Dejarse amar...
Hoy celebramos la gran fiesta de la Inmaculada Concepción. El
evangelio Lc 1, 26-38 nos cuenta el
relato de la Anunciación, del que subrayo estos versículos que, especialmente
hoy, me llamaron la atención. Son como un piropo a la Virgen.
Me encanta escuchar cuando se hacen buenos piropos, cortejos o
galanterías a las mujeres… los andaluces para ello tienen mucho arte. Hace unos
años paseaba por Sevilla y junto a la acera había una zanja profunda con varios
obreros dentro trabajando. En esto que pasaba delante de mí una mujer muy
esbelta y guapa vestida de negro. De repente, con acento andaluz muy simpático,
se oye desde debajo de la zanja: “Jezú,
algún angel ze ha debio morir en er zielo, pues mira, ha pazao la Virgen María
veztida de luto”.
El ángel, al acercarse a la
Virgen le dice un piropo precioso: “El
ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor
está contigo. » Ella se turbó ante estas
palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.”
Preciosas palabras las del ángel: Alégrate, llena
de gracia, el Señor está contigo.
María fue llena de gracia
pues en su sencillez se dejó amar del todo. María pudo vivir en la alegría
profunda pues estaba llena de la alegre presencia del Señor.
A veces escuchamos la
expresión “esa persona está de alegre que no cabe en sí mismo”, para decir
estaba lleno de alegría. O cuando alguien ha de dar una buena noticia se dice:
“lo anunció a boca llena”, para expresar que dio la noticia lleno de felicidad.
¿Cómo estas tú? ¿Puedes
decir que estas lleno? ¿Te falta algo? ¿Qué te falta?
En una jornada con jóvenes
teníamos esta pregunta: que te falta para tener una felicidad profunda? Y uno
respondió: “el iPhone 5”. La respuesta no está en lo material. Todos hemos oído
que lo material o el dinero no da toda la felicidad completa. Todas estas cosas
nos distraen, nos entretienen, nos recrean, pero no dan la felicidad. La
felicidad en el ser humano sólo se nutre en las relaciones autenticas y en la
amistad verdadera con otro ser humano.
María supo abrirse a la
relación autentica y a la verdadera amistad con Dios y encontrar en Él todo el
amor. María supo dejarse amar por Dios. María fue lo suficientemente
humilde para reconocer la necesidad del amor de Dios; y Dios la llenó, por eso
fue llena de gracia.
Una relación autentica pide el darse al otro, pero
también es imprescindible recibir del otro. Es verdad que dar no nos cuesta tanto, pero si que ponemos resistencias para recibir amor. Cuando hace unos años
regresé de Filipinas a Madrid, un día fui a misa con mi madre. En el momento de
la oración del Padre Nuestro sentí la necesidad de cogerle la mano a mi madre,
sentía la necesidad de su ternura, pues hacía años que había estado viviendo
lejos. ¿Te puedes creer que en un primer momento sentí la resistencia de tomarle
la mano? Esto lo veo yo mucho entre los matrimonios. ¿cómo cuesta manifestar
que un o necesita un gesto tierno de cariño? Que gran milagro cuando uno
reconoce sin escandalizarse que tiene necesidad de dejarse amar.
Pero hay que decirlo
claramente, sólo en Dios uno puede encontrase lleno, pues sólo de Él es la
plenitud del Amor. Los seres humanos podemos manifestar el cariño, pero somos
limitados. ¿Cuántas veces uno se siente defraudado por poner su esperanza en
otra persona, pues tarde o temprano manifiesta sus debilidades? Sólo Dios es la
plena revelación de la Vida y el Amor. Sólo Él puede llenar el corazón humano.
Santa Teresa de Ávila decía: Sólo Dios
basta.
María fue llena de gracia
pues se dejó amar. Su oración era afecto, ternura, adoración. Su contemplación era el abrazo de Dios a su
vida. A veces nuestra oración se queda sólo en darle vueltas a ideas en la
cabeza. ¡¡¡¡Necesitamos de una oración afectuosa!!!! donde la conversación con
Dios gire en torno al amor mutuo.
Déjate amar, para que hoy
se pueda decir de ti: Alégrate, lleno de
gracia, el Señor está contigo.
Vivo sin vivir en mí de Santa Teresa de
Ávila
Vivo sin vivir en mí, y
tan alta vida espero
Que muero porque no muero. - Vivo
ya fuera de mí,
Después que muero de amor;
Porque vivo en el Señor,
Que me
quiso para sí:
Cuando el corazón le di.
Puso en él este letrero,
Que muero
porque no muero.
Esta divina prisión,
Del amor con que yo vivo,
Ha hecho a Dios mi
cautivo,
Y libre mi corazón;
Y causa en mí tal pasión
Ver a Dios mi
prisionero,
Que muero porque no muero.
¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros!
¡Esta
cárcel, estos hierros
En que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
Me
causa dolor tan fiero,
Que muero porque no muero.
¡Ay, qué vida tan amarga
Do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
No lo es la esperanza larga:
Quíteme Dios esta
carga,
Más pesada que el acero, Que muero porque no muero.
Sólo con la confianza
Vivo de que he de morir,
Porque muriendo el
vivir
Me asegura mi esperanza;
Muerte do el vivir se alcanza,
No te tardes, que
te espero,
Que muero porque no muero.
Mira que el amor es fuerte;
Vida no me seas molesta,
Mira que sólo te
resta,
Para ganarte, perderte;
Venga ya la dulce muerte,
El morir venga ligero
Que
muero porque no muero.
Aquella vida de arriba,
Que es la vida verdadera,
Hasta que esta vida
muera,
No se goza estando viva:
Muerte, no me seas esquiva;
Viva muriendo
primero,
Que muero porque no muero.
Vida, ¿qué puedo yo darte
A mi Dios, que vive en
mi,
Si no es el perderte a ti,
Para merecer ganarte?
Quiero muriendo
alcanzarte,
Pues tanto a mi amado quiero,
Que muero porque no muero
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