25 ago 2013

XXI Domingo TO, REFLEXION Evangelio Semanal


"Amor con amor se paga"
P. Luis J. Tamayo

Lucas 13, 22-30: Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: «Señor, ¿serán pocos los que se salven?» Jesús les dijo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois."

Una de las cosas que más me gusta de Jesús es lo clarito que es, de esos que le llaman “al pan, pan y al vino, vino”. Jesús en el evangelio de hoy pone de relieve una pregunta fundamental de nuestra fe, pero que hoy día ha caído en desuso: ¿Qué es la salvación? ¿Qué dice la doctrina católica de la salvación?". Esta es una cuestión que, muchas veces eludimos, pues esta relacionada con la muerte y el más allá.
Hoy sin ir más lejos, por curiosidad, he puesto la palabra en Google y es curioso que tiene más entradas protestantes que católicas, esto es sintomático.
En el diccionario, literalmente, salvación significa la liberación de un peligro o un sufrimiento. La palabra contiene la idea de victoria, salud, o protección frente a una desgracia. Algunas veces, la Biblia usa las palabras “salvo” o “salvación” para referirse a algo temporal, liberación física, como la liberación de Pablo de la prisión. O como leemos en algún salmo: “Dios me salvó de la mano de mis enemigos”.
Ahora bien, en la teología la palabra salvación se refiere a una eterna liberación del alma. En los Evangelios, Jesús iguala el ser salvo con la entrada al Reino de Dios (Mateo 19:24-25). Pero me gusta más la definición que da Jesús en el evangelio de Juan (Jn17, 1-3): “Así habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo.” El conocimiento bíblico dista de la noción que nosotros tenemos. Para nosotros conocer es el encuentro con una persona, para el hebreo “conocer” es un conocimiento basado en el amor de fidelidad. La salvación, ya no sólo sería el concepto de la entrada en el Reino, sino el proceso de conocimiento amoroso y fiel de Dios. 
Así es, nuestra vida, es el camino del conocimiento de Dios, por medio de la oración y los sacramentos, hasta llegar a la visión plena (visión beatifica) que será en la vida eterna. Jesús en este tema de la salvación lo dice claramente: “Esforzaos por entrar por la puerta estrecha”. La vida cristiana supone un esfuerzo, sacar un rato de oración asidua, pedir perdón, vivir los sacramentos, estudiar o leer cosas referentes a nuestra fe, etc.
Si somos sinceros, muchos de nosotros vivimos más con la preocupación de nuestro bienestar en el presente que por nuestro bienestar en la vida eterna. El bienestar nos lo venden por todos los lados… que si un colchón látex, que si estos zapatos con burbujas, que si una aspiradora robótica que te hace la casa sin tu preocuparte; todo esto está muy bien, todo esto está encaminado en hacernos la vida más cómoda. Pero sin querer se va creando una atmósfera que crea toda una mentalidad: la mentalidad del poco esfuerzo.
El camino de nuestra salvación lo forjamos ya aquí. Por eso, Jesús nos dice que para prepararnos para la vida eterna (=salvación) hay que entrar por la puerta estrecha: Esforzaos en entrar por la puerta estrecha”. Nos engañamos cuando nos relajamos diciendo, bueno como Dios es bueno, al final siempre me recibirá con los brazos abiertos.
Si, es verdad que Dios es amor, pero no podemos olvidarnos de que en el verdadero amor, Dios, también, es justo. No es una justicia de carácter legal, como la entendemos en la sociedad, sino es un justicia de carácter personal, es decir, la autenticidad dentro de la relación entre dos partes, entre yo y Dios. ¿Que significa que Dios es justo? significa que su relación con el hombre es fiel, autentica, verdadera y regida por un amor incondicional. Desde este presupuesto se espera que la respuesta del hombre a Dios sea justa ante él, es decir, sea en fidelidad, autentica, verdadera y en amor (como dice el dicho popular: “amor con amor se paga”).

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