chico que le saliera al paso… Cuantas decisiones tomamos por despecho, por rabia, movidos por la cólera, por la ceguera de la impaciencia. San Ignacio de Loyola nos da una regla de oro en el discernimiento: “En tiempos de desolación, nunca hacer mudanza”. En estos momentos ¿qué hay que hacer? Espera, no tomes grandes decisiones, pues te puedes confundir. Espera en Dios, Él te abrirá el camino… Espera!! Se paciente!!

San Pablo: ¡Ánimo! “que las tribulaciones de este mundo, producirán un imponderable peso de gloria.” (2ª. Cor. 4: 17-18)

25 feb 2012

1st Sunday of Lent

He was tempted but he overcame…and so can we

(Fr. James McTavish)

Gen 9:8-15 Ps 25:4-5, 6-7, 8-9 1 Pet 3:18-22 Mark 1:12-15

“At once the Spirit drove Jesus out into the desert, and he remained in the desert for forty days, tempted by Satan. He was among wild beasts, and the angels ministered to him” (Mark 1:12-13). And so begins the Gospel on this first Sunday of Lent. The setting is Jesus being driven into the desert by the Holy Spirit. Jesus goes into the desert and has “a serious battle with the tempter” (Pope Benedict XVI Lenten message 2009). He goes there for us and for our salvation. He conquers the enemy. Often we remain with the fact that Jesus was tempted. This is true, he was tempted in a serious battle with the tempter. But he won, he overcame the enemy. He was victorious. This is the Good News. CHRIST OVERCAME THE TEMPTATIONS. It is not just that he was tempted. He overcame and was victorious, for us and for our salvation.

In our human condition we too will be tempted. But we too can be victorious. There are many people who live life’s trials closely united to Christ. Like Jesus, they experience being in the desert. Desert in Greek is heremon. It can mean desolate, lonely and uninhabited. I met a man who is very elderly, over 90 years old. A priest in hospital. Sickness and ill health can be a real experience of desert, an experience of isolation, and being tempted by sadness and discouragement. What is amazing is how this priest lives this experience. He told me that sometimes when a visitor plans to come and then in the end can’t make it, instead of claiming attention and being discouraged he tells himself “Take it easy!” Instead of being discouraged by his situation I really saw a man living life to the full. When Jesus was tempted we know from Matthew’s gospel that he replied with a quote from Scripture. Do you know the favourite verse from Scripture that accompanies this old priest in his twilight years? “The child Jesus grew in wisdom, age and stature.” I was surprised as this verse speaks of the childhood of Jesus, when he was growing up and learning many things. But seeing this priest using email and Internet at 92 years old, reading a book and trying to expand his mind made me see that he is still running the race and fighting the good fight. “We do not have health here” he told me “but what we do have is LIFE. And until the moment I breathe my last, I will keep on living.”

This life is not improvised. It is the fruit of a life of prayer, serving others, denying one’s own fickle desires. It is a life of prayer, fasting and denial and of being generous to others. In short, a life living the spiritual disciplines of prayer, fasting and almsgiving. Lent is a privileged time to intensify these practices. As St Leo the Great reminds us, “And so dearly beloved, what every Christian should always be doing must now be performed more earnestly and devoutly.” Pope Benedict wrote in his Lenten message that it is a time of “more intense spiritual training…to better celebrate Easter and thus experience God’s power.” How are you intensifying your spiritual practices this Lent?

In the desert Jesus was praying and fasting. He was well trained to encounter and fight off the tempter “who prowls around like a roaring lion, looking for someone to devour” (1 Peter 5:8). This is one meaning of Jesus being among the wild beasts. Once when visiting a school to give a talk about life in the mission I was asked by one of the children, “As a missionary going to various countries, what is the wildest animal you have ever encountered?” The question took me a little by surprise! Probably he was expecting me to recount a story of meeting a lion in the jungle. But actually some of the wildest animals can be encountered within us such as fear or discouragement. This wild animal can easily frighten us and stop us in our tracks when he tells us “Give up!” or “You cannot do it!” In front of a difficult exam or a challenging life situation the tempter can try to dishearten us with these kinds of thoughts. We need to be vigilant. We need to be well trained and ready to do battle. Let us unite ourselves closely to our Lord who will teach us how to overcome all situations.

Let us not be afraid to enter into the desert this Lent. Let us not be afraid of the difficulties or temptations. We have the means of prayer, fasting and almsgiving. It is a time to intensify these practices. What can you do concretely to step up your prayer, self denial or being generous? Sometimes we are so ambitious and aim so high that we are not realistic! Or we let the tempter discourage us as we think there is no point doing anything. For example, in almsgiving we desire to help all the hungry in the world but then realize it will cost billions and in the end we give nothing! But as Mother Teresa said, “If you cannot feed one hundred children, then just feed one.” Step by step we can increase our love and self giving this Lent right up to the greatest proof of love on the cross at Easter.

