29 abr 2012

IV Pascua, REFLEXION Evangelio Semanal,


El Buen Pastor 
(pinchar cita para leer evangelio)

VA CON NOSOTROS

El símbolo de Jesús como pastor bueno produce hoy en algunos cristianos cierto fastidio. No queremos ser tratados como ovejas de un rebaño. No necesitamos a nadie que gobierne y controle nuestra vida. Queremos ser respetados. No necesitamos de ningún pastor.
No sentían así los primeros cristianos. La figura de Jesús buen pastor se convirtió muy pronto en la imagen más querida de Jesús. Ya en las catacumbas de Roma se le representa cargando sobre sus hombros a la oveja perdida. Nadie está pensando en Jesús como un pastor autoritario dedicado a vigilar y controlar a sus seguidores, sino como un pastor bueno que cuida de ellas.
El "pastor bueno" se preocupa de sus ovejas. Es su primer rasgo. No las abandona nunca. No las olvida. Vive pendiente de ellas. Está siempre atento a las más débiles o enfermas. No es como el pastor mercenario que, cuando ve algún peligro, huye para salvar su vida abandonando al rebaño. No le importan las ovejas.
Jesús había dejado un recuerdo imborrable. Los relatos evangélicos lo describen preocupado por los enfermos, los marginados, los pequeños, los más indefensos y olvidados, los más perdidos. No parece preocuparse de sí mismo. Siempre se le ve pensando en los demás. Le importan sobre todo los más desvalidos.
Pero hay algo más. "El pastor bueno da la vida por sus ovejas". Es el segundo rasgo. Hasta cinco veces repite el evangelio de Juan este lenguaje. El amor de Jesús a la gente no tiene límites. Ama a los demás más que a sí mismo. Ama a todos con amor de buen pastor que no huye ante el peligro sino que da su vida por salvar al rebaño.
Por eso, la imagen de Jesús, "pastor bueno", se convirtió muy pronto en un mensaje de consuelo y confianza para sus seguidores. Los cristianos aprendieron a dirigirse a Jesús con palabras tomadas del salmo 22: "El Señor es mi pastor, nada me falta... aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo... Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida".
Los cristianos vivimos con frecuencia una relación bastante pobre con Jesús. Necesitamos conocer una experiencia más viva y entrañable. No creemos que él cuida de nosotros. Se nos olvida que podemos acudir a él cuando nos sentimos cansados y sin fuerzas o perdidos y desorientados.
Una Iglesia formada por cristianos que se relacionan con un Jesús mal conocido, confesado solo de manera doctrinal, un Jesús lejano cuya voz no se escucha bien en las comunidades..., corre el riesgo de olvidar a su Pastor. Pero, ¿quién cuidará a la Iglesia si no es su Pastor? 

21 abr 2012

III Domingo de Pascua


Conocer las Escrituras es conocer a Cristo (P. Luis J. Tamayo)

El domingo pasado decíamos que el tiempo de Pascua son esos 50 días en los que Jesús no sólo se aparece a los Discípulos, sino que descubrimos en Jesús una doble intención con ellos:  La de confirmarles: No tengáis miedo, la cruz no fue una derrota, seguid creyendo en mi, estoy vivo; y la de acostumbrarles a reconocerle de una forma nueva, desde la fe.  Lo vemos de nuevo en el evangelio de hoy (Lc 24, 35-48):  Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: - «Paz a vosotros.» Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. El les dijo: - «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.» Dicho esto, les mostró las manos y los pies.

Pero, ¿qué pasaría después de los 50 días, cuando ascendiera al cielo para estar junto al Padre? ¿cómo crees que le reconocerían? La Pascua fueron 50 días para confirmar que Dios había cumplido su promesa: la muerte no tiene la última palabra; pero Jesús no se contentaba con eso, quiso acostumbrarles a reconocerle desde la fe porque ya entonces estaba pensando en nosotros. El interés de Jesús fue el de enseñarles a reconocerle por la fe para así transmitirlo a lo largo de toda la historia y a través de todas las generaciones.

La pregunta que nos surge es: ¿Cómo podemos reconocerle hoy?  Si el domingo pasado hablamos de que podemos reconocer su presencia trayendo a Jesús a la memoria; hablábamos de la palabra “recordar”, como ese volver a pasar por el corazón la experiencia de Jesús. Hoy hablamos de la Escritura o la Palabra de Dios como ese lugar privilegiado para encontrarnos desde la fe con el Jesús resucitado. Cuantas veces me acuerdo de las cartas que me escribía mi madre cuando he vivido en el extranjero! Pero si esas palabras servían de encuentro, la Sagrada Escritura tiene algo más.

Jesús les dijo: - «Todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.» Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.

La Escritura, la Palabra de Dios, la Biblia, es el lugar privilegiado de encuentro con la promesa de Dios. Todo lo escrito en ella es cumplimiento del amor de Dios. El catecismo de la Iglesia dice: si quieres profundizar en el conocimiento de Jesús ha de pasar necesariamente por la lectura atenta y cuidadosa de la EscrituraSan Jerónimo dijo que: “que ignorar las Sagradas Escrituras es ignorar a Cristo”, si le damos la vuelta a la tortilla: Conocer las Escrituras nos lleva a conocer a Cristo.

