¿Qué es este
tiempo pascual? Es el tiempo por el que Jesús
se aparece a sus amigos y discípulos durante 50 días para confirmarles que es Él
y que ha vencido a la muerte y para acostumbrarles a que le reconozcan de una
forma nueva, desde la fe.
En los
evangelios de estos días vemos como Jesús se aparece a las mujeres y a los
discípulos con su cuerpo transformado,
hecho espiritual y partícipe de la gloria del alma: pero sin ninguna
característica triunfalista. (No ha querido enfrentarse a sus adversarios,
asumiendo a actitud de vencedor, ni se ha preocupado por mostrarles su
'superioridad', y todavía menos ha querido fulminarlos). Jesús se manifiesta
con una gran sencillez. Habla de amigo a amigo, con los que se encuentra en las
circunstancias ordinarias de la vida diaria. Ésta es la fe en el resucitado que
hemos de poner en práctica cada día.
Érase una vez un sacerdote y un
fabricante de jabón que estaban dando un paseo. El fabricante
de jabón le dijo: "Padre, ¿para qué sirve la religión? Mire la miseria y
las guerras y el sufrimiento que hay en el mundo. Después de tantas oraciones,
sermones y enseñanzas todo sigue igual. Si la religión es buena y verdadera,
¿por qué todo sigue igual?" Siguieron caminando y se
encontraron con un niño todo sucio.
El sacerdote le dijo al
fabricante de jabón: "Mire ese niño. Usted dice que el jabón limpia pero
ese niño sigue estando sucio. ¿Para qué sirve el jabón?".
El fabricante de jabón le contestó: "Padre,
el jabón no puede evitar la suciedad a no ser que sea usado todos los
días." Exacto replicó el sacerdote,
exacto.
La fe en el
resucitado da fruto en nuestras vidas si es usada todos los días. Cristo ha
resucitado, esta es la verdad de nuestra fe, y esta fe hay que aplicarla todos
los días de nuestra vida.
Pero no podemos
dudar de que hay dificultad, los
mismos discípulos la tuvieron. Ante todo hay una dificultad inicial en por parte de aquellos a los que El sale al encuentro, como se puede
apreciar en el caso de la misma Magdalena (Jn 20, 14-16) y de los discípulos de
Emaús (Lc 24, 16). No falta un cierto sentimiento de temor ante El. Se le ama,
se le busca, pero, en el momento en que se le encuentra, se experimenta alguna
vacilación...
Nuestro
reconocer día a día a Jesús en la fe también encuentra su dificultad. Muchas veces no es una fe viva y de
encuentro personal tú a tú, sino que a veces nos quedamos en traer a la mente una
idea de Jesús, y nos cuesta dar el salto y hacer ese acto de fe por el que alcanzamos
un encuentro con la persona viva de Jesús. Pero así como Jesús lleva a sus
discípulos gradualmente a que le reconozcan, así nos quiere llevar a nosotros.
Tomás, María Magdalena (Jn 20,16), como a los discípulos de Emaús (Lc 24, 26
ss). Esta es la pedagogía paciente de Cristo al revelarse al hombre y al
atraerlo. Si nos fijamos en todos
estos hechos Jesús va al corazón.
¿Cómo superamos
esta dificultad? El evangelio de
hoy lo vemos con Tomás (Jn 20, 19-31): Jesús le dice “Tócame y Recuerda Tomás! Así
como me tocaste un día así de vivo quiero estar en tu corazón el resto de tus
días.”
¿Qué significa recordar, recordar al Señor todos los días?
no es sólo traerlo a la mente como una idea, sino es hacer experiencia de una
fe viva, de un encuentro personal por el que Jesús está vivo y actuante hoy
entre nosotros. Es creer que está presente. Sta Teresa de Ávila dice algo
precioso: “Mira al que te mira”
“Recordar” etimológicamente significa pasar por el corazón.
Corazón en latín se dice: cor, cordis… y “re” es un prefijo, que, por ejemplo
en la palabra “re-iniciar”, es el prefijo que significa “volver a
iniciar”. Re-cordar sería volver a
pasar por el corazón. Re-conocer:
volver a conocer a Jesús así como Él vivió presente…
El Tiempo pascual
es ese tiempo por el que Jesús quiere que ahora sus amigos y discípulos se
acostumbren a su presencia de una forma nueva. Me interesa que os
acostumbréis a reconocerme de una forma nueva. Puesto que quiero estar con
vosotros hasta el fin del mundo y abriros las puertas hacia el Padre, tenéis
que acostumbraros a reconocerme desde la fe y reconocerme en tu corazón vivo. No
te conformes con sólo una idea de Jesús, sino aspira a lo más hermoso: el
encuentro personal con él.
Por eso tanta
insistencia le hace a Tomas cuando le dice: dichosos los que creen sin haber
visto.
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