Let us step into the arena with Christ this Lent encouraged by the words of St. Augustine “We cannot win our crown unless we overcome and we cannot overcome unless we enter the contest and there is no contest unless we have an enemy and the temptation he brings.” In the battle we can prove our love for Jesus and discover how much he loves us. He was tempted but he overcame. Staying close to Jesus we can do the same…

22 feb 2012

Ash Wednesday

Let’s get ready to go

Jl 2:12-18 Ps 51:3-6, 12-14, 17 2 Cor 5:20-6:2 Mt 6:1-6, 16-18

Today is Ash Wednesday which is, of course, the first day of Lent. Lent is the season of the Church year where we prepare for Easter, Jesus’ resurrection from the dead. What does Lent mean to you? In the Church, traditionally, it means a special time for fasting, almsgiving and prayer.

One brother told us about when he was growing up (oh so many years ago…) that Lent was probably his least favourite time of the year - because he always had to give something up. His mum insisted that they fast as a family. Sometimes they chose to give up dessert (that was really hard because they all had a sweet tooth – they sometimes ate almost as much dessert as they ate of the main course). Sometimes they used to give up eating any snacks in between meals – which was also hard because they loved our morning and afternoon teas. Their mum saved all the money that she would have spent on dessert or snacks and gave it to charity. So their fasting led to almsgiving.

Today, as we head into Lent, we’re going to look at what Jesus says about almsgiving, fasting and prayer. For all three he basically says: Don’t make a fuss of them. Don’t use them to show how good you are. Don’t use them to lift yourself above others.

For almsgiving he says try and do it quietly, because the reward we seek should be one in heaven, not on earth. Jesus actually says, “When you give alms, your left hand should not know what your right hand is doing.” When Jesus talks of prayer, once again he warns us not to pray just so that others can admire us. He tells us to go to a private room where no one can see us, shut ourselves in and pray to our Father in that secret place. And he reminds us that we should be seeking the reward of our Father in heaven, not the admiration of others here on earth. Prayer is between us and God, not between us and those who watch us. Thirdly, Jesus speaks about fasting. Once again he tells us that when we fast, we should do it in private and we don’t want to look like we are suffering. We shouldn’t be using almsgiving, prayer or fasting to show others that we think we are better than they are. As much as possible we should try and make it look like this is business as usual so to speak – Jesus speaks in particular about not putting on a gloomy face as though we are suffering, as though fasting is a huge burden that we have to carry. If anything, we should be even happier than usual because fasting is the opportunity to do something for Jesus, to purify our lives by removing the unnecessary or the things that prevent us from connecting more fully with him.

Fasting in particular is a great way to remind ourselves every day that God is there and that we can follow him because every time we give something up, we are reminded of who we are and what we are doing this for, why we are fasting. We are making a small sacrifice as an imitation of Christ who made the ultimate sacrifice of his life so that we could have eternal life, so that we could live forever. Often in our fasting we can think of material things to give up like food or TV or shopping or leisure activities. But we can also fast from other things that separate us from Jesus like our moods, our selfishness, gossiping or judging others. Imagine spending 40 days without gossiping or thinking only the best of others or spending time helping other people every day and being able to incorporate that into our whole life for good, not just for Lent. I don’t know about you but for me, that would be a radical change in my life.

The whole idea of almsgiving, prayer or fasting in Lent is for our own personal growth in faith, not because we want to appear better than others. By removing something that is worldly through fasting we are reminded of what is most important. We are reminded that our spiritual nourishment means more to us than material food, the spiritual gifts we can receive from God provide more to us than material possessions.

And through giving what we have to those less fortunate, we realize both how much we have to share from a material point of view and how easy it is to survive on less, rather than always trying to seek more. It can put things into perspective, show us that perhaps we don’t need to win Lotto to be happy, or get that promotion at work to be successful.

And by taking some of the unnecessary things out of our life, we leave more room for God, more time for him. We get more time for prayer, for contemplation, for a true relationship with Him. The fasting and almsgiving can be wonderful means of seeing material ways that we can serve the Lord but probably the most important focus of Lent is prayer. Prayer is what brings us closer to God. It is what makes us able to maintain our fast. It is what makes us generous enough to give to others less fortunate than ourselves. Prayer is what builds our personal relationship with God and lets him show us his plan for us, for our lives. Lent is a time to get as close as possible to God, to really see and hear him, to act for him and to thank him for the sacrifice he made for us through the death of Jesus on the cross. Lent is a chance to really get to know Jesus one-to-one, to give him room by expanding our prayer life, to allow him to open up our eyes to the realities of the world. We get the chance to find joy in his Word, in what he has to say to us personally. We can let him come right into our lives, into the little room that is our heart and convert it, take it back for himself - so that when we go back out, we act and speak for him. How do you see prayer? Do you see it as something you do as a way to check in with God, say hello, but not much more? Or do you see it as an opportunity to get to know God better and yourself better, the real you, the person that God created you to be?

Lent is 40 days because that is the time that Jesus spent in the desert preparing himself for his mission. We imitate that preparation time so that we can be ready to celebrate the greatest act in the history of mankind – the celebration of Jesus’ death and resurrection at Easter – the ultimate act that gave us all the chance to be saved. Lent is a time for a personal journey, one that can bring us closer to our destination, closer to the place that has been planned for us. We need to use these 40 days to bring ourselves closer to Jesus through fasting (which imitates his sacrifice), almsgiving (which imitates His giving) and through prayer (which imitates Jesus’ prayer to His Father in heaven – prayer that continued right up until His death on the cross).