Un día fui a visitar a una persona a su casa y me fijé que en la mesa del salón tenía la Biblia a mano, y varios libros.  Me llevé la sorpresa de ver un diccionario, un manual de ayuda y un cuaderno donde tomaba sus notas y reflexiones.  Aquí a veces entre vosotros he visto personas que se leen las lecturas antes de venir a misa, para saborearlo más y mejor.

Un documento de la Iglesia (Dei Verbum) que habla de cómo leer hoy día la Sagrada Escritura dice: En los libros sagrados, Dios que está en el cielo sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos. Es Dios que sale al encuentro nuestro para conversar.  San Jerónimo también decía: quien lee la Escritura ya escucha a Dios en su Palabra.

También es verdad que uno puede decir: yo, por más que leo, me cuesta entender lo que dice.  Es verdad, pero yo añadiría, no es sólo entender lo que dice, sino es entender lo que a mi me dice.  Dios me quiere hablar a mí personalmente, y por eso dice el evngelio de hoy: Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.

Comprender internamente la vida de Jesús, su pensar, su sentir, sus palabras, sus gestos… eso es conocer con profundidad a la persona de Jesús a través de la Palabra; para ello uno necesita la humildad de reconocer que cuando me acerco a la Sagrada Escritura es a Dios a quien he de pedir que me abra el entendimiento. Pero la oración pretende  un paso más, es un don que en última instancia nos lleva a transformar nuestra vida cada vez más en Cristo, buscamos conocerle para parecernos cada vez más a Él en la caridad perfecta. La vida cristiana debe ser un camino de identificación con Cristo.

II Domingo de Pascua

Reconocer a Cristo en la fe (P. Luis J. Tamayo)


¿Qué es este tiempo pascual? Es el tiempo por el que Jesús se aparece a sus amigos y discípulos durante 50 días para confirmarles que es Él y que ha vencido a la muerte y para acostumbrarles a que le reconozcan de una forma nueva, desde la fe.
En los evangelios de estos días vemos como Jesús se aparece a las mujeres y a los discípulos con su cuerpo transformado, hecho espiritual y partícipe de la gloria del alma: pero sin ninguna característica triunfalista. (No ha querido enfrentarse a sus adversarios, asumiendo a actitud de vencedor, ni se ha preocupado por mostrarles su 'superioridad', y todavía menos ha querido fulminarlos). Jesús se manifiesta con una gran sencillez. Habla de amigo a amigo, con los que se encuentra en las circunstancias ordinarias de la vida diaria. Ésta es la fe en el resucitado que hemos de poner en práctica cada día.
Érase una vez un sacerdote y un fabricante de jabón que estaban dando un paseo.  El fabricante de jabón le dijo: "Padre, ¿para qué sirve la religión? Mire la miseria y las guerras y el sufrimiento que hay en el mundo. Después de tantas oraciones, sermones y enseñanzas todo sigue igual. Si la religión es buena y verdadera, ¿por qué todo sigue igual?"  Siguieron caminando y se encontraron con un niño todo sucio.
El sacerdote le dijo al fabricante de jabón: "Mire ese niño. Usted dice que el jabón limpia pero ese niño sigue estando sucio. ¿Para qué sirve el jabón?".  El fabricante de jabón le contestó: "Padre, el jabón no puede evitar la suciedad a no ser que sea usado todos los días."  Exacto replicó el sacerdote, exacto.
La fe en el resucitado da fruto en nuestras vidas si es usada todos los días. Cristo ha resucitado, esta es la verdad de nuestra fe, y esta fe hay que aplicarla todos los días de nuestra vida.
Pero no podemos dudar de que hay dificultad, los mismos discípulos la tuvieron. Ante todo hay una dificultad inicial en  por parte de aquellos a los que El sale al encuentro, como se puede apreciar en el caso de la misma Magdalena (Jn 20, 14-16) y de los discípulos de Emaús (Lc 24, 16). No falta un cierto sentimiento de temor ante El. Se le ama, se le busca, pero, en el momento en que se le encuentra, se experimenta alguna vacilación...
Nuestro reconocer día a día a Jesús en la fe también encuentra su dificultad.  Muchas veces no es una fe viva y de encuentro personal tú a tú, sino que a veces nos quedamos en traer a la mente una idea de Jesús, y nos cuesta dar el salto y hacer ese acto de fe por el que alcanzamos un encuentro con la persona viva de Jesús. Pero así como Jesús lleva a sus discípulos gradualmente a que le reconozcan, así nos quiere llevar a nosotros. Tomás, María Magdalena (Jn 20,16), como a los discípulos de Emaús (Lc 24, 26 ss). Esta es la pedagogía paciente de Cristo al revelarse al hombre y al atraerlo.  Si nos fijamos en todos estos hechos Jesús va al corazón.
¿Cómo superamos esta dificultad?  El evangelio de hoy lo vemos con Tomás (Jn 20, 19-31): Jesús le dice “Tócame y Recuerda Tomás! Así como me tocaste un día así de vivo quiero estar en tu corazón el resto de tus días.”
¿Qué significa recordar, recordar al Señor todos los días? no es sólo traerlo a la mente como una idea, sino es hacer experiencia de una fe viva, de un encuentro personal por el que Jesús está vivo y actuante hoy entre nosotros. Es creer que está presente. Sta Teresa de Ávila dice algo precioso: “Mira al que te mira”
“Recordar” etimológicamente significa pasar por el corazón. Corazón en latín se dice: cor, cordis… y “re” es un prefijo, que, por ejemplo en la palabra “re-iniciar”, es el prefijo que significa “volver a iniciar”.  Re-cordar sería volver a pasar por el corazón.  Re-conocer: volver a conocer a Jesús así como Él vivió presente…
El Tiempo pascual es ese tiempo por el que Jesús quiere que ahora sus amigos y discípulos se acostumbren a su presencia de una forma nueva.  Me interesa que os acostumbréis a reconocerme de una forma nueva. Puesto que quiero estar con vosotros hasta el fin del mundo y abriros las puertas hacia el Padre, tenéis que acostumbraros a reconocerme desde la fe y reconocerme en tu corazón vivo. No te conformes con sólo una idea de Jesús, sino aspira a lo más hermoso: el encuentro personal con él.
Por eso tanta insistencia le hace a Tomas cuando le dice: dichosos los que creen sin haber visto.

