12 ago 2013

XIX Domingo TO, REFLEXION Evangelio Semanal



El Amor ni cansa ni descansa
P. Luis Jose Tamayo

En el Evangelio de hoy, San Lucas nos presenta a continuación tres parábolas para iluminar la actitud con la que vivir la vida cristiana:
        La primera parábola (Lc 12, 35-38) es la del patrón que regresa de la boda ya muy entrada la noche y, viendo a sus siervos atentos y vigilantes, se ofrece lleno de amor a preparar la mesa para ellos, “se pondrá el delantal, los hará sentarse a la mesa y se pondrá a servirlos” (v. 37). Sólo quien viva vigilante, despierto, es decir, quien viva en forma consciente y coherente con la palabra del evangelio, podrá entrar en comunión con el gozo y la gloria de Cristo.
            La segunda parábola (Lc 12,39-40) es la del ladrón que sorpresivamente irrumpe en la casa, la asalta y se lleva consigo todos los bienes que encuentra. Aquí el acento está puesto en lo inesperado y sorpresivo que resulta cualquier tipo de robo. Así irrumpe Dios en la historia de los hombres, así volverá un día el Señor. La consecuencia práctica es clara: “Por tanto, vosotros estad preparados, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del hombre”.
            La tercera parábola (Lc 12,42-48) es la del administrador fiel y sabio que cuando llega su patrón “lo encuentra haciendo lo que debe” (v. 43), es decir lo que le fue encomendado. La parábola concentra toda la misión recibida del administrador en el servicio que debe prestar a todos los otros siervos: “Su señor lo colocó al frente de su servidumbre para distribuir a su debido tiempo la ración de trigo” (v. 42). El error del administrador sería pensar: “Mi señor tarda en venir” (v. 45a) y descuidar la tarea que le fue asignada.
Detrás de la parábola está el problema que tuvo que afrontar entonces la comunidad cristiana de Lucas, que después de vivir por cierto tiempo la espera inminente del Señor, al no llegar el momento con el paso del tiempo, estaba cayendo en una especie de frialdad e indiferencia, pensando en ese: “Ya llegará” y relajando las formas de vida cristiana y medios, con lo cual esquivaban el compromiso concreto del presente.
La prontitud y la vigilancia, subrayada varias veces en el evangelio de este domingo, es una actitud que supone una forma de vida que, en la espera de la venida del Señor, no excluye el compromiso de vivir el presente. Para ello el frecuente “examen de conciencia” es una buena forma de vigilancia para no caer en la mediocridad ni relajarse.
Ya se ha hablado muchas veces de que la crisis que padecemos hoy día viene dad sobre todo por que no hay grandes modelos de vida que nos levanten la mirada a lo que el hombre puede llegar a ser. Lo que está de moda es la mediocridad. “Relajar el modelo de vida”, es lo que se plantea como mejor forma de vida; es esa forma de pensar de: “da igual como vivas que nunca pasa nada”, el relativismo. Se predica poco la exigencia y la excelencia como valor para la vida. Poca gente se cuestiona como vive, o que modelo de vida sigue.
No os habéis preguntado alguna vez ¿Por qué el Papa Francisco está llamando tanto la atención? Por que con sus gestos esta presentando un modelo claro de vida cristiana y de espiritualidad. Cuantas veces he escuchado de vosotros expresiones como: “Estoy muy agradecido a la fe de mis padres por que han sido un modelo a seguir”.
Las vacaciones son el mejor momento para también relajarse, pero si descansamos de la actividad laboral, hemos de cuidar no relajarnos en la vida espiritual. Hoy me decía una persona en confesión que era como si hubiera puesto un cartel a Dios en la puerta de su corazón: “cerrado por vacaciones, nos vemos en Septiembre”… La vida de piedad, los medios como la oración, la eucaristía, la confesión… todo esto hay que cuidarlo pues “el amor ni cansa ni descansa”. El amor si se para deja de ser amor. El amor es siempre activo, está siempre pendiente de los demás. Imagináis un  día encontrar en el cielo un cartel de parte de Dios que diga: “Me he ido de vacaciones; nos vemos en septiembre”. Dios. puesto que es amor no descansa, no desatiende las necesidades de los suyos, porque el AMOR no descansa, y si descansa no es amor. El descanso de las vacaiones, para el cristiano, es  para coger un nuevo impulso. Claro que nos paramos unos días, pero sólo para coger carrerilla para tomar un nuevo impulso.

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