Where do you want Lent to take you? Do you want it to bring you to a closer, deeper relationship with Jesus? Lent is like every time in life, the more we give, the more we put in, the more we get out. Jesus doesn’t promise us our rewards here or now. He promises them in Heaven. But through our relationship with him, through our prayer, we can begin to experience Heaven already. We can be united to him, one in body and mind and spirit – one in our focus, our mission. Through that unity, we can experience the love and the joy of being where we were made to be – with him.

Miercoles de Ceniza

Recuerda que eres polvo en las manos de Dios

P. Luis José Tamayo

El miércoles de ceniza da comienzo el tiempo litúrgico de la Cuaresma. El miércoles de ceniza da comienzo a un tiempo especial, es un tiempo de conversión. Pero a veces el recuerdo que uno tiene de la Cuaresma, muchas veces, ha venido marcado por experiencias del pasado con un tono gris (como el de la ceniza)… en todos los canales de televisión ponían películas de Moisés, Ben Hur, la Pasión de Cristo, etc. Recuerdo escuchar que había gente que dejaba de fumar estos 40 días… era tiempo de conversión, de penitencia, de ayuno. No se si te ha pasado pero, a veces, uno se sentía culpable por haber comido carne o un helado de chocolate en viernes de ayuno. Con esto no digo que no haya que hacer ayunos o que éste no sea un tiempo donde haya que buscar cierto recogimiento, un tiempo especial de preparación para la Semana Santa. Pero lo que quiero desmontar es esa sensación de olor a incienso, cenizas y sacrificios mal entendidos para redescubrir la belleza de este tiempo.

En la celebración litúrgica de hoy, cuando nos imponen las cenizas en la frente escuchamos del sacerdote: “conviértete y cree en el Evangelio”, pero hay otra que para mí recoge más el sentido de este tiempo: “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás”. Sinceramente a mi me gusta ponerlo en su verdadero contexto: “Recuerda que eres polvo en las manos de Dios”.

Recuerda que eres criatura, que esta es tu verdad más profunda. Es una invitación a volver a la verdad de mi mismo. Soy criatura, por ello, limitado y finito, con tendencia a cometer errores, fallos, a tener limitaciones. No soy perfecto y con ello no se acaba el mundo. Esto nos libera de tanta exigencia que vivimos por dentro y que proyectamos hacia los demás. La falta de aceptación propia de mis limitaciones me lleva a una exigencia demoledora hacia los demás. El punto de partida de una psicología sana es saberme humano, y que el hombre es propenso a cometer errores. Esto es ser polvo.

Esto es “Recordar que eres polvo”, pero hay una segunda parte, ese “en las manos de Dios”. Eres polvo muy amado de Dios, y como hijo muy amado, no te deja en las cenizas, sino que te levanta y te devuelve la dignidad para seguir caminando. Al hijo pródigo no le dejó en su culpa, sino que le regaló el abrazo de amor, la túnica, las sandalias y el anillo. Lo único que le da dignidad a mis cenizas es el Amor de Dios que me levanta y me da una segunda oportunidad.

Uno se puede preguntar: ¿Es verdad que el amor de Dios levanta? La gracia de Dios es suficientemente poderosa como para levantar a cualquier persona de las cenizas. Sino mira las grandes conversiones de la historia como la de Agustín, o Ignacio de Loyola, o la misma María Magdalena o Pablo de Tarso.

Uno puede decir, yo no necesito de la confesión, yo me las apaño a solas con Dios. Esto es ignorancia supina. Es verdad que todos hemos tenido malas experiencias con sacerdotes que, en vez de aplicar palabras de consuelo y misericordia, te echan la “bronca”. Pero también es verdad que el no acudir al sacramento de la Reconciliación me estoy privando de la gracia especial que me otorga el mismo Espíritu Santo a través de la imposición de la manos del sacerdote. Uno no se confiesa sólo para decir los pecados, o para desahogarse un poco, sino que uno pide humildemente la gracia de Dios que le restaure y fortalezca por dentro. Esto es levantar de las cenizas, esto es recuperar la dignidad.

18 feb 2012

REFLEXION Evangelio Domingo VII

Una mirada profunda al corazón (P. Luis J. Tamayo)

Marcos 2, 1-12 2: “Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: - «Hijo, tus pecados quedan perdonados.» Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: - «¿Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?» Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo: «¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados" o decirle "levántate, coge la camilla y echa a andar"? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados ... » Entonces le dijo al paralítico: - «Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa.» Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios”

Cuenta el evangelio de hoy: Viendo la fe que tenían… Jesús, al ver la fe, va primero a demostrar otro tipo de curación con el paralítico, una sanación más profunda, la que sólo se entiende desde la fe, la que sólo alcanza al corazón y sólo desde el espíritu se puede captar.

Pero viendo la incredulidad del otro público, Jesús pregunta: ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados" o decirle "levántate, coge la camilla y echa a andar"?

Para nuestra mente pragmática y que busca hechos concretos, es más fácil decir que tus pecados quedan perdonados… es más fácil por que no se ven los efectos de forma inmediata. Puedes decir eso, y no hay pruebas externas fehacientes de que ha pasado en el corazón del perdonado… la persona no saca humo por la nariz, sus vestiduras no cambian de color, las orejas no se le mueven y su cuerpo no se eleva. Pero decirle a un paralítico: “levántate y echa a andar” es muy arriesgado, sería bastante más difícil, puesto que seguida la orden debiera darse el efecto de ponerse a andar… estaríamos todos a la espera de ver cual es la acción seguida del paralítico.