8 abr 2012

Domingo de Resurrección


Cristo ha resucitado!! (Homilía Misa de jóvenes - P. Luis J. Tamayo)
El propósito de esta eflexión no es tanto decir que Jesús ha resucitado, sino entender el deseo de Jesús de que nosotros participemos ahora de los beneficios de su resurrección. Lo que le interesa a Cristo es que nosotros podamos experimentar ahora la resurrección en esta vida. Vivir una vida resucitada, solo es posible en la experiencia del Amor de Dios! ¿Qué significa para nosotros vivir una vida resucitada?
Jesús ya dijo algo de ello en la parábola del hijo prodigo: cuando al final, en el encuentro del hijo pródigo con el padre, después de abrazarlo, rodearlo de besos y amor, al traerlo a casa dice: ‘este hijo mío estaba perdido y ha sido encontrado, estaba muerto y ahora vive. ¿Cómo puede decirse de un chaval vivo que estaba muerto y ahora vive? Jesús estaba equiparando una vida sin la experiencia del amor de Dios Padre con la muerte, y después del abrazo de amor misericordioso, el chaval entraba en otra calidad e vida.
Hace poco recibí un video en el que se muestra el amor extremo al que puede llegar un padre por su hijo. Muchos ya lo habréis visto. Un hijo con parálisis cerebral le pide a su padre que si podían correr juntos el triatlón que consiste en correr, ir en bici, y nadar largas distancias. Durísima prueba en la que a los participantes les llaman “ironmen”, debido a su dureza. Y el padre accede a lo que le pide su hijo, corren juntos la prueba con lo que supone nadar atados a una lancha zodiac donde viaja su hijo. Después rápidamente se ve como deja el agua y le sube en brazos rápidamente a una bici adaptada con un asiento para su hijo en la parte de delante de la bici. Y exhausto deja la bici y todavía queda la parte más dura de correr un montón de kilómetros con su hijo en un carrito al que el Padre empuja. Lo que impresiona del video es el cariño, y el cuidado del padre, y la alegría inmensa del hijo de llegar a la meta. Se le ve eufórico. Se te saltan las lágrimas. Dentro de los límites físicos del hijo, éste es capaz de expresar una alegría indescriptible.
El video me lleva a preguntarme como llevo yo mis propios límites, mis propias parálisis. Los defectos, mis errores y los de los demás. ¿Vivo en la intolerancia o experimento un amor resucitado que no me ata a sus límites de la intolerancia?
Reconozcamos que lo humano es esencialmente imperfecto. En nosotros conviven nuestras mejores capacidades con lo frágil, lo feo y lo enfermo. San Pablo lo dice: “llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Atribulados en todo, más no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, mas no aniquilados, llevando siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo”. (2 Cor 4,1-10).
El barro afea la vida hasta el punto de enfadarnos por ser barro. Desearíamos extirpar de nuestra vida todo lo que la hace débil, lo que nos hace sufrir. Negar nuestra propia debilidad es negar nuestra propia identidad humana, y éste es el camino más corto para la infelicidad, la desdicha y la intransigencia, para volverme insoportable y hacer insoportable la vida a los que me rodean. Imaginaros al padre del video riéndose de los sueños de su hijo. “Pero que dices borrico: ¿Cómo vas a correr la maratón si eres un tullido, un paralítico, un incapacitado?”. No estaría mintiendo, pero estaría destrozando los sueños y las ilusiones de su hijo. A veces con nuestro realismo y nuestra sinceridad, dañamos, destrozamos, matamos. Esta mentalidad no habla de resurrección. Nuestra exigencia asfixia. Esto no sabe a resurrección.
Bendita mirada la del padre que es capaz de comprometerse con su hijo y poner lo que está de su parte para equilibrar los límites del otro. Bendita mirada la del padre de la parábola del hijo pródigo que ve en el hijo perdido y pecador la esperanza de una vida nueva. No lo hecha de casa, al contrario se merece más amor, más abrazos, una verdadera fiesta. Este tipo de amor es capaz de resucitar a un muerto!! La gente más conflictiva y más insoportable es la que más amor necesita. Y eso lo olvidamos. Nos vamos con quien espontáneamente me llevo bien. Y los simpáticos están siempre rodeados de amigos y de atractivos planes. ¿Pero quién amará a los feos, a los enfermos, a los que no nos caen bien? Amar a quien menos lo merece, porque más lo necesita.
Vivir la resurrección es aprender a reconciliar los límites y los aciertos. Las virtudes y los defectos de los demás. Pues convive en lo profundo de nosotros el trigo y la cizaña, la sonrisa más bella y más franca, con la ambigüedad y la doble intención. El interés egoísta y la gratuidad. Convive el ángel y el demonio. Jesús mismo nos muestra su fatiga junto al pozo de Jacob, y su vitalidad en las bodas de Caná. Es la fiesta de Jesús entrando a Jerusalén el domingo de Ramos y también su ira en el templo expulsando a los mercaderes. Es el fracaso de su muerte en cruz, y su victoria gloriosa en la mañana de pascua.
Nosotros también somos algo bipolares. La formalidad del alzacuellos y las zapatillas nike fosforito para salir a correr media marathon. Es el traje y la corbata, que luego da gritos y saltos eufórico porque su equipo mete gol… y el padre responsable que se sienta a hacer los deberes con sus hijos todas las tardes y luego se transforma en el rebelde en un concierto de rock. Convivir en esta pluralidad nos habla de resurrección. Y esa pluralidad nos hace comprensivos con las imperfecciones de los demás. Feliz elasticidad que nos hace sitio a todos. Feliz amor resucitado que acepta la diferencia de los otros. No hay una única forma de acercarnos a Dios, o de amar, o de vivir, o de ser familia. Gracias a Dios no hay un único sabor, una única música, un único deporte. Hay una variedad muy amplia. Pero eso nos tiene que ir asemejando a Dios que hace salir el sol para todos, los buenos y los malos. Que nos ha preparado un sitio en su casa, en la que hay muchas estancias, para celebrar el banquete definitivo y glorioso. Esto sabe a resurrección.

