María, mujer de acción
P. Luis J. Tamayo
Por fin hemos llegado al 4º domingo del tiempo de
Adviento. Hemos ido recorriendo domingo tras domingo la escucha de la
Palabra y nos hemos dejado interpelar escuchando una invitación desde cada
evangelio para preparar bien este tiempo de Navidad. Cada domingo ha sido una
invitación a vivir de forma más consciente un Adviento distinto, un tiempo
especial.
El 1er domingo recibíamos la invitación de
poner en práctica una oración pidiendo fortaleza para vivir este tiempo de
Adviento de forma especial. El 2do domingo hablamos de una preparación
más interior, a través de actos de humildad interior. El la propuesta del 3er
domingo consistía en algo más externo: en hacer pequeños actos de caridad
pero desde la alegría. Y hoy nos encontramos ya en el 4º domingo en el
que el Evangelio nos propone a María como modelo a imitar.
Lucas 1, 39-45:
“En
aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo
de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre.
Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito. «¡Bendita tú entre
las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!...”
El Evangelio nos relata la experiencia de María por
el que después del encuentro con Dios en el que recibe la noticia que el
Espíritu Santo la cubrirá y concebirá en su seno al Hijo de Dios, ella quedó
tan llena de Dios, tan abrumada, tan feliz, que la reacción inmediata fue la de
ponerse en acción a compartir con su prima Isabel la alegría de lo que ella
había recibido; ponerse en acción a ayudar en lo que su prima Isabel
necesitara, pues era mayor y había quedado también embarazada; ponerse en
acción…
La actitud más cómoda del cristiano es la de estar
parado, nos cuesta mucho el compromiso, el voluntariado, el ofrecernos para el
servicio. El sospecha al que dirán nos paraliza, el miedo a “no vaya a ser que
me líen”, la sospecha de que me van a liar…
El otro día hablaba con una persona a la que habíamos
ayuda para organizar las cosas de la Iglesia y me contaba que alguien en torno
a su familia le decía: “A ti te veo mucho
liarte con cosas de la Iglesia, que te van a atrapar…” Pero luego esta
persona me decía: “Mira, yo nunca había
estado involucrado en cosas de Iglesia, me parecía un tostón, pero si te soy
sincero desde que os he conocido esto me gusta.”
Así es, cuando uno va teniendo experiencia de un
encuentro con el amor de Dios, cuando uno goza de la alegría de la fe, uno no
puede más que ponerse en acción… como María. Lucas 1, 39-45:
“En
aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo
de Judá… Es preciosa la
expresión: “María se puso en camino”. El encuentro con Dios dinamiza al
hombre, la experiencia de la oración pone en marcha a la persona. Nuestro Dios
es un Dios vivo que hace vibrar el corazón del hombre, que nos pone en marcha,
que nos pone en camino.
La experiencia de tantos
santos que desde el encuentro con Cristo en la oración les llevaba a ponerse en
camino. Son experiencias visiblemente extraordinarias para que las tengamos
como punto de referencia. La Madre Teresa de Calcuta, el 10 de septiembre de
1946, mientras viajaba en tren desde Calcuta a Darjeeling para hacer su retiro
anual, recibió su "inspiración", su "llamada dentro de
una llamada." Aquél día, de una manera que ella nunca explicaría, la
sed de amor y almas de Jesús se apoderó de su corazón y el deseo de saciar Su
sed se convirtió en la fuerza motriz de su vida. Madre Teresa se puso en
camino.
Pero también reconozco
que hay situaciones que oramos y que no conseguimos mover un dedo, que quedamos
un tanto paralizados… hablaba hace unas semanas con un amigo que se estaba
separando con 3 niñas. La mujer estaba metiendo veneno en las hijas en contra
del padre. El me decía que tenía que hablar con ellas de la situación, hablar
con objetividad pues lo que la madre decía no era del todo verdad ni justo.
Pero me contaba que pasaban los días y que no podía, que se bloqueaba. Me decía
que le pedía a Dios la ayuda y que no le salía.
Hay tantas situaciones
que nos paralizan… yo también lo veo en mi propia experiencia. Pero lo que he
descubierto en mi vida es que estas situaciones de bloqueo no pueden ser fuente
de desanimo o tirar la toalla, sino un empuje para mayor oración, para mayor
confianza, para mayor abandono en Dios, confiando que Él nos dará la fuerza en
el momento debido; Dios sabe el cuando, nosotros seguimos pidiendo, seguimos
poniendo de nuestra parte, seguimos poniéndonos en acción en lo que podamos.
Hace meses una mujer,
alto directivo de un banco, me decía que a pesar de su deseo no encontraba el
tiempo para orar. Sus tres hijos, la casa, el trabajo, los viajes al
extranjero, el marido… no había forma. Yo le dije que Dios nos pedía a todos
orar, pero no como una carga. Le pregunté que entendía por oración. Ella me
respondió que 30 min pausados, el rezo centrado del rosario, etc. como los
había hecho en algunos retiros que había ido. Estaba bloqueada pues no
conseguía repetir el mismo modelo de oración. Le dije: veamos con creatividad
como podemos sacar momentos durante el día para orar. ¿Por qué no rezas los 5
misterios repartidos durante el día? Por la mañana, en el coche, a medio día,
acostando a los niños… ¿Por qué no escuchas el evangelio en el coche en una
aplicación que se llama “rezando voy”? ¿Qué tal 5 min justo al levantarte de
dar gracias a Dios por el nuevo día? ¿Una visita de 5 min a alguna Iglesia que
te pille de camino al regreso a casa?... a esta mujer se le iluminaros los
ojos… Todo es ponerse en acción en la medida de mis posibilidades, el resto lo
irá poniendo el Señor.
Os recomiendo una
oración que a mi me ayuda mucho para ponerse en acción:
“Dios,
concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor
para cambiar las cosas que si puedo cambiar y la sabiduría para conocer la
diferencia. Así sea.”
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