Esto nos habla de que somos hijos de un mundo pragmático en el que nuestra mente sólo cree en lo tangible y visible. Sólo llegamos a creer en lo que vemos, y nos cuesta creer en aquello que no vemos. Ya se lo decía Jesús a Tomás: “dichoso el que cree sin ver”. Somos así, que vamos a hacer… necesitamos de pruebas fehacientes para poder creer en la acción salvífica de Dios. Por eso hemos perdido el valor del sacramento de la reconciliación (confesión de los pecados) por que su acción salvífica se produce en lo más recóndito de nuestro corazón donde no vemos su curación o sanación… O sí!!... o si podemos ver externamente los efectos de la reconciliación del corazón.

Esta historia es real, y como ésta todos hemos oído muchas otras. El papa de una amiga me pide que me acerque al hospital pues su hermano está con cáncer terminal y a punto de morir. Me pide que me acerque, pero me advierte que hace 50 años renegó de su fe y no está abierto a nada de la Iglesia. No ha pedido confesión ni nada… Yo, no corto ni perezoso, acojo el reto. Al llegar a la habitación, me encuentro a un hombre en la cama demacrado y enganchado a tubos y cables. Me mira con cara de desprecio y le mira a su hermano como diciendo que me traes… Me mira de nuevo y me dice: “Yo no he pedido que usted esté aquí”. Yo sonrío y le respondo lo mismo: “Yo tampoco he pedido estar aquí… me lo han pedido”, y miro a su hermano y a la mujer del enfermo. A os dos minutos, el señor que me trae, coge a la mujer del enfermo y dice: nos vamos a tomar un café, estamos agotados, y salen del dormitorio. Me veo con este hombre cara a cara. Cojo una silla me siento delante de él y le pregunto que qué tal está. Me contesta que no quiere confesarse. Yo le respondo que no era mi pretensión (por debajo cruzo los dedos). Empezamos a hablar y poco a poco le hago preguntas y empieza a sacar cosas de su vida… llevábamos 45 minutos cuando empieza a llorar después de hablar de cosas de las que se arrepentía. Finalmente se seca las lágrimas y le digo: si quieres te doy la absolución, todo esto ha sido una confesión. Dios en su amor infinito quiere abrazarte ahora. Me mira y asiente con la cabeza. Le doy la absolución e imploro a Dios su perdón. Este hombre se reincorpora en la cama y me sonríe. Entonces viendo su acogida le digo: “Si quieres te doy la unción de enfermos”, y le expliqué en que consiste.

Al momento entra su hermano acompañado de la mujer del enfermo. Le mira y exclama (textualmente): “Pero hombre! ¿qué te ha pasado? Tienes otra cara, irradias como luz”. Entonces les pedí que me acompañaran en la oración para ungirle con los santos oleos… Oramos juntos, nos cogimos de la mano, rezamos el Padre Nuestro, pedimos por la familia, se dieron la paz con un abrazo profundo… Al cabo de un rato marchaba dando gracias a Dios por este milagro. ¿No son éstos gestos que hablan de una transformación? Un corazón que está sanado por dentro irradia luz y tiene gestos hacia fuera que hablan de que algo nuevo está aconteciendo en el interior. Si que podemos ver externamente los efectos de la reconciliación del corazón.

Volviendo a la pregunta: ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados" o decirle "levántate, coge la camilla y echa a andar"? La respuesta es que para Dios nada hay imposible.

7th Sunday of Ordinary Time Year B

My child, your sins are forgiven. Pick up your mat and walk (Fr. James McTavish)

Isa 43:18-19, 21-22, 24b-25 Ps 41:2-3, 4-5, 13-14 2 Cor 1:18-22 Mark 2:1-12

There is a famous line from a song by the Beatles – “I get by with a little help from my friends.” The paralysed man in the gospel of today was perhaps singing that song as his four friends carried him on a stretcher to Jesus. When the men arrived where Jesus was they were confronted by a large crowd. Undeterred they climbed onto the roof of the house where Jesus was and began to remove the roof tiles. Ten out of ten for creativity and initiative! They lowered the paralytic down through the hole in the roof and Jesus, seeing their faith, said “My child, your sins are forgiven.” Only Jesus, true God and true man, could say that. The scribes watching this scene began to criticize Jesus. They questioned his authority to forgive sins. Let us ponder this connection that we have today between sin and sickness. Is it just some strange folklore, superstition from the past? How can we understand a paralysis due to sin today?

Obviously the paralysis from sin is something that arises from within. We know from many popular expressions such as: “he was paralysed by fear” or “I felt paralysed,” that here we are talking about a kind of inner paralysis. Before making a link between sin and paralysis let us consider what may be the nature of sin. Surely it is something undesirable. This is despite much modern advertising which foolishly flirts with the enemy. Flaunting ice cream called “Temptation” or selling cars with the slogan “Bring out the devil in you.” This can tend to weaken the sense of sin. One golden rule in combat is never to underestimate the strength of the opponent! And combat it is because the devil is out to put us down. Of course his first line of attack is that we don’t take him too seriously and even better for him if the whole idea of sin is made laughable and not taken seriously.