4 abr 2012

Domingo de Ramos


Detalles son amores y no buenas razones

P. Luis J. Tamayo

Hoy celebramos lo que la tradición ha llamado el Domingo de Ramos (Mateo 27, 11-54). Jesús entra hoy en Jerusalén, y a lo largo de esta semana vamos a ver como se desencadena una serie de hechos que van a marcar el momento culmen de nuestra fe: la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesús.

Pero hay que remarcar que todo este cambio de los hechos que rodean la muerte de Jesús desde la entrada gloriosa a Jerusalén, todo el desenlace terrible de la pasión hasta acabar en la cruz… no es un simple devenir de las circunstancias por casualidad ni es el azar.Todo esto no sucede por que sí, sino que es consecuencia de las decisiones que tomó Jesús.

Jesús cuando decide entrar a Jerusalén sabe a donde va y sabe que lo que va a pasar, a partir de ahora los acontecimientos se siguen uno a otro, a partir de ahora se produce como esa imagen del ‘efecto dominó’, es decir, toda la vida de Jesús, sus hechos, sus palabras, sus gestos, etc. han sido poner pieza a pieza del dominó, una seguida a la otra… y hoy, la entrada a Jerusalén será el empuje a la primera pieza que provocará la caída de todas las demás, una detrás de otra.

Pero quisiera recalcar que todos los acontecimientos que marcan la vida de Jesús no son casualidad, no pasan simplemente por que sí, sino que son fruto de las pequeñas decisiones que Jesús fue tomando en su propia vida. no se si vosotros lo habéis reflexionado pero muchas veces yo he escuchado decir: ‘Jesús tenía que morir’ o ‘su muerte fue un acto del destino’. El camino a Jerusalén no sucedió por que sí, sino que fue consecuencia de las decisiones que Jesús fue tomando. Libre y voluntariamente – dice la Escritura.

- Jesús decidió vivir de una forma, fue una decisión libre, escogió acercarse a los necesitados, escogió que no había día sin oración y alimentar su relación con su Padre-Dios, escogió perdonar a los que le hacían daño, escogió no murmurar de los demás por las espaldas sino que buscó decir la verdad con amor y caridad.

Pero lo mismo que Jesús escogió detalle a detalle esa forma de vida, Judas también hizo sus elecciones.

- Judas no dio oportunidad a dejarse amar, Judas decidió desconfiar de Jesús a pesar de sus muestras de amor ya amistad, Judas sonreía a Jesús por fuera pero su corazón estaba ya muy lejos. La traición de Judas no surgió de repente… fue fruto de toda una serie de opciones.Estuve con un matrimonio que se separó, la gente se sorprende… la separación es la conclusión de algo que ya empezó hace mucho tiempo. Dicen que si uno se cae es por que antes ya tropezó.

Hay un dicho popular que dice: Por un clavo se perdió una batalla, es decir, que el capitán de un ejercito montó un caballo al que no había revisado sus herraduras, camino a la batalla, una herradura perdió un clavo, más tarde cabalgando perdió la herradura, y cuando se encontraba galopando para arremeter contra el enemigo el caballo tropezó y calló al suelo mal hiriendo al capitán. Saquemos las conclusiones.

