EL AMOR VA MUCHO MÁS ALLÁ QUE LA LEY
P. Luis J. Tamayo
Lo
primero hay que contextualizar el Evangelio de hoy dentro del capítulo 5 de
Mateo. Las Bienaventuranzas como el programa de vida de Jesús; “sois Sal y luz
del mundo” aquellos que viven según Jesús; y finalmente, el camino del amor:
“no he venido a abolir la ley, sino a darle plenitud desde el camino del amor”
También,
para entender bien este texto, hay que saber que el escritor del evangelio se
dirige a la comunidad judeo-cristiana, comunidad de origen judío que quedaba
atrapada en la tradición judía y le costaba descubrir la novedad de Jesús. Por
eso la forma literaria es la de la antítesis: “se os ha dicho… yo os digo…”
El
judío consideraba la ley, tanto
escrita como oral, como la expresión de la voluntad de Dios sobre su pueblo;
por ello, ser fiel a la ley era igual que ser fiel a Dios o, al contrario, ser
infiel a la ley era considerado como una infidelidad también a Dios. En el
cumplimiento de la ley estaba la vida o la muerte como dice el libro del
Deuteronomio: “Mira, yo pongo hoy delante de ti la vida y el bien, la muerte y
el mal. Si escuchas los mandamientos de Yahvé tu Dios… guardando sus
mandamientos, preceptos y normas, vivirás” (Deut.30,15-16).
(Deut.4,1-8;30,15-20). En algunos casos violar la ley suponía hasta el castigo
de pena de muerte (Deut.17,2-7; Lev.20, 9-12). Podemos decir que en el tiempo
de Jesús el pueblo de Israel era el pueblo de la ley y su religión la religión
de la ley, no la religión del amor.
Se
le había dado un valor tan absoluto a la
ley, que la ley, hecha para el bien del hombre, se había convertido en una
esclavitud y en un yugo para el mismo hombre; por eso, Jesús dice a los
fariseos: “El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el
sábado” (Mc.2,27).
Los
fariseos y letrados se preocuparon de observar rigurosamente las leyes, pero descuidaron el amor y la justicia.
Jesús se esfuerza por introducir en sus seguidores otro talante y otro
espíritu: «si vuestra justicia no es mejor que la de los escribas y fariseos,
no entraréis en el reino de Dios». Jesús puso el reto en superar el legalismo
que se contenta con el cumplimiento literal de leyes y normas, para ir más allá
de lo que dicen las leyes. Por eso Jesús les decía: “Hipócritas, bien profetizó
de vosotros Isaías cuando dijo: Este
pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí” (Mt.15,7)
Si
observamos Jesús da un paso hacia delante en la comprensión de la ley. Podemos
leer en el Evangelio: ‘Habéis
oído que se dijo a los antiguos… Pues yo os digo...’ La
primera parte de esta perícopa narra el conjunto de normas a seguir según la
ley y los profetas, que no han de
suprimirse, sino perfeccionarse; y en la segunda parte hace una relación de
ejemplos prácticos desde el amor a favor de la vida, de la defensa de la mujer
y del cumplimiento de nuestros deberes para con Dios. Hemos de escuchar bien las
palabras de Jesús: «No he venido a abolir
la Ley y los profetas, sino a dar plenitud». No ha venido a echar por
tierra el patrimonio legal y religioso del Antiguo Testamento. Ha venido a «dar
plenitud», a liberar la vida de los peligros del legalismo y a ensanchar el
horizonte del comportamiento humano.
EL
AMOR VA MUCHO MÁS ALLÁ QUE LA LEY: a) Para
Jesús no es cuestión sólo de no matar físicamente (Mt.5,20); el respeto al
otro, el respeto a la vida va mucho más allá; se trata de ser todo corazón con
los demás hasta el punto de que ese amor nos llegue a evitar todo cuanto nos
lleva a maltratar al otro o pisotear de cualquier manera la vida. El otro, la
vida del otro, se merece todo nuestro respeto (Mt.5,21-26).
b) Para Jesús no es cuestión de evitar
ser físicamente adúlteros (Mt.5,27-31); es cuestión de tener ojos y corazón
limpios que nos lleven a respetar a todo ser humano y no hagamos caer a nadie
en el hoyo de la infidelidad al amor porque el amor es sagrado como es sagrada
toda persona humana.
c) Para Jesús
no se trata de jurar o no jurar (Mt.5,33-37); se trata de tener la valentía de
decir siempre la verdad, aunque los demás no nos crean o la verdad nos moleste
o les moleste. La verdad no necesita apoyarse en nada ni en nadie para ser
verdad, como dice Jesús: “Sea vuestro lenguaje; “Sí, sí”, “no, no” (Mt.5,37).
El
filósofo griego Platón dice: “Donde reina
el amor, sobran las leyes.” Y San Agustín lo perfecciona diciendo: “ama y haz lo que quieras”… pues tu
querer será siempre poner el bien de tu prójimo por encima de uno mismo. Para
esto hace falta mucho amor!
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