This reality that sin is something that causes disorder in us is expressed well in the original greek text of the today’s gospel. The word used for sin in the greek text is hamartia. Interestingly enough modern surgery also utilizes this term to describe an unusual type of cancer in the body. Normally a cancer derives from one type of cell such as bone or skin but there is one type which is a mixture of different cell types. One can find in the cancer muscle cells, hairs and even fully formed teeth! It is a chaotic mixture, disordered and not a pretty sight. The name for this type of cancer? A hamartoma. So both hamartia and hamartomas cause disorder and chaos inside the body. And both need a good Doctor!

An example of sin causing disorder and chaos in us is when we remember the supposed wrong done to us. St Francis of Paola put it very well: “Pardon one another so that later on you will not remember the injury. The recollection of an injury is itself wrong. It adds to our anger, nurtures our sin and hates what is good. It is a rusty arrow and poison for the soul. It puts all virtues to flight. Like a worm in the mind it confuses our speech and tears to shreds our petitions to God.” This is in contrast to the harmony and peace brought by love, which forgives and “does not keep a record of wrongs” (1 Corinthians 13:6). How does sin paralyse us and make us immobile? Well certainly pride paralyses our lips because it becomes impossible for us to say we are sorry or admit our mistakes! Sin makes us feel very burdened and heavy, unable to move or respond. It is as if we are carrying excess baggage! Only Christ, the good Doctor can cut out the hamartoma of sin. He is the heart specialist and that is why we turn our gaze to him. That is why the friends brought the paralysed man to him. We are about to start the period of Lent which is a good time to receive the sacrament of reconciliation. Often after confession the person feels lighter. Of course! They have got rid of their excess baggage. If we want to reach Jerusalem with Jesus this Easter we must travel light. Always you have to pay severely for excess baggage but Christ has paid for our sins in the currency of his flesh and blood. He carries our sins to his cross. So let us get rid of all that hinders us especially the sin that clings to us (cf. Hebrews 12:1-2). I remember in London the T-shirt I saw promoting the city. It said “Good girls go to heaven. Bad girls go to London.” But I would add “And really smart girls go to confession.”

Confession is a time to regain mobility of spirit. Sometimes we get bogged down, blaming others and only seeing ourselves as sinless victims. We easily see the ugliness in others and tend to exaggerate our own spiritual beauty. “Mirror, mirror on the wall who is the most beautiful of them all?” Lent is a time of grace and conversion, a time to become the protagonists of our own lives. To be mature and accept responsibility when and where it is necessary. As St Dorotheus notes, “The reason for all disturbance is that no one blames himself. This is the reason for every taking of offence and upset. This is why at times it is impossible to find peace of soul. Whenever some sort of inconvenience or penalty or dishonour or trouble of any kind happens to the one who is ready to find fault with himself, he bears it with a smile, considers that he deserves it, and so is not in the least put out by it. Who could be more peaceful than such a person?” Smiling and peaceful – now that is gorgeous!

When the heart is beautiful the face will shine. Even Shakespeare spotted that connection. Why spent so much time and money on having a beautiful face with soft skin when the heart remains hardened and ugly? Much better to ask Jesus the Good Doctor to make our hearts beautiful. Here is where the real beauty lies. Once our hearts are renewed our faces will be truly radiant! The miracle makeover is repeated in the sacrament of reconciliation when the penitent receives a new heart. In some way, they are listening to the very same words Jesus gave the paralytic, “My child, your sins are forgiven. I order you; get up, pick up your mat and walk!” Many are the causes of paralysis in our world of today such as paralysis from over-work, or even from alcohol abuse.

Like the man in the gospel we are helped by the faith of others as we remind ourselves in every Eucharist – “Look not on our sins but on the faith of your Church.” And from this loving encounter with Jesus we receive the strength once again to go, to get up and begin again on our journey. Let us help one another and together we can arrive at Jerusalem this Easter with Jesus. Let us not remain paralysed but present ourselves to Jesus, our good Doctor and personal physician. And let us neither tire either of trying to bring others who are paralysed to him too. Amen.

12 feb 2012

REFLEXION del Evangelio domingo VI T.O.

Dios, un mendigo de nuestro amor
(P. Luis J. Tamayo)

Recordamos que el cristiano está llamado a mirar y contemplar la vida de Jesús para nosotros reproducir sus pasos. Por eso nos detenemos en distintos detalles de la vida de Jesús cada domingo, para sacar de ellos una “escuela de vida”.

En el mes de enero, inicio del tiempo ordinario, vimos el fundamento de nuestra vida cristiana, el bautismo (Domingo I) y el llamamiento de Jesús a seguirle (III): “Ven y sígueme” le dijo a sus discípulos y hoy nos dice Jesús a nosotros, especialmente delante de la eucaristía. Hace dos domingos (IV) vimos la importancia de la coherencia en la vida; y el domingo pasado (V) hablamos de la oración como lo primero de cada día.

El evangelio de hoy (VI del tiempo ordinario) habla de dos profundos deseos: el deseo del hombre a ser curado, aliviado, sanado; y el deseo de Jesús de querer curar, sanar y aliviar. Son dos deseos que se encuentran.

Marcos 1,40-45: En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole
de rodillas:
- «Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo:
- «Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.


Llama la atención ese: “Si quieres”… que le dice el leproso y ese: “Quiero”… que le contesta Jesús.