Es decir, que las cosas no acontecen sólo por que sí, sino que son fruto de las decisiones que vamos tomando en nuestra vida, y tomar una decisión es revisar las herraduras como no revisarlas, una decisión es ‘actuar’ como ‘omitir’ (así decimos: pensamientos, palabras, actos y omisiones). ¿Por qué Nadal es campeón del mundo? Por una vida invertida en el tenis, sacrificio, detalles, tiempo. ¿Por qué este chaval acabó con tan buenas notas? Por que fue estudiando día a día; ¿por qué esta niña acabó abortando? Por que fue dando entrada al novio cada vez a más intimidad… omitió el poner los límites del respeto a su persona; una vez que enciendes la mecha el fuego se dispara; ¿Por qué este matrimonio funciona? Por que desde que eran novios se dejaron guiar por un sacerdote. Un matrimonio muy unido me decía: la gente me dice ‘que envidia’, pero la gente se cree que esto es muy fácil… claro ellos ven sólo desde fuera, pero no saben la dedicación, la entrega, los gestos de amor, el tiempo invertido en escuchar, apoyar a mis hijos en todo momento.

Esto nos ayuda a ver que la vida está llena de detalles y que los detalles son vitales.¿Por qué esta persona tiene tan poca fe? Por que un día dejó de rezar por que tenía que ir al médico, luego dejó de practicar los sacramentos por que tenía otra razón, luego empezó a dudar de Dios por que le surgió una contradicción, y detalle tras detalle dejó enfriar el amor. O ¿por qué tanta fe? Porque sabe cuidar con detalle su vida espiritual: una pequeña oración durante el día, un pequeño pensamiento, dar gracias por una persona que me resulta difícil, no salir de casa por la mañana sin la oración hecha, cada vez que meto la pata examinarme y reconocer mi culpa, pedir perdón si es necesario, etc.


El amor son detalles, el amor es una elección por los detalles. San Agustín lo decía: el amor no es un sentimiento, sino un acto de voluntad, una decisión o una elección… A veces, estas decisiones son entradas a Jerusalén, donde la gente te aplaude y te reconoce; y otras veces son auténticos calvarios, donde te sientes rechazado y mal entendido.

En nuestra vida espiritual es lo mismo. Os invito a que esta Semana Santa y el resto de la vida sea una suma de detalles a Jesús. Así dice el dicho popular: Detalles son amores y no buenas razones.

3 abr 2012

Cuaresma V, REFLEXION Evangelio Semanal

Juan 12,20-33 “En aquel tiempo, algunos griegos acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban:
«queremos ver a Jesús.» Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.

Jesús les contestó: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará.”

Hoy es el 5º domingo de Cuaresma, continuamos con la quinta reflexión sobre las tentaciones: Hoy vemos la tentación de rebajar la calidad del amor verdadero.

En el Evangelio de hoy hay una petición: queremos ver a Jesús!! Hoy lo traduciría por ese grito que hay en muchos corazones de: “queremos ver que el amor de verdad existe!”. Hay gente joven que me dice: “Yo no creo en el amor… es que no lo veo”, “es que la gente es muy egoísta”, “es que solo buscan sexo”, “es que se aprovechan de mi” (como el chiste: En una reunión el jefe del departamento les dice a todo su equipo: sois una panda de egoístas, aquí todo el mundo va a lo suyo, excepto yo, que voy a lo mío).

El deseo de todo hombre, creyente y no creyente es creer que el Amor es posible. Todo hombre necesita creer que el amor autentico y puro sin edulcorantes existe. ¿Por qué a uno se le saltan las lágrimas cuando ve una escena tierna en una película?, ¿Por qué uno se emociona cuando ve un abrazo lleno de lealtad entre dos amigos? ¿por qué a uno se le cae la baba cuando ve a un padre abrazar a su hijo? No hay mejor escena que ir a la llegada de un aeropuerto y mirar los abrazos que se da la gente cuando llegan… se te encoge el corazón. Estamos creados para el amor y lo necesitamos, necesitamos ver que existe.

Los cristianos tenemos una misión: Necesitamos ayudar a este mundo a ayudarles a creer que el amor autentico existe; que el amor desinteresado es verdad, que el amor generoso se puede vivir (1ª Corintios 13)

En Filipinas, una vez me ingresaron por una infección que me cogí en el estómago. No tenía a mi familia, y el otro sacerdote que vivía conmigo tenía que cubrir su trabajo más el mío. Fue impresionante ver como un grupo de personas de la parroquia se turnaron para hacerme compañía en el hospital. Yo me preguntaba: y a estas personas ¿qué les mueve a ocuparse de mi día y noche, con las responsabilidades que tienen? Sólo desde el amor de Dios es posible mover la generosidad en una persona, sólo desde el amor de Dios es posible construir una mistad verdadera y limpia.

¿Cuál es la tentación sutil? Edulcorar el amor verdadero, somos expertos en disfrazar actos de amor como generosos cuando en el fondo están llenos de egoísmo. Cuantas veces los hijos hacen un favor a los papas, pero porque esperan una recompensa, la propina, un dinero… y los adultos otro tanto de lo mismo.

Jesús dice: El que se ama a sí mismo se pierde. El que busca el amor propio se pierde lo mejor, se pierde el gozo de darse generosamente a los demás, se lo pierde!! Y dice Jesús: el que no se pone a sí mismo como el primero ganará una vida plena y gozosa. El que quiera servirme, que me siga, y a quien me sirva, el Padre lo premiará. ¿Cuál es ese premio? La alegría colmada. El amor de verdad es exigente, pero quien se mete por este camino descubre una vida fascinante. No nos dejemos llevar por la sutil tentación de rebajarlo y conformarnos con un sucedáneo que no sabe a amor autentico.

