La familia es Revelación del plan de Dios
P. Luis J. Tamayo
Hoy damos un paso más en este camino
de la encarnación: Dios no sólo decide
hacerse hombre, sino que escoge el seno de una familia para hacerse hombre. Esto es lo que hoy celebramos, el hecho de
que nació en el seno de una familia, y no sólo nació, sino que en ella creció,
se educó y se formó.
Es
admirable como todo un Dios creador del universo y de su orden, un Dios creador
de las leyes que rigen la naturaleza, Dios mismo decide someterse a las
leyes humanas. No se salta el camino
humano, sino que El mismo se somete y adopta los mismo caminos de cualquier
hombre. ¿O a caso Dios no podía hacerse presente entre los hombre de otra forma
más espectacular? A nosotros que tanto nos gustan las películas de súper
héroes… cuando aparece el salvador envuelto en llamas, o un coche fantástico, o
en una nave supersónica. Pero Cristo es nacido de mujer, Cristo nace en el seno
de una familia, Cristo tiene un papa y una mama.
Es
importante darse cuenta que Dios nada de lo que hace lo hace por casualidad o
coincidencia… sino que Dios, en su sabiduría infinita, sabe bien lo que
hace. Dios escoge una familia no por
casualidad sino por que a través de ella está marcando el plan de salvación
para todo hombre. Con ello nos está queriendo decir lo vital y necesario del
entorno de una familia para la salud de los niños.
Nuestro Dios que cuando asume su condición humana lo hace con todas las
consecuencias, pues tuvo que crecer, madurar, desarrollarse, aprender. Esto pocas veces lo pensamos pues si hoy
celebramos la Navidad en dos semanas estamos ya celebrando el bautismo de Jesús
en el Jordán, ya con 30 añitos. ¿Y que
pasó en esos 30 años? Jesús tuvo que aprender de sus padres a andar, a comer, a
vestirse, la responsabilidad, un oficio.
Todas
éstas son las etapas lógicas por las que tiene que atravesar todo niño cuando
nace en el seno de una familia, es el proceso normal de crecimiento y
aprendizaje hasta que se hace adulto y decide emanciparse.
Pero aún hay algo más que sus padres tuvieron que enseñar a Jesús; Jesús tuvo
que aprender a orar, y así fue en la familia aprendió que era la oración, en la
familia aprendió a amar los valores de la verdad, la honestidad, etc. en la
familia empezó a entender el significado del Amor de Dios, en la familia
aprendió a conocer el rostro de Dios como Padre. Esto es muy importante, es en
la familia donde uno aprende lo que es la fe.
También, desde
estas palabras, hago un homenaje al papel de los abuelos en la transmisión de la fe.
Muchos padres se han alejado de la práctica religiosa y
viven instalados en la indiferencia. No
rechazan la fe, pero tampoco les preocupa la educación religiosa de sus hijos.
No les parece algo importante para su futuro. Bautizan a sus hijos, celebran su
primera comunión, pero no les transmiten fe. En estos hogares son las abuelas las que están
desempeñando muchas veces una labor de gran importancia dentro de su aparente
humildad. Calladamente y de la forma más natural, van enseñando al nieto o a la
nieta a rezar, lo llevan a la iglesia y, a su estilo y manera, le van
explicando las «cosas más fundamentales» sobre Dios y Jesús. Ni ellas mismas se
dan cuenta de que están despertando en el niño las primeras experiencias
religiosas.
Algunas van más lejos, y
se preocupan de comprarles una «Biblia para niños» o libros adecuados para
explicarles con detalle las parábolas de Jesús o el sentido de las fiestas
cristianas. No siempre es una labor solitaria. Cuentan muchas veces con la
«complicidad» del abuelo y el asentimiento agradecido de los padres que, en el
fondo, saben que todo eso es bueno para el hijo.
En esta fiesta de la
Sagrada Familia quiero alabar la actuación de estas mujeres. Tal vez un día,
más de uno recuerde agradecido a la «abuela» que le habló de un Dios que nos
ama sin fin o le contó alguna parábola.
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