Descubrir el sentido más profundo de los acontecimientos
(Lc 2, 16-21)
La actitud de María: “María, por su parte, conservaba todos estos recuerdos y los meditaba en su corazón” (v. 19).
El verbo griego traducido como “conservar” es syntêreô, que quiere decir literalmente: “custodiar algo precioso”, “cuidar con esmero algo de valor”. El otro verbo traducido como “meditar” es el verbo griego symballô, que quiere decir literalmente: “poner dos cosas juntas”, “unir realidades que están separadas”, “confrontar”. Supone una actividad mental y una actitud del espíritu que crea síntesis, que logra encontrar una lógica en medio de cosas o situaciones aparentemente sin relación. El verbo griego está en tiempo imperfecto, lo que indica una acción repetida, continua.
Lucas, por tanto, describe a María como alguien que vive a la escucha del Misterio y que, con profunda actitud contemplativa, lee continuamente los acontecimientos para descubrir su sentido más profundo. María es aquí verdadero intérprete, hermeneuta, de los hechos acaecidos. El evangelista hace notar con esto que la Virgen no había entendido todo desde el inicio y que solamente, poco a poco, con el transcurrir del tiempo y atenta a los hechos, va comprendiendo la lógica intrínseca de los acontecimientos y su sentido.
María recuerda todo lo que ha acaecido en su vida de parte de Dios y va descubriendo los caminos del Señor y su voluntad poniendo en relación unos hechos con otros. Esta actitud profundamente contemplativa se realiza en “el corazón”, sede del discernimiento, del ejercicio intelectual, y sobre todo de la fe abierta a los designios de Dios. El texto concluye con la glorificación y la alabanza de los pastores que han podido experimentar lo que Dios les ha anunciado (v. 20).
La figura de María, intérprete de los hechos históricos y contemplativa delante de las acciones de Dios, es modelo para todo creyente, llamado a descubrir el misterio y la presencia del Dios de la vida en la cotidianidad y lo ordinario de cada día. María, la madre de Jesús, es maestra de vida interior, de oración y de escucha de la Palabra. Ella ha acogido la palabra de Dios en su vida, la ha dejado resonar dentro de sí, desde la primera palabra del ángel hasta las últimas palabras de Jesús en la cruz. María ha sabido encontrar momentos de silencio para adorar y meditar. Ella nos enseña a ver la vida con el corazón, contemplando con fe las cosas que Dios va realizando en nosotros y alrededor de nosotros.