Palm Sunday, Year B

Humble daily conversion

Procession: Mark 11:1-10 or John 12:12-16

Isa 50:4-7 Ps 22:8-9, 17-18, 19-20, 23-24 Phil 2:6-11 Mark 14:1 – 15:47

Today we celebrate Palm Sunday and intensify our efforts to be close to Jesus as he is about to enter into his Passion. Perhaps it is time to pass over with Jesus, from a mediocre following of Christ to a passionate one, from lukewarmness to fervour. As we hear in the book of Revelations, the Lord desires that we are either hot or cold but not lukewarm. Hot is fervent and zealous, cold is struggling but in need of help. But the one who is only lukewarm does not feel they need the help of anyone. Jesus, help us to be passionate about you and on fire with your love as we approach the Holy Week. May we have the enthusiasm of the children who greeted you as you entered Jerusalem on the donkey.

This day, Palm Sunday can be a good day to pray for a conversion! Each day our founder Fr Jaime Bonet says that we need a humble, daily conversion. Even the great Saints needed moments of conversion. How did they become so “great” if it was not through many and repeated small conversions. A helpful example of conversion we find in the life of the great St Teresa of Avila who wrote: “From pastime to pastime, from vanity to vanity, from occasion to occasion, I would again begin to endanger my soul [...] The things of God gave me pleasure and I was unable to detach myself from those of the world. I wanted to reconcile these two so contrary enemies with one another: the life of the spirit with the tastes and pastimes of the senses.” The result of this state was profound unhappiness: “I fell and got up again, and I got up so badly that I fell again. Thus, in fact, I was so lacking in perfection that I was almost no longer aware of venial sins, and I did not fear mortals as I should have, because I did not flee from dangers. I can say that my life was one of the most painful that one could imagine, because I did not enjoy God, and I was not happy in the world. When I was in worldly pastimes, the thought of what I owed God made me spend it with affliction; and when I was with God, I was disturbed by the affections of the world.” St Teresa of Avila asked the Lord for the grace of “determined determination,” to “set my face like flint knowing that I will not be put to shame.” (Isaiah 50:7).

How many times we think we are already perfect! How humble was St Teresa of Avila to recognize her need for conversion and change. Like Christ himself: he did not rely on his divine status, or rest on his laurels that he was already the Son of God. Instead he emptied himself, becoming obedient to the point of death. May we too be humble because only the humble can advance along the royal road of following Christ. There is a beautiful prayer called the Litany of Humility. It is worth giving in its entirety and if you pray with it for sure it helps one to become more humble!

O Jesus! meek and humble of heart, Hear me.

From the desire of being esteemed, Deliver me, Jesus.

From the desire of being loved... Deliver me, Jesus.

From the desire of being extolled ... Deliver me, Jesus.

From the desire of being honoured ... Deliver me, Jesus.

From the desire of being praised ... Deliver me, Jesus.

From the desire of being preferred to others... Deliver me, Jesus.

From the desire of being consulted ... Deliver me, Jesus.

From the desire of being approved ... Deliver me, Jesus.

From the fear of being humiliated ... Deliver me, Jesus.

From the fear of being despised... Deliver me, Jesus.

From the fear of suffering rebukes ... Deliver me, Jesus.

From the fear of being calumniated ... Deliver me, Jesus.

From the fear of being forgotten ... Deliver me, Jesus.

From the fear of being ridiculed ... Deliver me, Jesus.

From the fear of being wronged ... Deliver me, Jesus.

From the fear of being suspected ... Deliver me, Jesus.

That others may be loved more than I, Jesus, grant me the grace to desire it.

That others may be esteemed more than I ... Jesus, grant me the grace to desire it.

That, in the opinion of the world, others may increase and I may decrease ... Jesus, grant me the grace to desire it.

That others may be chosen and I set aside ... Jesus, grant me the grace to desire it.

That others may be praised and I unnoticed ... Jesus, grant me the grace to desire it.

That others may be preferred to me in everything... Jesus, grant me the grace to desire it.

That others may become holier than I, provided that I may become as holy as I should… Jesus, grant me the grace to desire it.

Let us pray that during this week we can walk humbly with Jesus. St Andrew of Crete proposed: “Let's not put palms beneath his feet but put our-selves.” Let us take off our old selves, our stubbornness, our resistance to change, our desire to blame others, our tendency to not take seriously our own conversion and place it at the feet of Jesus. This is the way to really welcome the triumphant entry of the King into our hearts. Hosanna to the King of Kings. Lord, may you find space in my heart to live out your passion of love for humanity once again this Easter.

5th Sunday of Lent, Year B

We want to see Jesus!

Jer 31:31-34 Ps 51:3-4, 12-13, 14-15 Heb 5:7-9 John 12:20-33

Some Greeks come to Jerusalem to celebrate the Passover and announced to the disciples “We want to see Jesus.” Perhaps the disciples are surprised as the Greeks were Gentiles, non-believers. How great when we are surprised in our journey of faith. How great when the search of others inspires us more. Searching is important for Christians and Lent is a privileged time for it. Forty days of searching, scouting and scouring. Moses gave forty days to a group of men to go ahead to the Promised Land and scout around, to check it out and bring back the first fruits. He told them to be courageous. We too have forty days to search, to explore, and to seek the first fruits of the resurrection. All great explorers were courageous, they had a dream and were motivated. What is your dream this Lent? What or who is motivating you?

