21 mar 2009

Chiara Lubich


La pluma no sabe lo que tendrá que escribir.
El pincel no sabe lo que tendrá que pintar.
El cincel no sabe lo que deberá esculpir.
Así, cuando Dios toma en sus manos una criatura
para hacer surgir en la Iglesia una obra suya,
ella no sabe lo que tiene que hacer.
Es un instrumento.
Los instrumentos de Dios tienen, generalmente, una característica:
la pequeñez, la debilidad. 
“…así nadie podrá gloriarse delante de Dios".

Y mientras el instrumento se mueve en las manos de Dios,
El lo forma a través de mil y mil expedientes dolorosos y gozosos.
Así lo hace cada vez más idóneo para el trabajo que debe desarrollar. 
Y puede decir con competencia: yo no soy nada, Dios es todo.

Chiara Lubich 

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