San Francisco de Asís definía la oración como un encuentro entre dos mendigos, dos necesitados, dos que necesitan uno del otro… Este evangelio nos lo muestra claramente, la necesidad del leproso: “si quieres…”; y la “necesidad” de Jesús de abrazarle “claro que quiero!”.

La pregunta es ¿Quién puede querer a un leproso? La respuesta sólo puede nacer de la lógica de cómo Jesús necesita querer al ser humano incluyendo sus debilidades.

A través de los siglos, la Iglesia se ha preguntado si Dios necesita del hombre. Cuando Moisés preguntó el nombre de Dios en el libro del Exodo 3:13, en los versos siguientes, vemos que Dios le responde: “YO SOY EL QUE SOY” (vers. 14). “YO SOY EL QUE SOY” indica la auto-existencia de Dios; Dios existe por sí mismo y Su existencia no es determinada por el hombre. La Palabra de Dios lo deja claro, Dios, es antes que el hombre, y Dios no necesita del hombre para su existencia.

Pero entonces, ¿qué hace que Dios se haga un mendigo y quiera necesitar del hombre? ¿por qué Dios necesita que el hombre se le acerque y le implore su atención?

En el Evangelio, podíamos haber visto otra respuesta de Jesús al leproso; podía haberle dicho: Ve a un médico o a un curandero. Lo siento, así es la vida. Arreglatelas como puedas… etc. Pero no, Jesús le responde: “Quiero” curarte; deseo curar tus heridas, busco abrazarte en tu necesidad; es mi pasión el poder atender tu necesidad; Esta es la lógica del amor: Un Dios que ama tanto al hombre que necesita que le pidamos lo que necesitamos de él para así volcarse: esto habla de un respeto profundo a la libertad del hombre. Dios no se impone, no fuerza, no obliga… Espera.

Atento al detalle, una vez hecha la petición, Jesús no duda en ofrecer su afirmativo y espontáneo: “claro que quiero curarte”… parece que las ganas están contenidas, el leproso, tu y yo, ya tenemos el “si quiero” previo a nuestra petición. Pero Jesús sólo declara su amor, su pasión, su deseo cuando el leproso primeramente pone de manifiesto su necesidad. Jesús respeta profundamente la libertad del leproso y la nuestra. No me impongo, sino que espero a que me pidas… me muero de ganas a que me pidas.

Dios se muere por querer estar con nosotros, esta es su pasión de amor. Pero a la vez Dios se reserva hasta que el hombre le abre la puerta y lo invita a entrar: Apocalipsis 3, 20: “Mira que estoy a la puerta y llamo… si me abres, entraré y cenare contigo. Sólo si me abres, sólo si me invitas, sólo si tu quieres.”

La locura del amor de Dios es que se hace vulnerable a la decisión del hombre. Dios se hace mendigo de la libertad tuya y mía. Dios necesita que tu quieras de él, mientras tanto permanecerá siempre a tu puerta corriendo el riesgo de tu libertad. Tu mismo decides si le dejas entrar o no. si le pides entrar o no.

11 feb 2012

6th Sunday of Ordinary Time

Of course I want to! Be healed (Fr. James McTavish)

Lev 13:1-2, 44-46 Ps 32:1-2, 5, 11 1 Cor 10:31—11:1 Mark 1:40-45

“Of course I want to!” This was the reaction of Jesus when he was in front of the man with a dreaded skin disease – leprosy. The leper came to Jesus and pleaded on his knees “If you want to, you can cure me.” Feeling sorry for him, Jesus stretched out his hand and touched him. “Of course I want to!” he said. “Be cured!” And at once the leprosy left him and he was cured.

Leprosy was a dreaded skin disease and sufferers were rejected by society and forced to live outside the city walls. One effect of the leprosy was to disfigure the person and make their skin insensitive. One doctor, who is now a missionary priest in my community, told me that he had visited a leprosarium in Zambia in 1986, but what struck him the most was the fact that such places are still needed in our world. Leprosy is actually very curable nowadays if you diagnose it within six months of onset, and if later, medicine can at least stop it from progressing. What struck him is the fact that we still have a “third world” and our fancy rich world can be insensitive to its poor neighbours. He concluded that there's an underlying leprosy in us all. We all need our insensitivity healed.

What is this insensitivity? Sometimes it manifests as a lack of love for others. I remember once watching the news on TV. As the announcer was sharing about the calamities in the world I noticed I had a broken fingernail. As he continued to recount tragedies and various disasters my only concern was when my nail would re-grow again. This insensitivity is mirrored internationally. The money spent on arms each year ($800 billion) is more than twice the debt of all developing countries. And even the money spent on video games every year in the USA alone ($ 10 billion) could pay for clean drinking water to every person on the planet! Sometimes it is even asked “Why does God allow suffering?” Maybe before having the gall to ask this I should first ask why does God let me remain so indifferent and insensitive? Perhaps we humbly need to recognise that we need to be healed. We need a Good Doctor, we need Christ, we need a Saviour. Sometimes our indifference is to those closest to us. The original image of Christ in us can become disfigured and we become insensitive. It takes humility to accept this. “He so flatters himself in his mind that he knows not his guilt” warns the psalmist (Psalm 36: 2).