We too want to see Jesus but we also need to search for him. Why though? We are Christians. Haven’t we already found him? But Jesus is not static! He says in the gospel “If a man serves me he must follow me.” Jesus says follow me because he is moving! If he was static how could he say “follow me?” Jesus is on the move. There is a film called “Catch Me If You Can.” But Jesus wants us to catch him, to catch a taste of his great love. Jesus knows that his love is the best thing for us. Our hearts can only be fulfilled by his love. He is convinced of this, that his love is the best for all men. So even during his Passion he knows that only his love can fulfil the human heart. Like a boy I saw once in medical school elections for the new President. After a long and boring afternoon listening to campaign speeches he was the last candidate to be interviewed. When he was asked why he should be voted as President he took the microphone and started to sing a line from a Tina Turner song - “Simply the best! Better than all the rest.” The whole medical school voted for him and he won. Jesus too wants to win our hearts. His love is simply the best, better than all the rest. Our hearts are made for this love. As St Augustine said: “Our hearts are restless until they rest in God.”

The search for God involves our whole being. St Augustine describes how we wasted so much time searching in the wrong places - “Too late did I love You, O Fairness, so ancient, and yet so new! Too late did I love You! For behold, You were within, and I without, and there did I seek You; I, unlovely, rushed heedlessly among the things of beauty You made. You were with me, but I was not with You.” But when he did encounter God it was a total encounter, an experience involving the 5 senses “You called, and cried aloud, and forced open my deafness. You gleamed and shone, and chased away my blindness. You exhaled odours, and I drew in my breath and do pant after You. I tasted, and do hunger and thirst. You touched me, and I burned for Your peace.” (Augustine’s Confessions, Book X, Ch. XXVII). Referring to this, the renowned Jesuit theologian Gerald O’Collins comments that the experience was an involvement of the human senses, of the intellect, the feelings, the will, the memory, of the entire being of St. Augustine. It is a total experience and that is why we need to keep on searching! It is interesting to examine what I am searching for and what moves me. What makes me sad also can help reveal our hidden motivations. And not to become discouraged or scandalized by ourselves when we find our motives less than perfect! But to keep striving and searching - Rejoice, O hearts that seek the LORD! Rely on the mighty LORD; constantly seek his face.” (Psalm 105:3-4).

We see this searching for God in the life of Jesus. The second reading of today (Hebrews 5:7-9) tells us that during his life on earth, “Christ offered prayers and supplications with loud cries and tears… Son though he was, he learned obedience from what he suffered” so that he could become “perfect.” And in the gospel Jesus tells us that his soul is suffering. Sometimes testing is needed to reveal the true quality of something. Mother Teresa had moments of being tested in a kind of dark night of the soul. Jesus had moments of tension and difficulty searching to fulfil his Father’s will. How great when we experience restlessness and dissatisfaction at times in our Lenten journey. Don’t dismiss them straightaway. Perhaps it is the Spirit stirring our hearts to search for Jesus. Our hearts are sensitive to all that is not genuine or authentic love. Our hearts are just like the sensors of modern printers which can detect when the ink is not genuine or authentic. We cannot cheat our hearts. We can try to fill them with a love that seeks to impress others or a love for the worldly things but we detect that this love is not genuine. Only the love of Christ can fill us. Keep us moving Lord, help us to keep searching for you. Fill us with courage so that we can be bold explorers. Jesus we want to see you, to hear you, to experience your love in its fullness.

And ultimately our search as Christians is that others can come to know Jesus too. Our prayer is not only to ask for God’s blessings but to ask that our lives can be a blessing for others too. Not only to ask to see Jesus but that we can help others to see him. As St Thérèse of Lisieux noted, “A soul in love with Christ draws many others.” May our lives, and our search for Christ, help others to know and encounter him too.

4th Sunday of Lent, Year B

You are God’s work of art

2 Chr 36:14-16, 19-23 Ps 137:1-2, 3, 4-5, 6 Eph 2:4-10 John 3:14-21

I remember once here in our missionary house in Manila, we were very busy making a chapel. In all the Verbum Dei chapels in the world there is Christ in the tabernacle, a cross, an image of Mary and a world map. The map reminds us that our lives are for the five continents as each Christian is called to have a universal love for all. We asked a young Filipino artist to make us a map, Filipino style. We gave her a kind of bamboo shell and left the rest to her creativity. When we saw the finished map, wow! A work of art, with bright vibrant colours. It is quite gorgeous. In the readings of this Sunday St. Paul uses the same terminology. He says we are God’s work of art. Wow! Have you ever considered yourself ‘a work of art’? Sometimes we feel more like work in progress! The reality is we are God’s unfinished masterpieces.

What fills us with more love and appreciation is when we remember where we have been rescued from. The first reading is a list of the faults and failures of the chosen people. God chooses to act through King Cyrus to bring his people back from Babylon. God does not get tired of loving. He is a very patient artist. Even in our sinfulness, when our hearts become hardened like stone, he does not lose sight of the masterpiece in the block of marble. St Paul reminds us “God loved us with so much love that he was generous with his mercy: when we were dead through our sins, he brought us to life with Christ” (Ephesians 2:4-10). There are stories of old masterpieces lying in tatters and abandoned, gathering dust and unrecognized. Then an art collector spots the real value of the painting, seeing beyond the grime that has collected. God’s vision on us never changes. Even when our lives attract some dirt and grime he does not lose sight of our true colours which can remain hidden. We have been made in the image and likeness of Christ. And with so much love.

