¿Quién decís que soy yo?
P. Luis J. Tamayo
Lucas 9, 18-24
Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les
preguntó: - «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos contestaron: - «Unos que
Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de
los antiguos profetas.» Él les preguntó: - «Y vosotros, ¿quién decís que soy
yo?» Pedro tomó la palabra y dijo: - «El Mesías de Dios.»…
Imagino que vosotros también habréis recibido de esos
correos electrónicos en el que se pide que respondas a 25 preguntas sobre la
persona que te lo envía, para luego devolvérselo… luego dice la carta que si lo
haces te sorprenderán las respuestas de tus conocidos. ¿A quién no le interesa
saber lo que otros piensan de si mismo?, ¿verdad?
Jesús, sin utilizar el correo electrónico, también le
interesaba que es lo que los discípulos podían saber de Él, así lanza la
pregunta: «¿Quién dice la gente que soy yo?»; entonces los discípulos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que un antiguo profeta».
Más adelante, a Jesús, no sólo le interesa saber que es
lo que dice la gente de Él en general, sino que dicen los suyos, sus íntimos,
sus amigos… entonces vuelve a hacer la pregunta por segunda vez: «Y vosotros,
¿quién decís que soy yo?». Pedro tomó la palabra y dijo:
«El Mesías de Dios».
Pedro le llamó el Mesías pues él entendía que Mesías
significaba Salvador. Pedro no lo dijo por que sí… Pedro lo dijo fruto de una
experiencia, fruto de una experiencia profunda de haberse visto profundamente
amado y por ello rescatado de su miseria. El amor es lo que nos da valor. Saberse
amado es saberse valorado, y por lo tanto importante.
La experiencia de Pedro es que Jesús lo había salvado.
Jesús había creído en él profundamente, Jesús había restaurado su corazón roto,
Jesús lo había mirado con amor y esa mirada había calado hondo. “Pedro no me
avergüenzo de llamarte a mi Iglesia”.
Si un médico por no definirse o implicarse del todo
en su trabajo deja morir a alguien, el médico es expulsado del Hospital. Sin
embargo, Jesús confirmó a Pedro en su llamada para ser cabeza de la Iglesia a
pesar de haberle negado y así dejarle morir en la cruz…. ¿No crees que esa
segunda oportunidad la experimentó como una experiencia de muchísimo amor y
confianza? Así Pedro le pudo decir: “Tu eres el Mesías, mi Salvador”.
Y tú, ¿cómo responderías a la pregunta?, ¿quién decís
que es Jesús?; que experiencia tienes de Jesús que te ayudaría a definirlo.
Yo puedo decir que Jesús es mi fuerza, es la roca
donde me apoyo. Lo diré con las palabras del Salmo 18,2: SEÑOR, roca mía y
castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fuerte mío, en él confiaré; escudo
mío, y el poder de mi salvación, mi refugio.
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