La justicia de Dios es la compasión
(P. Luis J. Tamayo)
El Evangelio de este Domingo comienza con estas
palabras (Mateo 1, 18-24): «El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos,
resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.» Ya está afirmado lo
principal: el niño fue concebido por obra del Espíritu Santo; no es hijo de
José, sino que es Hijo de Dios.
El Evangelio explica que «José, su marido, siendo justo y no queriendo
denunciarla, resolvió repudiarla en secreto». Según la interpretación,
José, al ver a María esperando un hijo, habría sospechado de su fidelidad y la
habría juzgado culpable; pero, siendo ‘justo’
– esta es la palabra que utiliza la Escritura – y no queriendo dañarla, decidió
dejar la cosa en secreto.
Este hecho me lleva a
preguntarme: si José era un hombre de Dios ¿qué es esta justicia de José? Si
José hubiera sospechado que su esposa era culpable de infidelidad, el hecho de
ser justo, le exigía aplicar la ley, y ésta ordenaba al esposo entregar a la
mujer una escritura de repudio (ver Dt 22,20s). En ningún caso la ley permite
dejar la cosa en secreto. Esto es lo que observa San Jerónimo en un texto suyo:
«¿Cómo podría José ser calificado de
justo, si esconde el crimen de su esposa?»; o también pienso yo: ¿Cómo
podría José ser calificado de justo, si no lleva a cumplimiento la ley?
Entonces ¿de que justicia hablamos? José,
sospechando el adulterio, y queriendo evitar un daño a su esposa, su actitud es
la del cumplimiento estricto de la ley sino la verdadera compasión. La justicia de ese hombre de Dios es la
compasión.
Os cuento un ejemplo que
nos puede clarificar de que justicia hablamos. Me contaba una madre que tiene
la norma en casa de que sus dos hijos adolescentes han de llegar a las 11pm a
casa. Un sábado ya pasaban de las 11 y el hijo no llegaba. Ella se fue a la cama
y dejó la puerta abierta para escuchar cuando llegaba. El tiempo pasaba y ella
estaba ya intranquila, no sólo por la hora sino porque estaba perdiendo la
confianza en su hijo. Ella me dice, “entonces fue ciando empecé a rezar”. A eso
de la 1am, se oye abrirse la puerta y la madre, en un primer momento furiosa,
pensó en no levantarse y a la mañana siguiente darle la reprimenda.
En medio de sentimientos
confusos y de su oración, Jesús le hizo cambiar el pensamiento y le vino a la
mente: “¿No será que su tardanza es porque algo le ha pasado al chaval? Anda,
ve y escucha sin juzgar.” Ella salió a su encuentro, y se lo encontró en su
dormitorio con una cara muy triste. La madre antes que dejarse llevar por el
primer deseo de reprenderle por haber llegado tarde, quiso escuchar que había
pasado. Ella notó en él algo raro. Ahora lo importante no era que se había saltado
la norma de llegar a la hora, sino que el chaval no estaba bien. Su novia había
roto la relación con él. Esa era la razón de la tardanza.
La justicia pedía
reprocharle por haber llegado tarde, esa era la regla que había roto, pero Dios
en su oración cambió el corazón de la madre y transformó la justicia en la
compasión. La madre - me seguía diciendo - le cogió y se o llevó a la cocina,
le preparó un vaso de leche caliente y se sentó junto a él.
Es lo mismo con la figura
de José; en el Evangelio vemos como en su oración, Dios le habla y le cambia el
corazón –de legalista a lleno de compasión–: “José, hijo de
David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que
hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por
nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.”
¿Qué es dejar nacer a Jesús
en tu corazón estas navidades? es la gran esperanza de un corazón nuevo, es la
posibilidad de un corazón que deja atrás la ruina del orgullo para abrirse a la
alegría del AMOR.
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