To cure us Jesus takes the infirmity upon himself. Although he was without personal sin, he assumes in his own flesh all our sin. To put our sins to death Jesus really dies. As St Maximus the Confessor (7th Century) explained, to kill off the dragon of death, Christ feeds it with a bait, a bait that will poison the dragon. What is the bait? His own pure and sinless flesh - “His flesh was set before that voracious, gaping dragon as bait to provoke him: flesh that would be deadly for the dragon, for it would utterly destroy him by the power of the Godhead hidden within it.” It may be that one could die for a good and worthy person but Christ dies for us while we are still sinners. He becomes the scapegoat. This is an expression which comes from the Old Testament. Once a year all the sins and wrongdoings of the people were placed upon a goat. The goat was sent out into the desert, outside of the walls of the city to die as an expiation for the sins of the people. Christ is made our expiatory sacrifice, dying outside of the city walls and putting our sins to death.

If you want to Jesus, you can cure me. Feeling compassion for us he stretched out his hands on the cross and died for our sins. He goes to the cross to take away all our leprosy – the indifference, the pride, the violence. He takes away the sins of the world and destroys them in his own flesh. In doing so, he becomes the leper and the outcast. In fact many do not understand why he is on the cross. He is there for you and I. By his wounds we are healed.

Jesus, are you not angry about the way you were treated? About the indifference? Jesus tells us “I do not come to condemn but to save. No one takes my life away from me, I give it up freely.” What is man that you care for him, mortal man that you keep him in mind? In his death we understand that he loved us and gave his life for us, willingly, and freely. Jesus if you want to you can cure us. “I do want to,” he said “be healed!

4 feb 2012

REFLEXION del Evangelio dominical

Lo primero es lo primero

P. Luis J. Tamayo

Estamos en el 5º domingo del tiempo ordinario. Ya la semana pasada hablamos de este tiempo litúrgico como un tiempo donde descubrir la vida de Jesús en lo ordinario y sencillo de cada día. Nos interesa mirar la vida de Jesús pues El viene a enseñarnos a vivir como verdaderos hijos de Dios. Los cristianos estamos llamados a reproducir la vida de Jesús, pues sólo en Él encontramos sentido pleno a nuestra vida.

¿Qué detalles vemos en el Evangelio de hoy que nos hablan de cómo era el día a día de la vida ordinaria de Jesús?

La visita de Jesús a la casa de Simón y Andrés. El evangelista nos lo cuenta con detalle? “la suegra de Simón estaba en cama con fiebre”. Aquí descubrimos la importancia de Jesús de cuidar a la familia, los amigos, visitar a los enfermos, ayudar a reconciliar a aquellos con rupturas, es decir, estar al servicio de los demás, etc.

Pero donde me gustaría centrar la meditación es en la importancia que le da Jesús a la oración. Dice el evangelio: “Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar”. Son varias frases, y cada frase tiene mucha profundidad:

Se levantó de madrugada. Hay un libro best seller para ejecutivo llamado “Los 7 hábitos para el éxito”, (bueno y mi madre también lo dice): “Lo primero es lo primero”. Jesús supo poner en su vida la oración como algo prioritario. Lo primero del día, cuando uno está más fresco. Uno debiera definir lo que es importante en su vida, si no lo defines es imposible que luego te salgan las prioridades, pues uno no llega a distinguir que es lo importante de lo no importante.

En la vida cristiana lo primero de todo es la oración, así nos lo enseña Jesús en este evangelio. La oración nos pone en conexión con la Fuente de la vida. La oración es buscar a Dios con todo el corazón y por eso lo hago lo primero. Cuantas veces uno dice “es que me lío y no tengo tiempo de oración". Esto nos pasa a todos. Nos liamos con un montón de responsabilidades, pero ¿a caso Jesús no estaba súper liado? Jesús nos enseña con este gesto que para personas ocupadas la oración es lo primero. Sin la oración a uno se le deshidrata el alma, uno se cansa fácilmente, la paciencia se agota, uno ya no está sensible a los otros., y cuando Dios deja de ocupar el centro del corazón uno baja el listón de sus metas.

Se marchó al descampado. Es decir, una vez decido orar, entonces he de buscar el silencio. No es que me tenga que ir a un descampado, pero si puedo crear hábitos y ambientes que ayuden a orar: Conocí a una mujer que se levantaba un pelín antes que todos en su casa… y también conozco quien se encierra en el baño para orar y estar aislada… Santa Teresa de Jesús, maestra de oración, decía que orar es estar muchos ratos a solas con Aquel que sabemos nos ama… “a solas”. La razón es fácil, la oración nos pide juntar lo que decimos de labios con el corazón para que sea autentica. Repetir oraciones de memoria no necesitan de mucha concentración. Pero unirse con el corazón a lo que digo con los labios si que necesita de prestar atención, y para ello el silencio.

Recuerdo que al regresar a España el año pasado, por las mañanas tempranito me ponía la radio antes de hacer la oración, mientras me tomaba el café y me vestía… tenía ganas de saber que pasaba en España… pero con el tiempo me daba cuenta de varias cosas, cuando llegaba al silencio de la oración… me venían las noticias a la mente… o muchas veces era tan interesante lo que escuchaba que me quedaba escuchando la radio y se me pasaba el tiempo. Al final tomé la decisión de no más radio hasta acabada la oración. Jesús se marchó al decampado, ¿qué quiere decir? Es buscar la soledad, es poner las condiciones del silencio para poder conectar con lo profundo del corazón. Jesús dice en su Palabra (cap. 6 de Mateo): “Cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta, y ora a tu Padre que está en lo secreto”. Entra en tu interior, que no haya nada que te disturbe y, allí, descubre a tu Padre en lo secreto de tu corazón.