God’s masterpiece of love and mercy is most clearly revealed on the cross. John the evangelist tells us that “God loved the world so much that he gave his only son.” Sometimes we hear negative things about our world of today but we must never forget that God loves this world SO MUCH. So much that he sent his only Son; so much that he sent you and me. And the gift of the Son is this; “The Son of Man must be lifted up as Moses lifted up the serpent in the desert, so that everyone who believes in him may have eternal life.” In the desert Moses mounted the deadly snakes on a pole so that all looking at them would be saved. Christ is lifted up on the cross and all who fix their gaze on him and believe in him will be saved too. God’s mercy is so great that it can reconstruct broken lives and restore a person to their original beauty. It is like the famous statue of the Pieta in St Peter’s basilica. Once, a deranged man attacked it with a hammer, striking Michelangelo’s sculpture, breaking the marble nose and arm of the Virgin Mary. After painstaking reconstruction the statue was restored. Part of the mission of the Church is to restore damaged lives, through the sacrament of reconciliation, through her charitable works to give back dignity to lives that have lost their shines and to eyes that have stopped sparkling. Like the religious sisters here who have an orphanage for abandoned children. One of them was found on a garbage tip. But now after being rescued she is once more smiling again.

God continues to ask each one of us to participate in his work of restoring his masterpieces – the lives of each person. May we be like Mother Teresa, a pencil or paintbrush in the hands of the Lord, offering to him our hearts as colourful palettes of mercy, joy and forgiveness for him to continue his work of art in the lives of many people.

3rd Sunday of Lent, Year B

Spring clean our hearts!

Exod 20:1-17 Ps 19:8, 9, 10, 11 1 Cor 1:22-25 John 2:13-25

In today’s Gospel we find an all-action Jesus causing havoc in the temple. He is all fired up “with zeal for his Father’s house.” The temple had become a market place and “a den of thieves.” Jesus enters and single-handedly starts operation clean-up. He is on a one man mission. He makes a whip out of cord and begins to drive out all the animals there – the oxen, sheep and doves. Then he knocks over the tables of the money lenders, spilling their coins everywhere. "Take these out of here, and stop making my Father's house a marketplace." (John 2:16). Zeal for his Father’s house consumed him. What is the significance of this act for us today? We are on the journey of Lent, a time of purification, a time to clean up our act. Jesus has the same passion for each one of us, for our following of him. He desires that our hearts be a house of prayer. He does not want our hearts and minds to be a market place.

Let us consider the animals present in the temple. Oxen don’t budge; they are typically animals that are very slow to respond, slow to react. If we are not careful our heart can become full of oxen. When we are so dominated by laziness, our will power is overrun by it. There are good things we can do but we lack the strength or desire. We become slow to react to the promptings of the Spirit. Our Lenten generosity becomes laboured. Jesus, enter into my heart and drive out all the oxen. And as for the doves well they are the symbol of peace but have you ever watched their behaviour when they are together? They often fight each other! Sometimes we are the same, externally seemingly with peace but maybe with violent criticisms within us. As part of our spiritual preparation this Lent it is important to examine our hearts.

The third animal present in the temple are the sheep. Now they typically follow blindly. They lack personal initiative and creativity. In the first reading we have the Ten Commandments. Sometimes we can complain that the Church is full of commandments and rules. There are only 10 written on stone yet to drive a car, the highway code gives us thousands of rules and regulations! Are those rules of driving to hinder us or to help us? To help us! Maybe the problem is that I am driving too slowly in my following! We have a heart that is like a Ferrari engine, with so much capacity of love and self-giving. Yet if I drive this Ferrari in first gear of course I will be bored and will complain. But the real problem is that I am not adventurous enough! You should be going at 300 kilometres per hour in a Ferrari! That heart you have is designed in the image and likeness of Christ. Don’t put limits on our loving! Do you put speed limits on your self-giving? I will help in this situation up to this point…I will give but only so much… these are self imposed rules and regulations, they do not come from Christ. Look at him hanging on the cross. Jesus did not put limits on his loving and does not want us to, either. As St Paul reminds us in the today’s second reading, we preach a crucified Christ. A man who loved to the very end. He did not limit his loving! Looking at him on the cross will help us remember that we have a heart designed to love to the maximum! Jesus did not put speed limits on his love for others. So go the extra mile, or even the extra mile per hour in our self giving this Lent!

As for the money lenders, well the love for money is often all too present in our world of today and in each one of our hearts. Like the boy in the big city who shouted “Help!” and no one noticed. Then he took a coin, dropped it on the floor and it hit the ground. The “ching” as the coin hit the ground stopped everyone in the city their tracks. Let us not become so sensitive to money that we become insensitive to the needs of others.

This Lent, like 2000 years ago, the temple of our hearts still needs a good clean out. The oxen, sheep and doves are still present in the temple of our hearts. Lord, come to us, save us. Help us to purify our hearts as we continue our Lenten journey to Jerusalem with you.