Al final de este Evangelio vemos como los discípulos van a buscar a Jesús y se percibe claramente como éste sale profundamente renovado en fuerzas y con gran claridad de lo que tiene que hacer en la vida. Jesús dice: “Vámonos hay otras aldeas cercanas donde tengo que predicar”. Así es, los frutos de la oración son la renovación de las fuerzas; la oración imprime un espíritu que dinamiza la vida, alegra el corazón, da perseverancia, estampa en el corazón los frutos del Espíritu como la paciencia, la fortaleza, la prudencia, etc. El “vamos” que dice Jesús es el ímpetu que nace de la oración, fruto y regalo del Espíritu al hombre.

Para acabar nos fijamos en esta última frase que dice Jesús: “que para esto he venido”. Finalmente la oración y la relación con Dios nos orienta la vida, nos da un el sentido profundo del “para que” de esta vida, nos da una dirección y un propósito. Muchas de las depresiones de personas con las que hablo son por que no entienden el para qué de su vida, que sentido tiene el mero hecho de existir. Jesús lo tiene claro, es el servicio, es la dedicación a los demás, es compartir su amor a Dios través de la predicación.

Vamos a pedirle a Dios que nos renueve las fuerzas para comprometernos con una oración diaria como lo primero en mi día a día. Lo primero es lo primero.

5th Sunday of Ordinary Time Year B

Increase your A.Q.

Fr. James McTavish

Job 7:1-4, 6-7 Ps 147:1-2, 3-4, 5-6 1 Cor 9:16-19, 22-23 Mark 1:29-39

Today we listen to the prophet Job complaining about life and his work - Is not man's life on earth a drudgery? Are not his days those of a hireling? He is a slave who longs for the shade, a hired man who waits for his wages.” Poor old Job, dear oh dear. But perhaps he reflects the attitude of many going to work on a Monday morning! Seeing as all of us have some kind of work to do, let us spend a moment reflecting on the importance of work in the Christian vocation and how it can become more fulfilling. Is my work only to make money? Hopefully not - as usually we don’t make so much! What is the value of work? How can my workplace become more interesting? Firing the boss?

Before doing that let us contrast Job’s pessimism with the fired up life of Paul in the second reading. He is oozing energy and vitality for his work. There is no stopping this guy. He has a very high A.Q. Do you know what that is? I.Q. is obviously intelligence quotient, E.Q., emotional quotient, in recent times what is essential is A.Q. This is your Adversity Quotient. The capacity to resist, to endure, to overcome all problems with creativity and as Paul would put it, “to fight the good fight and run the good race to the finish.” Paul had a very high A.Q. enduring shipwrecks, struggles, stoning, misunderstandings, and yet he kept going. “Woe to me if I do not preach the Gospel! I become all things to all people so as to win at least some of them.” He was no couch potato or armchair revolutionary but he was out there giving it all he had, announcing the Gospel in season and out of season. Have you got a high A.Q. for the work of announcing the Gospel?

Maybe we can ask how to be fired up for our work and make it a place of mission? Let us learn from Jesus in today’s gospel, he is our model. Jesus was a worker and a missionary. He worked hard all day, teaching, curing, healing, driving out evil Spirits. His work was his mission. The gospel tells us that “the whole town was gathered outside his door!” Where did he get the strength? It was not magic. He also experienced challenges and tiredness but where did he go in those moments? To the source, his Father. “Very early in the morning, before daylight, Jesus went off to a lonely place where he prayed.” In prayer he received the grace, the strength and the energy of the Spirit. He recharged his A.Q. there. And then there was no stopping him – “Let’s go to the nearby villages so that I may preach there too; for that is why I came.”

The Canon Law of the Church states “Each of Christ’s faithful is called to exercise the mission…lay people have the right and obligation to strive that the divine message of salvation may be known and accepted by all people throughout the world. This obligation is all the more insistent in circumstances in which only through them are people able to hear the Gospel and to know Christ… The lay have the special obligation to permeate and perfect the temporal order with the spirit of the Gospel” (Canons 204, 225). So work then becomes a place of mission! So it is ok to earn big bucks, just do it in the spirit of the Gospel and don’t forget to share some of those blessings with the less well off. (You can send donations to my bank account, number… ). Striving to live the gospel values at work means that it is more than just a way to earn money. Doing our work well contributes to our growth in holiness. Some big earners forget this and instead of being welcomed in heaven as a modern Robin Hood (someone who uses their gains to help the less fortunate) will be received as Hood Robin (someone who uses their power and position to steal from the poor and give to the rich!).

Want to enjoy more your work? Make it your mission. Want to have a higher A.Q. to love others, even those difficult ones? Find time to recharge your A.Q. in the silence of prayer. Connect to the source. Without him, life is so boring! Connect and discover your missionary potential. You too are sent by God. He needs you in your family, he needs you in your office. He needs your response. Are you available? Lord, here I am, send me